La Lengua de Señas Mexicana (LSM) es más que un medio de comunicación para la comunidad sorda; es un puente hacia la igualdad de oportunidades y la inclusión social. A lo largo de la historia, la LSM ha sido clave en la identidad y cultura de miles de personas sordas en México. Aunque sus orígenes se remontan al siglo XIX, no fue hasta 2003 que se reconoció oficialmente como lengua nacional, marcando un hito importante.
Pero ¿qué tan inclusiva es realmente nuestra sociedad con las personas sordas? En México, según el INEGI, 2.3 millones de personas tienen alguna discapacidad auditiva, y se estima que 700 mil usan la LSM como su principal forma de comunicación. Sin embargo, la falta de intérpretes y educación inclusiva sigue siendo una barrera, limitando oportunidades laborales y educativas.
Históricamente, las personas sordas han sido marginadas por falta de herramientas para integrarse. Se priorizaba la oralización, es decir, enseñar a leer labios y hablar, en lugar de fomentar el uso de la lengua de señas, lo que violaba sus derechos lingüísticos y frenaba su desarrollo identitario.
Un dato curioso es que la LSM no es universal. Cada país tiene su propia lengua de señas, reflejando las particularidades culturales de cada sociedad. En México, incluso varían entre regiones, lo que enriquece su diversidad.
Uno de los retos para la comunidad sorda en México es el acceso limitado a servicios de salud, justicia y educación en su lengua. A pesar de los avances, ¿cuántos servicios públicos realmente ofrecen intérpretes? Esto perpetúa la exclusión de una parte significativa de la población.
Hemos visto avances importantes, como programas de televisión y plataformas digitales con intérpretes de LSM. Pero ¿es suficiente para garantizar una verdadera inclusión? Implementar la LSM en todas las áreas públicas es clave para eliminar barreras.
Un problema clave es la falta de sensibilización. Muchas personas oyentes desconocen la LSM y su importancia. El acceso a la lengua de señas desde la infancia es crucial para el desarrollo cognitivo y emocional de las personas sordas y para construir una sociedad más empática.
A nivel educativo, la situación es compleja. Aunque hay esfuerzos por la educación inclusiva, muchas escuelas no están preparadas para enseñar a estudiantes sordos en su lengua, lo que contribuye a tasas más bajas de alfabetización en comparación con la población oyente.
La LSM es una puerta hacia un México más inclusivo. Entender su valor no solo beneficia a la comunidad sorda, sino que también enriquece a toda la sociedad. ¿Qué tan lejos estamos de alcanzar esa verdadera inclusión? Es tarea de todos acercarnos cada vez más.