Traducción de Carles Castellanos
El secretariado de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha emitido el presente texto; para la elaboración de esta guía, llamada Tesis d’agost, el Secretariat Nacional ha elegido al escritor y exdiputado del Parlament, Julià de Jòdar, como coordinador de la nueva Comissió d’Estructures de País, como referencia para el debate que tendrá lugar en las próximas semanas en las diferentes instancias de dicha organización, un escrito dispuesto en los diez puntos que siguen:
I
El Proceso de Independencia respecto de España desarrollado por el pueblo catalán entre 2006 y 2014; afirmado con la mayoría parlamentaria de 2015; refrendado el Primero de Octubre de 2017; y sancionado el 27 de aquel mismo mes mediante la proclamación de la independencia de Catalunya por el Parlamento, continuará vivo mientras su gente luche por fundar la República de Cataluña en el conjunto de los Países Catalanes.
II
A lo largo de catorce años el pueblo movilizado puso al servicio de todo el país y de las instituciones propias, mayoritarias en el Parlamento, una ética democrática menospreciada y una acción pacífica reprimida. La lucha insobornable para imponer el poder propio desde la calle y las instituciones no fue, sin embargo, correspondida con el sostén de la independencia por parte de los partidos parlamentarios, incapaces de defenderla y de responder a la causa general represiva desatada por el estado español.
III
La respuesta totalitaria de España a todos los niveles ha sido la de negar de raíz cualquier solución negociada, incluso desde su propia Constitución, a la legítima reivindicación de Cataluña. Al ignorar esta opresión sistemática y permanente, la táctica de establecer mesas de negociación con cualquier gobierno español de turno, en condiciones de inferioridad, sólo ha servido para ayudar a mantener, una vez más, la estabilidad del estado opresor y debilitar las reivindicaciones de Cataluña. Ninguna debilidad, renuncia, o interés particular, que presupongan una “obediencia anticipada” o “servicial voluntaria” enfrente de España, ha de torcer la voluntad de liberación del pueblo de Cataluña. En consecuencia, la independencia de Cataluña deberá ser radical y obstinadamente unilateral, mediante procesos de resistencia y rebelión de su gente que obliguen a España a negociar entre iguales; si no es así, la independencia no será.
IV
El pueblo movilizado no puede volver a ser la fuerza auxiliar de unas instituciones que, subordinadas al dominio del estado opresor, impidan toda posibilidad de responder al espíritu y al deseo de emancipación nacional. La gente deberá recuperar el liderazgo desde la calle y crear organizaciones capaces de establecer con las instituciones, nuevas y equivalentes relaciones de fuerza. En cada momento y circunstancia, será preciso buscar en todos los ámbitos de lucha un equilibrio dinámico para que el poder ganado por el pueblo en pugna directa no quede hipotecado por unas instituciones subordinadas a España.
V
La energía histórica del Primero de Octubre, enraizada en la tierra, alimentó la cohesión y solidaridad de la lucha de la gente: de Barcelona a Girona, de las Terres de l’Ebre al Pertús, de Ponent a la Catalunya Nord, miles de personas pusieron su cuerpo en defensa de todos los represaliados sin distinción; tomaron el transporte público o privado para marchar sobre la capital o ocupar su aeropuerto; colapsaron carreteras y cortaron pasos fronterizos; y se manifestaron pacíficamente una vez más, contra la violencia española. Este es, y ha de ser, el ejemplo a seguir. Al ignorar este poder de la gente movilizada, la claudicación institucional de octubre de 2017 dejó el movimiento abandonado a su suerte. Nunca más una estrategia para conseguir la independencia debe permitir que el pueblo sea el objeto de todos los golpes represivos de la fuerza ciega del totalitarismo español. Forjar instrumentos de autodefensa deberá ser una tarea indispensable en la vía de la liberación nacional.
VI
Para ser libertadores en Cataluña, no podemos ser siervos a España. Ninguna estrategia independentista podrá prosperar si pretende montar, a la vez, el caballo de Cataluña y el caballo de España. Ayudar a formar gobiernos en Madrid, mientras se proclama enfáticamente la voluntad de hacer efectiva la independencia, es una trampa del catalanismo subordinado, que sólo sirve para maquillar la faz represora del estado por activa y por pasiva. Por activa, al dotarlo de legitimidad ante la opinión pública internacional a través de pactos parlamentarios en el Congreso de los Diputados y de simulacros de negociación que pretenden enterrar de manera espuria el poder democrático del Primero de Octubre; y por pasiva, porque, al adoptar tácticas de sumisión, se ha provocado la pérdida de la mayoría en el Parlamento y se ha propiciado la constitución de un gobierno profundamente españolista con aportaciones del catalanismo más vendido y reaccionario. Las falsas medidas de reparación obtenidas al precio de pactar con el gobierno español de turno una ley de amnistía sólo han servido para que el estado español las utilice, en la mejor tradición de los sistemas dictatoriales, para perdonar a sus sicarios.
VII
La primera fase de lucha por el reconocimiento de la legítima reivindicación del derecho a decidir de Cataluña se ha saldado con la negativa y la represión totalitaria impuesta por España contra nuestro pueblo. La negación de derechos imprescriptibles, reconocidos internacionalmente a los puebles sin estado, nos obligan a continuar por la senda de reivindicarlos sin tregua. Pero la lección aprendida estos últimos años nos exigirá una lucha más compleja, diversa y articulada, acompañada de unos recursos que la hagan más eficiente y orgánica con el objetivo requerido. En este sentido, la depredación colonial que practica España sobre Cataluña nos obligará a idear formas de lucha específicas, flexibles y audaces para romper las líneas enemigas, desarticular sus fuerzas, y pasar a la ofensiva en los espacios económico, social, cultural y militar de su dominación.
VIII
Durante el proceso de independencia, el pueblo movilizado ha coagulado su potencia rupturista mediante entidades creadas ad hoc o adaptadas a las exigencias de cada momento. La dedicación, sacrificio y capacidad de resistencia de miles de socios i militantes han demostrado que el momento hisórico actual está marcado a fuego por la impronta del independentismo, único ámbito de disputa material i simbólica del futuro de Cataluña. Las grandes manifestaciones de masas formaron parte de la primera fase del proceso independentista, del cual han de ser un ejemplo, permanente y un modelo a seguir y perfeccionar, cuando será preciso forzar al estado enemigo a negociar de igual a igual. Ahora, empero, cuando el totalitarismo español pretende encerrar la escena política de Cataluña en el corral de una “pacificación” de cariz colonial, es obligado exigir que las entidades rehagan tácticas y formas de lucha para volver a ser útiles a les exigencias actuales. Como ejemplo, la cultura no se puede desvincular de la base material de su creación, reproducción y distribución. Si un país está sometido a un espolio colonial, como el que sufre Cataluña, su cultura será colonial, y no podrá proyectar y desarrollar la hegemonía que necesitamos para conservar la lengua y preservar el patrimonio histórico de la nación entera entre los pueblos avanzados del mundo.
IX
Centenares de miles de independentistas han escogido en estos últimos años la opción de la abstención electoral en elecciones de todo tipo para oponerse a la claudicación estratégica y a la impotencia táctica de los partidos parlamentarios independentistas. Sin embargo, frente a ello, a causa de su debilidad y inconsecuencia, producto de la separación entre la calle y las instituciones, el independentismo civil no se puede abstener de llevar a cabo una batalla permanente en todos los terrenos posibles, y con todos los recursos a su alcance, para terminar con la subordinación de las instituciones propias, a España.
X
El activismo civil independentista tiene que dar un salto de cualidad y de cantidad para convertirse en fuerza de choque permanente contra el estado, a la vez que erigirse en creador y depositario de las condiciones que permitan generar estructuras de país surgidas del conocimiento, la lucha y la organización del pueblo movilizado. Socios de entidades civiles y militantes de partidos políticos tienen que convertirse en sujetos políticos de primer orden. Las entidades civiles tienen que ser representantes colectivos de la lucha popular directa enfrente de las instituciones para hacerlas ir al paso, si se desvían de la práctica independentista; o para que se unan a ellas. Entidades refundadas y organizaciones políticas de nuevo cuño deben crear bloques unitarios de lucha como punta de lanza en el embate final por la independencia.
Carles Castellanos i Llorenç