Anteayer (4 de octubre), García-Page, presidente de la comunidad autónoma de Castilla – La Mancha, al salir de la entrevista con Pedro Sánchez, para abordar el tema de la financiación singular de Catalunya, comentó a la prensa: ‘la riqueza de Catalunya no es de los catalanes, es de todos’. A continuación, traslado mis observaciones al respecto.
García-Page empezó de regidor de su ciudad natal, Toledo, en 1987 (con 19 años), después fue alcalde, diputado, senador, consejero y finalmente, presidente de la comunidad de Castilla – La Mancha. Desde 2015 ha dedicado toda su vida al quehacer político, sin haber trabajado nunca en el sector privado. Lleva la friolera de 37 años gozando de las prebendas de las élites del sector público. En el interin se licenció de derecho.
Pues bien, ese ‘personaje’, vividor de la ‘cosa-nostra’ contra viento y marea, tras la rueda de entrevistas con Pedro Sánchez, comentó que no daba como bueno el acuerdo de financiación singular pactado entre Pedro Sánchez (PSOE) y ERC, para investir a Salvador Illa (155), pues se trata de ‘un concierto como la copa de un pino, aunque se escriba en arameo’. Confirmó que había notificado a Pedro Sánchez que la reforma fiscal debería pactarse con todas las autonomías; y que salía de la reunió con idéntica información sobre el cupo, con la que había entrado. Y resaltó que ‘los territorios no pagamos impuestos, pagan los que más tienen y menos lo que menos tienen’; por lo que ‘la riqueza de Catalunya no es de los catalanes, es de todos’.
‘(…) García-Page ha salido en defensa de un sistema de financiación, el actual, que es el que permite que se mantenga su deseo: que la riqueza de los catalanes sea de todos los españoles y le llegue una parte a los castellano-manchegos. Efectivamente, la riqueza de los catalanes deja de ser de los catalanes, es absorbida por un órgano recaudador superior (la hacienda española) y es repartida en otros territorios, como, por ejemplo, Castilla – La Mancha que tiene un saldo más que positivo entre lo que pagan sus ciudadanos y lo que reciben a cambio; justo lo contrario de lo que pasa con los 22.000 millones de euros anuales de Catalunya hacia España (datos del 2021) (…) García-Page no ha ido a la Moncloa a pedir los dineros de la Comunidad de Madrid (que tiene un PIB superior a Catalunya); ha ido a pedir los dineros de los catalanes, la riqueza de los catalanes, por que ya se sabe que los nacionalistas (nacionalistas catalanes) solo miran los suyos (…)’
(Jofre Llombart, elnacional.cat, 6 de octubre)
La historia objetiva, muestra, claramente, que desde 1714, tras la conquista a sangre y fuego por Felipe V (el primer Borbón), los catalanes hemos sufrido y seguimos sufriendo con el actual Felipe VI (descendiente del conquistador), una expropiación por parte de los conquistadores castellanos, como puede observarse con el deficitario sistema de instalaciones (ferroviarias, viales, etc.), con las escasas inversiones sanitarias, educativas, culturales, etc.
Y los nacionalistas españoles tienen interiorizado y asumido este sistema como obvio, justo y necesario. Y sin entrar a discutir los conciertos vasco y navarro, claro, con la excusa de estar contemplados en la constitución española, siempre se acaba igual, con el muro del Libro Gordo de Petete.
Pues bien, ante esta situación, es preciso recordar que:
‘El colonialismo es el sistema político y económico por el cual un estado extranjero domina y explota a otro foráneo al suyo, a ese territorio se le llama colonia.
Por lo general se utiliza la fuerza militar ante la que el país invadido no puede oponerse y el colonizador, invasor o conquistador impone el control militar, político, económico y social, normalmente mediante la designación de personas originarias del país conquistador.
La colonización supone la usurpación y apropiación de la tierra, y con ella, de su riqueza y recursos; el sometimiento de la población, que puede considerarse esclava o sin los derechos de la metrópoli, la imposición de los intereses de la metrópoli sobre los del país colonizado en materias de cultura, religión, estrategia militar, estrategia económica, derechos civiles, políticos o sociales (…)’
(fuente Wikipedia)
Y es evidente que los colonizadores castellano – españoles, se consideran, histórica y genéticamente, hegemónicos, miembros de la metrópoli (que, etimológicamente, viene de ‘meter’ madre y ‘polis’ ciudad; ciudad madre) que, por la fuerza ha conquistado otras tierras y pueblos (colonias); es decir, sin los derechos que comportan otros sistemas de dominación, como el virreinato, el protectorado, etc.
Sobre el particular, me parece del máximo interés señalar que los colonos, históricamente han sido personas de las metrópolis, destinadas a las colonias, para prestar, de forma delegada, sus servicios de explotación, control y dominio.
En Catalunya siempre hemos tenido, también, colonos y, a su vez, catalanes serviles que antepusieron los deseos del conquistador, contra los autóctonos. Ese modelo es general en la historia de la colonización, y la conquista y dominio de Catalunya no ha sido una excepción, por desgracia.
Así, está claro, en la colonia catalana hay súbditos del rey español, y ciudadanos que queremos ser libres. Y eso es irreconciliable, pues los primeros tienen muchos privilegios históricos que defender, engrandecidos tras su vasallaje al asesino y dictador Francisco Franco; privilegios y enriquecimientos de los que nunca han rendido cuentas, ni las rendirán.
Y así, seguimos siendo expoliados económica y culturalmente, prevaleciendo el castellano sobre el catalán.
Y con el ‘argumento’ de García-Page, de que ‘los territorios no pagamos impuestos, pagan los que más tienen y menos lo que menos tienen’; constatamos, claramente, la mentalidad colonizadora, viendo que el reino español no hace las infraestructuras viarias, ferroviarias, etc., donde hay más ciudadanos y, consiguientemente, más necesidades industriales, más desplazamientos laborales, etc.; las hacen radialmente, para mejorar y potenciar el ‘todo Madrid’.
Y lo triste de este fenómeno es que la aculturación es un proceso de adaptación gradual de un individuo, grupo social, población, de una cultura minorizada y desprotegida, a otra poderosa y opresora. Y ese fenómeno se da, asimismo, en todos los niveles mentales, llegando al extremo de adoptar patrones y esquemas ‘racionales’ (racionalizando como mecanismo de defensa psicológico)
Ese proceso no comporta, forzosamente, el abandono total de la lengua y cultura minorizada, pero sí en las esferas de poder.
Pero, en nuestro caso, más que aculturación, estamos sufriendo el fenómeno de asimilación, que es la adaptación total a la nueva cultura; tenemos muchos ejemplos al respecto, que buscan fosilizar nuestros elementos culturales diferenciales, reduciéndolos a meros rasgos folclóricos.
Todo es cuestión de poder, y en esa balanza, el estado español prácticamente lo tiene todo, y así nos va.
Es penoso llegar a considerar a compatriotas catalanes como quintacolumnistas, que, para evitar el choque cultural, por comodidad y servilismo, acríticamente adoptan el marco político español, a pesar de que nos perjudique a la colectividad catalana; y sin valorar las consecuencias derivadas de la distancia social y psicológica, ya que es evidente que las condiciones económicas, de integración social, etc., son elementales y, claro, los emigrantes, y los más pobres en general, lo tienen mucho más difícil todo, y lo que pretenden, es vivir a ‘la española’, pues les es más fácil.
Por todo esto, siguiendo con García-Page, seguirán expropiándonos, mejor dicho, seguirán disponiendo y cogiendo lo que dicen que es suyo; pero eso no serán capaces de defenderlo en el parlamento europeo, para quitar a los belgas, franceses, alemanes, etc., argumentando que, en siglos pasados, parte de esos territorios pertenecieron al imperio español; por lo que, con toda seguridad, también consideran que siguen siendo suyos, y, claro, como tienen más recursos … pueden expropiárselos.
En definitiva, que el estado español, y su casposa clase política, aplica la estrategia de considerar que ‘lo mío es mío, y lo tuyo también’ o ‘lo mío es tuyo y lo tuyo es mío’.
Y si no se despierta la conciencia de la mayoría de los catalanes, es que la asimilación al sistema español está dando buenos resultados.