Ayer (18/10), un compañero peripatético (*) de Meridiana Resisteix, me envió un vídeo sobre el filósofo Peter Sloterdijk (n. 1947), autor de diversas obras, entre ellas ‘Crítica de la razón cínica’ (1983), que me pareció muy interesante y sugerente, por lo que, seguidamente reproduzco dicho vídeo con su pensamiento, que me parece que muchos lectores agradecerán y les motivará a pensar y repensar su ‘ser en el mundo’. Obviamente, yo no puedo aportar nada a un planteamiento filosófico de tan alto nivel, por lo que no haré ningún comentario al respecto, sólo un par de apuntes.
(*) del grupo que pasamos el rato atravesando la avenida Meridiana; haciendo referencia a los alumnos y seguidores de Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.), el nombre se deriva de la costumbre del maestro de impartir las lecciones caminando (peripatein), o del ‘peripatos’, paseo cubierto del Liceo, la zona de jardines que se encontraba a las afueras de Atenas donde él enseñaba.
‘Sloterdijk explora la forma en que el cinismo ha penetrado en la conciencia moderna, es su forma de describir la ‘actitud crítica, pero no complaciente’ de la sociedad contemporánea, donde la gente, aunque consciente de las injusticias y contradicciones del sistema, elige continuar participando en él de manera cínica y sin comprometerse con un cambio real, particularmente a partir de la ‘Ilustración’ y el ‘desencanto del mundo’.
Este desencanto se refiere a la pérdida de las ilusiones y creencias colectivas que una vez dotaron de sentido al mundo, especialmente con el avance de la modernidad y el racionalismo científico.
El concepto de ‘razón cínica’ que Sloterdijk presenta es su forma de describir la ‘actitud crítica, pero complaciente’ de la sociedad contemporánea, donde la gente, aunque consciente de las injusticias y contradicciones del sistema, elige continuar participando en él de manera cínica y sin comprometerse con un cambio real.
En términos generales, el cinismo que aborda Sloterdijk, no es el cinismo clásico de los filósofos antiguos como Diógenes, que rechazaban las convenciones sociales y vivía de manera austera.
Al contrario, Sloterdijk se refiere al cinismo moderno, una actitud que él describe como ‘iluminada pero desilusionada’. En otras palabras, las personas son plenamente conscientes de las contradicciones, mentiras y mecanismos de opresión del sistema en el que viven, pero en lugar de luchar contra él, optan por continuar jugando el juego, ya sea por comodidad, miedo o falta de alternativas claras.
El concepto de ‘razón cínica’ según Sloterdijk, puede explicarse de la siguiente manera: la razón cínica es una forma de razón crítica que se ha vuelto consciente de los defectos, abusos y engaños de las instituciones, ideologías y normas sociales que gobiernan la vida moderna. En lugar de ser ingenua o idealista, esta razón es profundamente escéptica y cínica.
A pesar de su conciencia crítica, la razón cínica no lleva a la acción o a la transformación social. De hecho, la gente continúa funcionando dentro del sistema, reconociendo su falsedad, pero optando por adaptarse, en lugar de rebelarse o resistir. De ese modo, el cinismo moderno se convierte en una estrategia de supervivencia en un mundo donde el cambio radical parece imposible o inalcanzable.
Las personas cínicas, según Sloterdijk, viven en una especie de autoengaño consciente. Saben que están participando en un sistema defectuoso, pero racionalizan su complicidad y encuentran maneras de justificarse a sí mismos; mejor dicho, no es que ignoren las injusticias, sino que eligen no hacer nada al respecto, y a menudo se esconden detrás del argumento de que ‘así es la vida’.
Este tipo de cinismo se convierte en una herramienta para mantener el statu quo, ya que actúa como una forma de neutralizar cualquier impulso transformador o revolucionario. La gente se siente impotente para cambiar el sistema, y el cinismo se convierte en una coartada psicológica para la inacción.
Sloterdijk toma prestado el concepto de ‘desencanto’ de Max Weber, quien describió el desencanto como la consecuencia de la racionalización y el avance de la ciencia en la modernidad. Weber argumentaba que, con el avance del racionalismo científico y el colapso de las cosmovisiones religiosas y metafísicas tradicionales, el mundo había perdido su magia, su misterio y su sentido de propósito trascendental.
En la modernidad, la razón y la ciencia han reemplazado la fe y el mito, pero este proceso ha dejado a la humanidad en un estado de nihilismo y vacío espiritual.
Sloterdijk sostiene que este desencanto del mundo es una de las principales causas del cinismo moderno. A medida que las grandes narrativas y creencias colectivas se han derrumbado, las personas han empujadas a una existencia marcada por la ironía, el escepticismo y el desencanto. Ya no creen en los grandes proyectos emancipadores del pasado (como el comunismo, el cristianismo o el liberalismo), pero tampoco tienen una alternativa clara a estos proyectos.
Por ende, la razón cínica se convierte en la respuesta predominante a este vacío. Uno de los ejemplos más evidentes de la razón cínica en la sociedad contemporánea, según Sloterdijk, es la actitud hacia la política.
Los ciudadanos de las democracias modernas a menudo son conscientes de la corrupción, la falta de autenticidad y la manipulación en la política. Saben que los políticos suelen estar motivados por intereses propios o por presiones económicas y que las elecciones son en muchos casos un espectáculo superficial. Sin embargo, en lugar de actuar para cambiar este sistema, muchas personas optan por seguir participando pasivamente en él, ya sea votando por ‘el mal menor’ o simplemente aceptando la realidad sin cuestionarla.
Otro ejemplo puede observarse en el consumo masivo y el capitalismo globalizado. Las personas saben que muchas de las grandes corporaciones en las que confían para sus productos y servicios contribuyen a la explotación laboral, el daño medioambiental y la concentración de riqueza en manos de unos pocos. Sin embargo, siguen comprando productos de estas mismas empresas justificando su comportamiento con frases como ‘no tengo otra opción’ o ‘así es el mundo hoy en día’.
El cinismo moderno se origina en un proceso dialéctico entre la crítica y el desencanto. Por un lado, la crítica racional ha expuesto las fallas y contradicciones del sistema, pero, por otro lado, el desencanto ha destruido cualquier esperanza real de cambio radical. De ese modo, el cinismo se convierte en una forma de gestionar este conflicto. Las personas reconocen que el sistema es defectuoso, pero, al mismo tiempo no ven una alternativa viable, por lo que continúan participando en él, pero de una manera cínica y desilusionada.
Es importante señalar que el cinismo no es lo mismo que la revolución o la resistencia. De hecho, el cinismo es, en muchos sentidos, lo opuesto a la resistencia. Los cínicos no buscan cambiar el sistema, en su lugar, aceptan la imperfección y simplemente buscan navegarlo de la manera más cómoda posible. Por esta razón, el cinismo se convierte en una forma de adaptación pasiva al sistema y, al mismo tiempo, contribuye a su perpetuación.
Es interesante observar cómo el concepto de razón cínica puede aplicarse a los movimientos sociales y las dinámicas políticas actuales. Por ejemplo, en la era de las redes sociales, la razón cínica se manifiesta en formas de activismo superficial o performativo, donde las personas se limitan a compartir o ‘likear’ publicaciones críticas sin participar en un cambio real.
Este tipo de comportamiento, a menudo descrito como ‘slacktivismo’, es un ejemplo moderno de cómo la crítica cínica puede existir sin. que necesariamente conduzca a una transformación efectiva. Asimismo, en el ámbito de la cultura popular, el cinismo se ha convertido en una característica predominante en los medios de comunicación, las películas y las series de televisión.
La ironía, el sarcasmo y el escepticismo son elementos comunes en la narrativa contemporánea, lo que refleja un desencanto generalizado con las grandes narrativas y los ideales tradicionales’
(TikTok@donfilosofo)
(Como hemos visto, Sloterdijk diferencia entre el cinismo clásico al contemporáneo, cambiando la consonante etimológica de la ‘K’ del término griego kunikos a la ‘C’ del cínico moderno)
Es evidente que el capitalismo ha fomentado el hipercinísmo, y me parece claro, también, que, en la situación actual, siguiendo esa misma línea, el hipernacionalismo español ha fomentado el hipercinismo en el movimiento independentista catalán.
Y me parece que ya no tenemos solución, como individuos, ni como especie, pues vemos las masacres y muertes que se realizan en diferentes guerras (de las que nos enseñan, pues hay otras muchas, igual o más sangrientas, pero no tienen el ‘glamour’ que interesa a los poderes, y por eso nos las ocultan, para que las desconozcamos y, así, poder seguir haciendo las matanzas a su libre albedrío, según les conviene)
Y nosotros seguimos impávidos, sentados en nuestro sofá, o, cambiando de canal.
Y … absteniéndonos o facilitando el gobierno del represor Salvador Illa.
Y así, confirmaremos las tesis de Peter Sloterdijk.