El ciclo actual internacional y nacional está dominado por un espíritu de los tiempos (zeitgeist) conservador, ultraconservador, en el que prima la economía de unos pocos, en detrimento de los derechos humanos fundamentales y, desgraciadamente, esos poderes actúan con total impunidad, al no tener apenas resistencia ética y moral, ya que las izquierdas, realmente, desaparecieron hace décadas, por lo que no tienen contrapesos. En este escrito intento hacer una aproximación a este tema.
Los espectadores del telediario de TV3, la televisión catalana, ayer (20/10) tuvimos un buen ejemplo, con un comentario de una turista neozelandesa, comentario que supongo que ese medio no censuró, por indolencia, ignorancia o, simplemente, por ser domingo, y todos los controles se relajan un poco.
Pues bien, en los actos finales de la 37ª Copa América de vela, ganada, de acuerdo con todos los pronósticos, por el equipo de Emirates Team New Zealand, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni (PSC/PSOE) y el director general de la copa, Grant Dalton, valoraron el éxito de la competición, sin haber efectuado el balance económico, ni publicado las cifras oficiales (hace unas semanas, las audiencias televisivas fueron sesgadas, y las de los asistentes, trucadas directamente, sin ningún tipo de argumentación). Y si bien no se ha adoptado ninguna decisión sobre la realización de la futura copa, los personajes en cuestión no se cerraban a celebrar la copa del 2026, nuevamente en Barcelona.
Las autoridades catalanas (Ayuntamiento y Generalitat), que ahora son un mismo poder, apuestan por volver a ser la futura sede, pero renegociando las inversiones públicas (cánon de 70 millones de euros; según otras fuentes, es de 80), dadas las críticas de la ciudadanía ante la evidente falta del retorno prometido, que se prometía como el maná, y salvo el beneficio de algunas empresas del IBEX35 y de las familias de los pijos y de los turistas ricos, que siempre ganan y se benefician, los pequeños comercios de restauración, y la ciudadanía en general, no han / hemos percibido nada.
Ante tanta euforia oficial, compartida por los medios próximos al poder, desde ese mismo medio citado de TV3, pasando por el grupo Godó y afines, sorprende constatar la frialdad que los barceloneses hemos tenido; y el colmo de los colmos, es oír los argumentos municipales de los beneficios ya obtenidos: visibilidad internacional, aproximación de Barcelona al Mediterráneo, y otras absurdidades por el estilo, pues solo les faltaba decir que los marcianos estaban pensando participar en el próximo certamen.
Cuando la realidad es que el principal beneficiario ha sido de Felipe VI, que se ha paseado y señoreado como y cuando ha querido, incluso vestido de marinero en un portaaviones, movilizado para ser un preferente punto de observación (para él, el coste es lo de menos, claro) y acompañado por el ‘tonto útil’, el polichinela Salvador Illa.
Por su parte, los vecinos de la Barceloneta, que han sufrido problemas de movilidad para acceder a sus viviendas, piden que la limpieza y la seguridad que han tenido estos días, se mantenga el resto del año, pero lo dudan, claro; y destacan las quejas, especialmente por el aumento de los alquileres de las viviendas.
Ante este panorama, TV3, como he dicho al principio, además de entrevistar a los personajes mencionados, entrevistó a un matrimonio de turistas neozelandeses, y la señora dijo:
‘Que le parecía perfecto que se haya realizado aquí el campeonato, pues su país tiene un presupuesto muy ajustado, y tiene otras necesidades, como la salud y la educación; y ellos han podido venir a ver el final del campeonato a Barcelona’
Y ese comentario, evidentemente, se escapó a los férreos controles de TV3, pues era un ataque en la línea de flotación, y nunca más apropiada la expresión, a los gobiernos municipales y autonómicos. Y no solo a los actuales, si no a los anteriores, pues Ada Colau (Podemos /Sumar) y Pere Aragonès (ERC) fueron los ‘padres’ que aceptaron, patrocinaron y propulsaron ese campeonato.
Y esa respuesta de la turista rica, fue, asimismo, una crítica a la política de ‘escaparate’ de ‘marketing’, de los diferentes gobiernos españoles, pues todos priorizan ‘la visibilidad exterior’ y la anteponen a cubrir las necesidades básicas.
¿Para qué queremos más visibilidad internacional?: ¿para tener más turistas que gentrifiquen nuestras ciudades, las uniformicen, las encarezcan, y desplacen a nuestros hijos a otras localidades, cada vez más lejanas?, ¿para no poder disfrutar de los actos que se realizan, ni de las instalaciones, como, por ejemplo, la Sagrada Familia, el Parc Güell, etc.; pues están saturadas por turistas, y los precios son prohibitivos para los barceloneses y catalanes en general?
Y la visibilidad, por ejemplo, del concierto de clausura de esa copa de vela, realizado ayer en el Passeig de Gràcia, ¿realmente nos conviene como País, si se da, prioritariamente una imagen del folclore andaluz, volviendo a los tópicos de la pella y el sol? No me compensa que el tenor Josep Carreras interpretase algunas canciones en catalán, y otras en castellano, pues el balance general del espectáculo no potenció, en absoluto, la cultura catalana.
Me parece que en Catalunya vamos en contra de nosotros mismos, y de los tiempos, como lo demuestra el máximo interés del ayuntamiento, de destrozar la circulación viaria, mediante la construcción y ampliación de la red de tranvías, que ocupan un espacio desproporcionado.
A finales del siglo pasado el argumento ecológico, podía avalar ese proyecto; pero, en la actualidad, con autobuses eléctricos, me parece claro que reflotar los tranvías, en pleno siglo XXI, es una idea retrógrada, propia de un Perogrullo, pero, claro, hay muchos intereses económicos detrás de todo ese desaguisado, y las empresas constructoras, como siempre, son las que mandan. Asimismo, es evidente constatar que cuando un tranvía sufre una avería, se interrumpe toda la línea; mientras que en los autobuses eso no pasa.
En el año 2004 entró en funcionamiento el Trambaix, tranvía que interconectó Barcelona con L’Hospitalet de Llobregat, Esplugues de Llobregat, etc.; en el año 2006 se completó el tramo del Tambesós, conectando Barcelona con Sant Adrià del Besòs y Badalona. Y en el año 2009, el alcalde Jordi Hereu anunció una consulta popular, a modo de proceso participativo, sobre la conveniencia de unir ambos tramos.
Pero sabemos que todo fue, también, un desprecio a la voluntad de la ciudadanía, ya que, en el año 2010, el citado alcalde Jordi Hereu (PSC/PSOE), ahora ministro de industria, de Pedro Sánchez, el ayuntamiento realizó una consulta popular, en la que participó apenas el 12,17% de las 1.414.783 personas llamadas a votar. De ese 12,17%, el 79,8% de los participantes votamos no reformar la avenida Diagonal; mientras la alcaldía apenas tuvo el apoyo del 11,38%. Esos resultados provocaron una crisis municipal, y Hereu destituyó a su primer teniente de alcalde, Carles Martí, por haber impulsado ese referéndum (recompensado, posteriormente, con una poltrona de senador) Es decir, por hacer la consulta fallida, ‘pues se había efectuado una pregunta inadecuada en el momento más inadecuado’, asimismo, expresó la inseguridad y garantía de la propia consulta.
Aún así, Hereu calificó el resultado de inapelable, afirmando que ‘los ciudadanos han emitido un mensaje muy claro, que el ayuntamiento ha captado a la vez que ha lamentado que lo que debía ser un instrumento de acercamiento se ha convertido en el símbolo del alejamiento de las preocupaciones de los ciudadanos, lo que interpreta como un aviso’.
Y, de ese modo, el proyecto de unión de ambos tramos, se guardó en un cajón, ya que popularmente se consideró que el resultado era un voto de castigo, por hacer las cosas mal, y presentar un proyecto en el que los propios políticos tenían serias dudas, confirmándose que ‘en tiempos de crisis, si las cosas no están claras, mejor no tocarlas’.
Pero en el año 2014, Xavier Trías (CiU) se comprometió electoralmente en no conectar las citadas líneas, pero desde el poder se ven las cosas diferentes, y se sienten las presiones, por lo que decidió reabrir el proyecto, que siguieron sus sucesores, Ada Colau y Jaume Collboni, como si estuvieran descubriendo y realizando la mejor idea de la galaxia; y ahora nos inundan con todo tipo de propaganda, para enseñarnos las ventajas que comportará la próxima inauguración del tramo central (previsto para el 9/11)
Este ejemplo nos muestra, de forma clara, que los intereses de la ciudadanía, a menudo, son considerados de segundo nivel, pues los políticos, en general, prefieren pasar a la historia por sus grandes gestas, normalmente inmobiliarias, ya que todos tienen dentro a su pequeño faraón, o no tan pequeño, como Pedro Sánchez, que se considera Ramsés el Grande (1303 a.C. – 1213 a.C.), el faraón egipcio, representativo del máximo poder y la gloria, que erigió más monumentos y estatuas que ningún otro.
Y claro, interesan menos los temas como la educación y la sanidad, que sí que preocupan y ocupan al gobierno neozelandés, como he señalado, a pesar de que tienen un gobierno conservador desde el pasado 2023, y como confirmó la citada turista.
Pero en España, y en Catalunya, por lo visto, estos temas son de segundo orden. Es igual que para un simple problema sanitario, la doctora del centro de atención primaria te desvíe a un especialista de una fundación público / privada, como la Puigvert, y que después, ésta derive otras pruebas, que tiene subcontratadas con otro consorcio (Cruz Blanca), con los consiguientes problemas burocráticos complejos, que no facilitan, en modo alguno, los trámites por parte del paciente, que, no es el centro de su atención, ya que ese centro lo ocupan ellos mismos. Y todo este proceso alarga las esperas, y hace perder mucho tiempo, ya que, por ejemplo, sus servicios telefónicos siempre están colapsados, etc. Pero, claro, el tiempo de los pacientes no cuenta.
Como recordaba ayer Jordi Barbeta, en su artículo titulado ‘La maldición española’ (elnacional.cat, 20 de octubre), citando a Otto Eduard Leopold von Bismarck – Schönhausen (1815 – 1898):
‘España es el país más fuerte del mundo. Hace siglos que quiere destruirse a si mismo y todavía no lo ha conseguido’.
Y España, y la españolizada Catalunya, por obra y gracia del represor Salvador Illa (votado por ERC), seguimos esa misma tendencia, esa misma pulsión destructiva, por olvidar los verdaderos problemas de la ciudadanía.
Esa es la ‘pacificación’ catalana buscada por Pedro Sánchez, que, a su vez, está domesticado y adocenado por los verdaderos poderes del estado, como lo muestra el odio que le tienen, por haber aprobado la ley de la amnistía (que mayoritariamente sirve para amnistiar a los agresivos policías, como vemos); sin olvidar el desprecio que Leonor de Borbón y Ortiz, la teórica heredera de la corona española, ha evidenciado, en diferentes ocasiones (la última es pasado 12 de octubre, en el desfile militar), mostrando una falta de cortesía y deferencia con Pedro Sánchez, el jefe del ejecutivo democráticamente elegido.
A pesar de todo, los independentistas catalanes no deberíamos desmotivarnos, deberíamos tener presente el siguiente pensamiento anónimo, atribuido a un poeta japonés, de Kyoto:
‘Las grandes obras las sueñan los genios locos, las realizan los luchadores natos, las aprovechan los felices cuerdos y las critican los inútiles crónicos’.
Por lo que debemos seguir luchando por la independencia, para que nuestros nietos puedan disfrutar de la República Catalana, a pesar de las críticas de los unionistas.