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Seguimos indignados, pero tenemos la pólvora mojada

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En el Movimiento de los Indignados 15-M (del 15 de mayo del 2011) predominaba una esperanza para acabar con el bipartidismo del PP/PSOE (del PPSOE) fruto de la transición / traición de 1978; pero ahora, pasados 13 años, vemos que en el acromegálico (*) estado español, sigue dominando el sistema neofranquista y, la ciudadanía en general, y la juventud en particular, hemos perdido la ilusión, y la brújula, como intento explicar en este escrito.

(*) la acromegalia es una malformación de la glándula pituitaria que induce una acumulación excesiva de la hormona de crecimiento en el organismo; era la enfermedad que padecía Goliat, el gigante filisteo, al que me referiré más adelante.

Stéphane Frédéric Hessel (1917 – 2013), un miembro de la resistencia francesa y uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1848, en 2010 publicó el librito titulado ‘Indigneus-vos!’ (Indignaos) que, inmediatamente, se convirtió en la guía, en la biblia de los movimientos antisistema.

En España, el Movimiento 15-M (2011) fue un movimiento ciudadano que se expresó en acampadas en plazas de varias ciudades, para manifestar, pacíficamente, su oposición al bipartidismo PSOE / PP y al dominio de los bancos y corporaciones; y pretendía una democracia más participativa, mayor y más real división de poderes, la persecución y erradicación de la corrupción, etc.

Uno de los lemas que me gustó más fue el de ‘no hay pan para tanto chorizo’; pero, pasados los años, apenas poco más de una década, vemos que siguen dominando los chorizos, pues se ha confirmado el refrán de origen flamenco datado en el siglo XVI, que dice que ‘el pez grande siempre se come al chico’.

Es decir, que los poderosos siempre siguen abusando de su fuerza para vencer a los más débiles, ya que los más grandes siempre se alimentan de las especies más débiles.

Y ese ejercicio de explotación se reproduce y reproducirá, a pesar de no ser eficiente, pues el naturalista Charles Robert Darwin (1809 – 1882), en su obra ‘El origen de las especies’ (1859) defendió que, en la lucha por la vida, tiene más opciones la especie con más capacidad de adaptación, la más apta, no la más fuerte.

Posteriormente, Francis Galton (1822 – 1911) en 1883 denominó ‘eugenesia’ la disciplina encargada de la mejora biológica de las especies (en concreto la humana) Y, esas teorías, trasladadas al ámbito social, fueron teorizadas para superar las diferencias sociales que, tergiversadas, dieron paso a la esterilización forzosa nazi, mostrando, una vez más, que el poder puede (y consigue) pervertirlo todo.

Y en España hemos visto que el estado también ha aplicado maliciosamente las teorías eugenésicas, para seguir en el poder, absorbiendo o eliminando los molestos y críticos peces pequeños (como Podemos y su transmutado Sumar; y Ciudadanos, el invento clónico de la derecha), aplicando para ello diferentes estrategias, claro.

Pasados 13 años, un simple balance nos puede mostrar que seguir prevaleciendo el eje ‘derechas / izquierdas’, como han querido defender Podemos, Sumar y Ciudadanos, ha sido un error, pues ha sido seguir con las reglas de juego del propio sistema. Mientras que el verdadero choque disruptivo, fue el movimiento independentista, que chocó con la línea de flotación de dicho sistema. Pero los líderes de esos movimientos: Pablo Iglesias, Yolanda Díaz, Ada Colau, Albert Rivera, etc., fueron y siguen siendo miopes, o, peor todavía, quinta columnistas del sistema al que decían combatir, pero, en realidad, sumisos y validadores de los grandes tahúres como Pedro Sánchez (PSOE) o Mariano Rajoy (PP)

Y todo eso nos ha llevado a la situación actual en la que estamos: una ciudadanía desencantada, desilusionada. Y la juventud todavía lo tiene peor, ya que la precariedad laboral actual y la falta de expectativas, les limitan y coartan sus ilusiones, convirtiéndoles en forzados conformistas, ‘presentistas’.

Y es comprensible, ya que las evidencias que hemos tenido en estos 13 años no son motivadoras, claro, pues han confirmado el ‘más de lo mismo’, el ‘quítate tú para ponerme yo’, como objetivos últimos, como la meta en sí misma.

Es evidente que no podemos seguir siendo ilusos, soñando en la aparición de un David que acabe ganando al gigante Goliat.

El sistema se auto-sustenta, pues tanto los filisteos (‘palestinos’, representados por Goliat) y los israelitas (judíos, defendidos por David), persisten en el tiempo, a pesar de que en esa leyenda bíblica, el débil matase al fuerte.

Pero es un error ilusionarse con grandes figuras, como David, Goliat, Sansón (judío que también luchó contra los filisteos) o, en la cultura griega, el poderoso arcadio Ereuthalion (derrotado por el joven Néstor de los pilos (del Peloponeso), según se narra en la Ilíada, de Homero, s. VIII a.C.), pues, como sabemos, para vencer, y convencer, el trabajo debe ser colectivo, como vimos ayer, salvando las infinitas distancias, en el partido de fútbol entre en Real Madrid y el F. C. Barcelona, ya que las figuras, puntualmente pueden ser útiles, pero suelen ser efímeras, mientras que el trabajo de equipo es más permanente.

Podemos elucubrar lo que queramos sobre las figuras, los gigantes, y los poderosos, por más líderes que puedan parecernos, pues, generalmente, son fruto del sistema al que representan; y los sistemas, como esos gigantes mencionados, padecen la acromegalia, y, metafóricamente, se representan por ellos para ‘motivar’ a sus respectivos súbditos, ya que, como he dicho, no dejan de ser elementos del propio sistema. Y los sistemas, para perpetuarse, tienden a engrandecer, conquistar, dominar, hasta que les llega su final, pues todos tienen su ciclo vital (a lo largo de la historia, todos los imperios lo han tenido)

Ya lo dijo Platón (427 a.C. – 347 a.C.): ‘la obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo’, por eso, debemos dejar de seguir engañados. Y debemos dejar de ser pasotas o pretender ser neutrales, ya que, en realidad, todas esas opciones alimentan y sostienen el sistema dominante.

Y Blaise Pascal (1623 – 1662), completó dicho pensamiento, resaltando que ‘la fuerza sin justicia es tiranía’.

Pero claro, centrando el tema en nuestro movimiento independentista, no podemos perder nuestras ilusiones, por más difíciles que nos parezcan. La realidad es que para que sean ilusiones verdaderamente interesantes, no han de ser fáciles. Todo objetivo, toda meta, ha de requerir un esfuerzo, unos sacrificios; en caso contrario, su logro, no comporta una mejora sensible, que nos enriquezca, que nos haga madurar, socialmente.

Y es evidente que las ilusiones de la ciudadanía requieren, puntualmente, líderes que nos representen, y que sean capaces de gestionar equipos cohesionados, para dirigirnos hacia la meta señalada entre todos.

Y ese círculo ha de ser virtuoso, y no vicioso, como es muy frecuente, pues, como dijo Abraham Lincoln (1809 – 1865): ‘casi todos podemos soportar la adversidad, pero si quieres probar su carácter, dale poder’

Por eso son tan difíciles los verdaderos liderazgos, pues ‘cuanto mayor es el poder, más peligroso es el abuso’ (Edmund Burke, 1729 – 1797), y ‘quien abusa de su poder, olvida que se tiene poder por algún tiempo, pero los enemigos generados por el abuso, los conservará toda su vida’ (Eduardo Alighieri)

Sabemos que Catalunya es un País pequeño, y por eso es difícil ‘ser un pez grande en un estanque pequeño’; pero en nuestra situación actual tenemos claro que Carles Puigdemont era nuestro presidente legítimo, democráticamente elegido y ratificado por el Parlament, y el corrupto estado español, abusando de sus prerrogativas, y prevaricando de forma anticonstitucional, le destituyó a él, a todo su gobierno y a la presidenta del parlament.

Por eso, democráticamente, debemos seguir defendiendo a nuestro president, lo que representa y lo que ha defendido durante estos 7 años de exilio. En caso contrario, es asumir la ley del corrupto estado español.

Y claro, en estas circunstancias, Carles Puigdemont, para muchos, sigue siendo nuestro líder, hasta que pueda regresar y normalizar la situación democrática, mediante su restitución. Pero ese liderazgo, en este momento especial, ha de ser transversal, ha de trascender los partidos, pues sólo así, será reconocido por todos.

En esa situación, nos podemos encontrar con un líder y, a la vez, con una ciudadanía con unos objetivos claros, pero desilusionada, desengañada y desmotivada y, también cansada de estar indignada.

Y, a mi modo de ver, éste es nuestro problema, pues ya superamos todo tipo de etapas, y llegamos a comprar todo tipo de libros que fueron apareciendo antes del referéndum del 2017, pues todos tenían recetas para conseguir la independencia.

Pero no podemos olvidar que el mencionado Stéphane Hessel, en su famoso librito ‘Indignaos’, repetía que, ‘ya es hora de que la preocupación por la ética, por la justicia, por el equilibrio duradero prevalezcan’, y como ciudadanos catalanes, queremos ser libres, tener la libertad de decidir lo que queremos ser. Y no podemos abdicar de ese derecho y de esa obligación, pues, en caso contrario, seríamos simples súbditos.

Y para pretender la libertad, no hace falta estar ilusionados, pues, si bien las emociones son importantes y es preferible que las tengamos, también es importante la razón, la racionalidad. Y ésta ha de ser, debería ser, el combustible que nos hiciera volver a las calles para regenerar y retroalimentar al independentismo. Y, en ese momento, estoy convencido de que el president Carles Puigdemont nos liderará, nos guiará y acompañará.