La percepción por los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) son variables en función del tiempo y del espacio, y por eso, el término griego ‘pathos’ significa sentimiento, conmoción, sufrimiento. Y, evidentemente, en este momento, los independentistas catalanes nos sentimos un tanto desconcertados, como intento explicar a continuación.
Estos días se cumple un año de la investidura de Pedro Sánchez como presidente de gobierno, y cien días de Salvador Illa, como president de la Generalitat, por lo que procede hacer un primer balance de resultados de ambas gestiones de gobierno.
Respecto a Pedro Sánchez, y tal como detalla Odei A. Etxearte:
El presidente español promovió la ley de amnistía (pero no la ha defendido con la vehemencia necesaria), no ha concretado la condonación de una parte de la deuda del FLA (Fondo de liquidez autonómica) (*), ni el traspaso de las competencias en inmigración (a pesar del acuerdo con Junts, de su traspaso integral), ni ha conseguido la oficialidad del catalán en las instituciones europeas (…) en el caso del traspaso progresivo de los trenes de cercanías, ahora está en manos de Salvador Illa (…) y, en definitiva, sigue sin ejecutar todas las inversiones ya presupuestadas en infraestructuras (al contrario de la que pasa en la comunidad de Madrid)
(*) el acuerdo pactado entre el PSOE y ERC fijaba la eliminación de 15.000 millones de deuda (equivalente al 20% del FLA), que representaba, además, unos 1300 millones de ahorro de intereses; medida que Sánchez anunció que extendería a todas las comunidades autonómicas.
(Vilaweb 15 de noviembre 2024)
Por parte de Salvador Illa, hemos visto que aplica su programa (mejor dicho, el de Pedro Sánchez) de desnacionalizar todos los símbolos catalanistas; asimismo, pospone la negociación de la financiación singular (pactada para su investidura), a la aprobación de los presupuestos generales (la trampa de siempre; como hace su jefe, Sánchez, intentando colar los suyos, con la excusa de la tragedia de la gota fría en la comunidad valenciana), etc.
Por lo tanto, ambos merecen un suspenso por su gestión, ni siquiera el ‘progresa adecuadamente’, pero a ellos ya les va bien, pues así van tirando de su ‘negocio’ y, como dice un refrán catalán: ‘qui dia passa, any empeny’ (quien día pasa, empuja el año)
Pero precisamente esa política de no cumplir los compromisos, más bien es una forma de antipolítica y, más bien, una forma de actuación amoral, que desmotiva, aleja y desconecta a la ciudadanía de las decisiones de poder.
Por eso, los independentistas catalanes sufrimos de unos sentimientos encontrados, contradictorios, si bien, no hemos llegado, todavía, a perder las ilusiones (aunque poco nos falta, para ser sinceros), y seguimos emocionados, ya que el término emoción, etimológicamente, deriva del latín ‘emovere’: temblor, movimiento, sacudida, impulso que induce a la acción. Y muchos todavía mantenemos ese impulso a la acción, aunque sea fundamentalmente simbólica.
En el Ara de hoy (16/11) he leído un artículo de Leticia Asenjo, titulado: ‘¿Por que tiene tanto éxito la historia de un hombre dentro de un pozo?’, y en este interesante artículo explica las tesis de Kurt Vonnegut, Jr. (1922 – 2007), desarrolladas por un equipo de investigadores liderado por A. J. Reagan, de la Universidad de Vermont; para ello utilizaron tres herramientas de análisis, del área de las matemáticas, la ciencia de los datos y el aprendizaje automático, para analizar 1327 historias, y determinaron que hay seis tipos de arcos emocionales básicos en todas las narrativas:
- De la pobreza a la riqueza (ascenso): el/la protagonista experimenta un aumento progresivo de fortuna o éxito, como en el ‘Cuento de invierno’.
- Tragedia, o de la riqueza a la pobreza (descenso): un descenso emocional constante, que acaba en tragedia, como en ‘Romeo y Julieta’.
- Hombre dentro de un pozo (descenso – ascenso): caída en desgracia seguida de una recuperación, como en ‘El maravilloso brujo de Oz’.
- ‘Ícaro’ (ascenso – descenso): una gran ascensión seguida de una caída catastrófica, como en Hamlet.
- ‘Cenicienta’ (ascenso – descenso – ascenso): el/la protagonista tiene la suerte de lado, entonces ha de enfrentarse a retos importantes, pero al final, triunfa, como en la ‘Isla del tesoro’.
- ‘Edipo’ (descenso – ascenso – descenso): caída en desgracia, recuperación y final trágico, igual que pasa a Frankenstein.
Los autores determinaron que las historias del tipo 4 y 6, son las que conmueven más a los lectores, si bien el tercer arco emocional más exitoso corresponde a narraciones del tipo 3, es decir, el hombre dentro de un pozo.
Y, como he dicho, las emociones, y, por lo tanto, los arcos emocionales, son variables e individualizados en toda persona y, en particular, los independentistas hemos pasado por diferentes fases:
- hasta el año 2017, momento en el que pudimos votar en nuestro referéndum de independencia (y que ganamos), teníamos una narrativa del tipo 1, ya que íbamos de la pobreza a la riqueza, es decir, un simple ascenso.
- y desde ese año, tras la represión del estado, pasamos a vivenciar un arco emocional del tipo 2, de tragedia, de la riqueza del 2017 a la actual pobreza, descenso, al ver que la democracia no sirve para nada (es una pantomima más, aunque digan que es el peor sistema, descartando los demás), pues en este mundo impera el poder más bruto, bestia y agresivo.
Y muchos independentistas se quedaron anclados en ese estadio de pobreza, de desmotivación, de desolación.
Pero otros, nos sentimos atrapados en el arco emocional del tipo 3, es decir, dentro de un pozo, con la ilusión que puede comportar un descenso o un ascenso, según el momento y las condiciones; pero sabiendo que, aún dentro del pozo, podemos experimentar momentos de los tipos 4 (ascenso – descenso), 5 (ascenso – descenso – ascenso) y 6 (descenso – ascenso – descenso)
Sean como sean nuestros sentimientos, y por mal que nos parezca la situación actual, y nos veamos y sintamos en el fondo del pozo, lo importante es que nos sintamos vivos, que la desmotivación no nos paralice, pues así podremos intentar nuevos ascensos, aunque, por su dificultad, comporten, a su vez, descensos parciales, pero deberíamos ser proactivos, para evitar narrativas de los tipos 4 (Ícaro: ascenso – descenso) o del 6 (Edipo: descenso – ascenso – descenso)
Los arcos emocionales 1 (ascenso) y 2 (descenso), ya los tenemos superados y no se volverán a repetir.
Por lo que nos quedan los arcos narrativos 3 (el pozo, en sentido positivo: ascenso) y el 5 (ascenso – descenso – ascenso)
Y todo depende de nosotros, de nuestra actitud, de nuestras ilusiones, de nuestras emociones, pues son las que inducen a la acción, ya que es evidente que la acción por la acción, sin ilusión ni emoción, es una absurdidad.