El fenómeno Wicked es mucho más que una película, así como Barbie en su momento, este se ha convertido en una estrategia integral diversificada. Y es que, si podemos comprender que la competencia por la atención del consumidor es feroz, y que el éxito de una película ya no se mide únicamente en taquillas o números de streaming, podemos subirnos exitosamente al tren de este tipo de estrategias globales e infiltrarnos en la conversación cultural, por eso Wicked en 2024 está logrando trascender y ser parte de la conversión para muchas marcas.
Aprender a contar historias e integrarlas en el posicionamiento de imagen a gran escala de este tipo de “movimientos”, por decirlo de alguna manera, es crucial, pues no ser trata sólo de que mi marca hable del tema, sino que logre atrapar al espectador, se promueva mi imagen de forma positiva, se encuentren puntos coincidentes y se tome acción. El ejemplo de Bloomingdale’s, que transformó sus vitrinas navideñas en una oda a la brujería de Oz, o Starbucks, que atrapó a los fanáticos con sus vasos conmemorativos y sus bebidas temáticas como el Green Elixir, son claros ejemplos de cómo la narrativa de una película puede integrarse en el ADN de una empresa. Pero, ¿qué hace que este tipo de estrategias sean tan efectivas? La respuesta está en la conexión emocional. Los consumidores ya no buscan productos, buscan experiencias y, sobre todo, pertenecer a algo más grande que ellos mismos.
En el caso de Wicked, el contexto es especialmente rico en simbolismos. La rivalidad entre Glinda y Elphaba, sus colores distintivos, y la eterna lucha entre lo que la sociedad considera bueno o malo crean un marco de referencia perfecto para las marcas que buscan asociarse con valores universales. Una firma de moda podría, por ejemplo, aprovechar la sofisticación y el brillo de Glinda para lanzar una línea inspirada en la elegancia clásica y romántica, mientras que otra podría tomar el carácter rebelde pero sofisticado de Elphaba para resaltar la individualidad y la fuerza interior. Aquí, el desafío no es sólo vender un producto, sino contar una historia que resuene con el público y al mismo tiempo se asocie con este tipo de eventos.
Wicked entendido como un fenómeno, nos hace ver la importancia de la personalización en las estrategias integrales de comunicación. Por ejemplo, Universal en colaboración con Amazon, ha sabido capitalizar este enfoque al programar dispositivos Alexa para interactuar con los usuarios mediante las voces de los personajes principales, un detalle que, aunque sencillo, eleva la inmersión de los consumidores al mundo de Oz. Las marcas pueden tomar nota de esta estrategia y explorar cómo la tecnología puede enriquecer la experiencia de sus clientes y a la vez posicionar su imagen. Usando desde filtros de realidad aumentada en redes sociales hasta empaques interactivos, las posibilidades son infinitas cuando la innovación se alinea con la narrativa.
Ahora bien, como todo en el mundo de la imagen, no se trata sólo de aprovechar el momento, sino de hacerlo con autenticidad. Una marca que decide sumarse a la tendencia Wicked debe hacerlo de manera alineada con sus valores y su esencia. La coherencia es clave, porque los consumidores modernos son más críticos que nunca y pueden detectar rápidamente un intento forzado de relevancia cultural, lo que implicaría perder la confianza de mi audiencia. Por ejemplo, una empresa enfocada en sostenibilidad podría resaltar los paisajes naturales recreados en la película, como el campo de nueve millones de tulipanes, para hablar sobre la importancia de preservar la belleza de nuestro propio mundo. Y es aquí, entre la narrativa de Wicked y los valores corporativos, donde nace una conexión genuina.
Al final, el fenómeno Wicked o en su momento el de Barbie, nos recuerdan que el entretenimiento es una puerta hacia algo más grande: la cultura misma. Las marcas tienen la oportunidad de interactuar en este proceso. Y así de convertirse en vehículos de mensajes trascendentales para posicionar su imagen tanto en nuevas audiencias como en aquella que ya le es leal. Ignorar este potencial sería perder una valiosa oportunidad para evolucionar junto a los consumidores, quienes más allá de comprar, quieren formar parte de algo especial. Y ciertamente, esa percepción de pertenencia, la lograrán las marcas que atiendan las tendencias de forma creativa, relevante y, sobre todo, auténtica.