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Segundas partes nunca fueron buenas

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Como dijo el bachiller Sansón Carrasco en la segunda parte de El Quijote, ‘nunca segundas partes fueron buenas’, y me da la impresión de que estamos en las segundas o terceras partes de todo, y así nos va y nos irá, como intento argumentar a continuación.

Evidentemente, siempre hay notables excepciones, de vivencias y de obras de todo tipo, que las secuelas, mejoran el original. Pero mi percepción actual es que no suele ser así, ya que todo se deteriora, y llegamos a tener interiorizado el Alien en nuestro propio ser, y en nuestra sociedad, y contra ese Alien, nuestra lucha difícilmente será victoriosa, como nos confirma nuestra experiencia.

A mi modo de ver, la política internacional de cada vez es más corrupta, pues de forma egocentrista y narcisista, hace tiempo que ha optado por la ideología de extrema derecha, como vemos por los EUA, Italia, Finlandia, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Chequia, Francia, etc., sin olvidar Rusia y China; y así, los derechos y libertades están en detrimento, como lo están en el reino español, por más que lo intente disimular Pedro Sánchez y su gobierno súper guay y más progresista de la galaxia.

Y lo triste es ver que en Catalunya nos ‘animamos y conformamos’ con nada, como recuperando mensajes de Julián Assange del 2017.

Pero la realidad es la que es, pues, como expliqué en un escrito de hace tres días, titulado ‘Golpe de estado explícito a la española’, nuestra sociedad ha retrocedido y está retrocediendo a marchas forzadas, bajo el engaño de Pedro Sánchez.

Solo hace falta ver el descontrol y desconcierto de ese gobierno ‘progresista’, que el pasado 2022 concedió la medalla al mérito de la guardia civil a Víctor de Aldama, que ahora es su bestia negra. Todo se pervierte, pues esa concesión arbitraria e inexplicable, contra la que ahora se manifiesta la propia guardia civil, no es más que un mercadeo, que nos muestra las mentiras del propio ministro de interior, Grande-Marlaska, diciendo que gestionarán su retirada, acción que no está prevista en los reglamentos. Ya vimos que el torturador Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño (1946-2020), murió sin haberle quitado sus condecoraciones, todas ellas pensionadas.

Todo es una farsa, como sabemos, y la base de todo la tenemos en la monarquía patrocinada por el asesino y dictador Francisco Franco. Y sobre una base así, no se puede construir nada sólido, y mucho menos una verdadera democracia.

Pues la actual ‘democracia’, basada en el régimen del 78, apostillada por el pseudo golpe del 23 de febrero de 1981 (un golpe no fallido, como vimos acto seguido con la ley de la Loapa impulsada por Felipe González), el ‘socio’ necesario de la corrupta monarquía que ‘nos dimos entre todos’, como dicen los franquistas al referirse a la constitución.

Y el nombramiento del teniente general Francisco José Gan Pampols como vicepresidente de la Generalitat valenciana, como expliqué en mi citado escrito, es la prueba fehaciente de una nueva vuelta de tuerca hacia el franquismo puro y duro.

El filósofo Josep Ramoneda, con el que coincido académicamente en sus ideas y, de forma excepcional, también coincido con sus detalladas explicaciones sobre la ilegalidad de una figura como la del mencionado Gan, que pretende mantenerse independiente y ajeno de la responsabilidad política, y que considera que, participar en un partido del PP, no es hacer política; y eso, a mi modo de ver, es la aberración que culmina todo vaso pseudo-democrático, pero la ciudadanía valenciana la acepta sumisa, y aquí, en Catalunya, apenas hay voces críticas.

Pero, aún así, no pasa ni pasará nada. La fiscalía calla y callará. No actuará de oficio. Y es así, ya que esas vueltas de tuerca giran a favor de la extrema derecha, que es la suya, y la de su patrón, Felipe VI.

Algunos, ilúsamente, pensábamos que la figura del rey se ajustaba y ceñía a lo establecido en su constitución, pero los repetidos hechos de Juan Carlos I y de Felipe VI, nos han confirmado que, en realidad, ambos reyes siguen su tradición de ‘borbonear’, de participar ilegítimamente en la política, como su antecesor Alfonso XIII, pero, ahora, sin perspectivas de una solución republicana, nuestro futuro es bastante negro.

Aún así, muchos seguimos siendo bastante ilusos, confiando ya no sé en qué, pues, las segundas partes, como dijo el bachiller Sansón Carrasco en El Quijote, nunca fueron buenas.

Un ejemplo de hoy, ha sido ver la película Gladiator II de Ridley Scott; yo tenía muchas perspectivas, ya que la primera parte (del 2000) me gustó mucho, pero esta segunda me ha parecido un verdadero bodrio: por su pretendido contenido histórico, como por la barata pseudo filosofía explícita y por su puesta en escena. En definitiva, un insulto a la inteligencia. Con esa secuela no hace honor a su maestría, demostrada con ‘Alien’ (1979), ‘Blade Runner’ (1982), ‘Thelma y Louise’ (1991), además de la primera parte de Gladiator.

Y eso nos demuestra que, generalmente, la edad no perdona, y nos hace vulnerables a otras tentaciones: mediática, monetaria, o más personales, como la satisfacción de nuestro egoísmo narcisista.

Y me parece patológico, que los independentistas catalanes nos mantengamos en una burbuja basada en realidades paralelas, cuando vemos que estamos en un entorno en el que todo vale, pues ésta es la ley universal que mueve el mundo. Y en ese orden, la esperanza no deja de ser un engaño más, en un mundo artificial rendido a las disputas entre los ridículos periodistas Broncano y Motos, por ejemplo.

Y todo esto me hace menospreciar nuestro futuro como identidad, pues no consideramos el riesgo futuro.

Joan M. Serra, en su estudio ‘Ús parlat del català’ (uso hablado del catalán), nos muestra que si en el año 1920, el 90% de los catalanes hablaban preferentemente en catalán, en el año 2070, según su prospectiva, la hablarán entre un 40 y 45 %, si la población es de 17,5 millones; entre el 20 y el 25%, si es de 19 millones; y entre el 10 y el 15, si la población catalana es de 20,5 millones.

Está claro que la inmigración y la evolución demográfica va en contra del catalán, siendo éste la principal seña de nuestra identidad.

Y aún así, no hacemos nada relevante para impedir esa previsión, y los gobiernos efectúan políticas que no favorecen la potencialización del catalán, por más que nos vendan lo contrario.

Tras la pandemia, las principales empresas están replanteando pasar del ‘Just in time’ (justo a tiempo) al ‘just in case’ (por si acaso); es decir, los dirigentes, rendidos a la globalización de forma acrítica, pasaron al mencionado primer axioma, para evitar los costes primarios, mediante la externalización (globalización), pero, tras la pandemia y las guerras, vieron que la geopolítica entraña limitaciones de acceso a ciertos recursos y a la distribución de determinados productos, por lo que ahora tienen al segundo axioma.

Y así, vemos que las empresas no pierden tiempo para adaptar su gestión y estrategia, y sin el menor pudor, defendiendo A, y después B (como he visto repetidamente en la empresa en la que he trabajado); y de esa agilidad de cambio depende, obviamente, la continuidad de la obtención de sus beneficios. Otro tema aparte, es la continuidad de los dirigentes implicados, ya que se pueden defender acríticamente estrategias contrapuestas, en función de las exigencias del mercado, pero, social y éticamente, no se puede defender hoy el despido de trabajadores y mañana el fichaje de nuevos, para seguir manteniéndose ellos y los accionistas, es decir, considerando a los trabajadores como meras piezas del sistema.

Pasando a nuestro movimiento independentista, está claro que seguimos anclados en el ‘Just in time’ (el tiempo del 2017); pero no nos hemos preparado para el ‘just in case’ (por si acaso) de tiempos posteriores, como el actual, ya que nos falta liderazgo y coordinación.

E, ilusamente, confiamos y seguimos confiando que, con nuestra revolución de las sonrisas, sin ningún papel al suelo, podríamos conseguir nuestro objetivo; y aún, tras nuestro fracaso, ahora estamos en plena revolución particular, desde el sofá de nuestras casa, esperando que se cumpla la profecía de Alexandre Deulofeu i Torres (1903 – 1978), que estimó que en el año 2029 el estado español se desintegrará, colapsará, y ‘graciosamente’ conseguiremos la independencia.

Y así, cómodamente, esperamos que como previó Deulofeu (nuestro particular ‘Nostradamus’ (Michel de Nostredame, 1503 – 1566), o ‘Nostre Nano’, como coloquialmente le denominan en el programa cómico ‘La competencia’), se nos acabe solucionando el problema por arte de magia.

Pero la realidad política y demográfica nos muestra justo lo contrario, es decir, que de cada vez vamos a peor; y eso es por tener asumido estar colonizado por nuestro propio Alien psicofísico.

Y, dada nuestra pasividad, seguiremos perpetuando la sumisión al sistema ‘que nos dimos entre todos’, siguiendo con su estúpida insistencia. Y así, seguiremos manteniendo, como mal menor, a Pedro Sánchez, en su papel de metafórica reencarnación de Zeus / Apolo, ya que, según la mitología griega, Zeus, en su soberbia, fue engañado por sus propias promesas, puesto que prometió a su hija Sínope otorgarle lo que desease; y Sínope le pidió la virginidad; por lo que tanto Zeus, como Apolo, su posterior raptor, vieron frustrados sus deseos de poseerla.

Como se puede comprobar por lo expuesto, soy muy pesimista a nivel general, pues ver que, habiendo tantísimas necesidades humanas, hay ‘personajes’ como Julian Sun, empresario de las criptomonedas chinas, que pagó 6 millones de euros por una cosa llamada ‘obra de arte’ (un plátano enganchado a la pared con un trozo de cinta americana) del autor Maurizio Cattelan, y decir después que ‘se comerá el plátano, sin más. Me demuestra que, si no hemos tacado fondo, poco nos falta, pues ya no tenemos moral ni ética, ni sensibilidad.

Y la culpa no sólo es de ese personaje, es de nuestra sociedad, que reconoce esas cosas como obras de arte, las pone en el mercado, se venden en subastas públicas, y se publicita el éxito de la venta, como un gran record; es decir, todo el sistema formamos parte del engaño.

Y en ese entorno, los que seguimos considerándonos mínimamente críticos y seguimos manteniendo nuestros ideales, a pesar de estar corrompidos por diferentes aliens, tenemos dos opciones, seguir cabreados sin solución final; o, como pueden hacer otros (yo no), que, a pesar de la oscuridad, pueden seguir cantando: ‘Dont’ worry, be happy’ (no te preocupes, sé feliz) siguiendo a Robert Nesta Marley (Bob Marley, 1945 – 1981)

Este es el panorama actual, mal que me pesa, pues no veo solución posible. No supimos hacerlo bien en el 2017, y pagamos y pagaremos las consecuencias; y segundas partes no serán mejores; por lo que sólo me queda confiar que nuestros hijos y nietos lo hagan mejor, si es que les interesa y todavía están a tiempo para revertir nuestra condición colonial.