Después de los mensajes buenistas de los últimos días del año pasado (en línea con ‘Año Nuevo, vida nueva’), ahora nos llega el momento de volver a la dura realidad; por eso, para titular el presente escrito he dudado entre el de la película elegida, y el de otra película ‘Más dura será la caída’ (The harder they fall)
Todos nos hacemos propósitos bienintencionados, para que el año nuevo sea mejor que el anterior, y nos planteamos objetivos, que sabemos que no cumpliremos, pues no es que nos fallen las fuerzas de voluntad, si no que ya no tenemos ni la voluntad para ello, aunque los objetivos sean mínimos.
Uno de los motivos de esa débil voluntad estriba en la falta de recompensas inmediatas, gratificantes; pues la tecnología nos ha acostumbrado a la inmediatez, y lo que no se ajusta a esa velocidad, no nos compensa; ya que no nos conformamos con metas volantes, queremos alcanzar la meta definitiva (el gran premio) justo a la salida, sin ningún tipo de sufrimiento ni sacrificio.
Asimismo, el entorno no nos ayuda, puesto que los mensajes buenistas de paz y sociabilidad familiar (somos así de reduccionistas), con los que nos han bombardeado estos días, hoy han sido sustituidos por el siguiente Tsunami (con temas que relaciono, sin ningún tipo de prioridades ni urgencias):
- Un nuevo atropellamiento en Nueva Orleans (de momento, con 10 muertos y más de 30 heridos);
- La noticia de que se corta el envío de gas de Rusia a través de Ucrania (al finalizar el contrato entre la gasista rusa Gazprom y Naftogaz Ukrainy), que conllevará severas medidas en la UE, incluso encontrando rutas alternativas (que seguirán enriqueciendo a Rusia);
- La previsión del incremento de precios y de subidas de tipos de IVA en innumerables productos básicos;
- La continuación de la judicalización de la política española y de la politización de la justicia: los juicios políticos, la obstaculización de la amnistía, etc.;
- La continuación de las guerras: Oriente Medio, Ucrania, etc.;
- El aumento del gasto armamentístico y policial;
- Los cambios en la presidencia de la UE, ya que el polaco Donald Tusk (el que recomendó diálogo, a Carles Puigdemont, en el año 2017, y fue una farsa), asume, desde hoy, la presidencia rotatoria del consejo de la UE;
- El gran cambio previsto (20/01), con la llegada al poder, de nuevo, de Donald Trump, que ya ha ido avanzando sus nombramientos y medidas ‘estrella’;
- El aumento de las desigualdades: sociales, de género, etc.;
- La continuación de la emergencia climática;
- La continuación, asimismo, de la inmigración;
- El desencuentro entre la real federación española de fútbol y el F. C. Barcelona, con la desinscripción de Dani Olmo y Pau Víctor;
- Etc.
No en vano, al mes de enero se le considera como un mes negro, y no sólo por la cuesta de enero (al tener que hacer frente a los gastos extraordinarios de diciembre), si no, precisamente, por enfrentarnos, de nuevo, a la cruda realidad.
Y por eso vuelvo a la película de la que he tomado el título del presente escrito:
‘Airplane!’ (‘Aterriza como puedas’ o ‘¿Y dónde está el piloto?’), película dirigida en 1980 por Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker; una parodia de las películas del género de catástrofes aéreas (como ‘Aeropuerto 75’), en el que nos muestra que la tripulación y pasajeros de un vuelo, sufre una intoxicación alimentaria por el pescado de la cena; presentándose una gran confusión y situaciones cómicas.
Y en estas estamos, con una ciudadanía grogui, en estado de shock, catatónica, y unos pseudo líderes que se asemejan, metafóricamente:
- al piloto de la citada película: Clarence Oveur (Peter Graves), o al copiloto Roger Murdock (Kareem Abdul-Jabbar), también afectados por la intoxicación:
- al expiloto de combate traumatizado en la guerra de Vietnam, de la película, Ted Striker (Robert Hays); o a otro pasajero, Rex Kramer (Robert Stack), ex subordinado de Striker en la guerra, y que se odian;
- al instructor de la torre de control Steve McCroskey (Lloyd Bridges);
- o ‘Otto’, el piloto automático inflable;
pues ninguno de ellos está en plenas facultades para ejercer su función;
como tampoco lo estamos la ciudadanía, obsesionados por ir trampeando las dificultades y poder sobrevivir; ya que, como refleja la pirámide de necesidades definida en 1943 por Abraham Harold Maslow (1908 – 1970), en primer lugar, debemos cubrir las necesidades fisiológicas, después las de seguridad, las de pertenencia, reconocimiento y, finalmente, las de autorrealización. Y lo grave es que, muchos, desisten de sus responsabilidades más elevadas (pertenencia, reconocimiento y autorrealización), por pura comodidad.
Y así, mientras nos dirigen personajes como el mencionado ‘Otto’ (en el mejor de los casos), nosotros seguimos discutiendo como hacían el ‘Frente Popular de Judea’ y el ‘Frente Judaico Popular’, de la película de 1979, ‘Monty Python’s Life of Brian’ (La vida de Brian), que he citado en más de una ocasión.
Así que:
‘Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados’ (Mahatma Gandhi, 1869 – 1948)
‘Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa’ (Víctor-Marie Hugo, 1802 – 1885)