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El oxímoron de una pascua militar

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

El reino español es un cúmulo de contrasentidos, pues, tradicionalmente, el día de los Reyes Magos ‘celebran’ una pascua militar, escondiéndonos la realidad, como explico a continuación.

El escrito de ayer lo finalicé mencionando el contrasentido de esta pascua militar; y, en el presente, profundizo para desvelar la cruda realidad.

Etimológicamente, el término pascua (pesaj, en hebreo) significaba ‘paso’, y se conmemora desde hace unos 3500 años, pare recordar el cruce del Mar Rojo, cuando los hebreos fueron liberados de la esclavitud egipcia.

Por eso, he señalado el oxímoron, la utilización en una misma estructura léxica de dos términos con sentido opuesto, como lo es la liberación de un pueblo y todo tipo de celebración armada, por lo que representan los ejércitos.

Y en ese contrasentido, ayer, Felipe VI, en su discurso, señaló que ‘es una celebración de los valores que nos inspiran como militares; algunos que vienen de antiguo, pero sobre todo los valores que se expresan a partir de la constitución de 1978’ (…) y elogió a las fuerzas armadas por su dedicación, esta vez especialmente por haberse implicado en las consecuencias de la DANA en el País Valenciano.

Así, como en su discurso navideño, la desgracia de la gota fría en tierras valencianas, fue su bálsamo de fierabrás, para llenar sus huecos y falsos discursos, presentando un aspecto cívico del poder del estado, cuando, en realidad, si su objetivo fuera ése, no haría falta un gasto tan elevado en armamentos: aviones, tanques, barcos, bombas, etc.; ni tantas medallas ni banderas.

Pero la realidad española nos confirma que es vengativa, ya que, en realidad, con esa pascua militar, el estado CELEBRA, el final de la guerra de sucesión (1700 – 1714), es decir, festeja la toma de Maó, la última plaza en caer en manos de los Borbones. (En 1939, la isla de Menorca también fue el último reducto en caer en manos de los rebeldes franquistas)

Barcelona cayó el 11 de setiembre de 1714; la fortaleza de Cardona el 18 de ese mismo mes; pero la isla de Menorca quedó siendo gobernada por los ingleses.

Efectivamente, la isla de Menorca siempre se ha diferenciado de la isla de Mallorca, pues ésta, en ambos casos, cayó rápidamente. Menorca, al ser menos relevante, no tenía tanto interés para los conquistadores.

Pues bien, volviendo a la guerra de sucesión, Carlos III (1716 – 1788), el tercer hijo de Felipe V, instauró esa celebración militar el 6 de enero, para festejar la toma de Menorca y, desde ese momento, la pascua militar ‘ha pasado a ser un recuerdo histórico y solemne e importante acto castrense’.

La toma de Menorca duró desde el 19 de agosto de 1781 hasta el 5 de febrero de 1782, y fue un enfrentamiento bélico entre tropas británicas (unos 3000 soldados, comandados por James Murray) y una coalición de fuerzas españolas y francesas (unos 14.000 soldados, comandados por Louis des Balbes de Berton de Crillon), vinculada con el desarrollo de la Independencia de los EUA, que se saldó con la victoria del ejército hispano-francés, ratificado por el tratado de París, del 3 de setiembre de 1783, entre el reino de Gran Bretaña y los EUA, poniendo fin a la guerra de Independencia; y España, como ‘torna’ mantuvo los territorios recién ocupados de Menorca y Florida Occidental, y recibió Florida Oriental.

La isla de Menorca, en el siglo XVIII, tras decantarse en 1706 (liderados por el caballero de Ciutadella, Joan-Miquel Saura Morell) a favor del pretendiente Carlos de Habsburgo, enfrentado al Borbón Felipe V, pasó por sucesivas invasiones:

Ocupación (1708) y primera dominación inglesa (1713 – 1756), con alternancia de buenos gobiernos (como el de Richard Kane) con otros no tanto (como Felip Anstruther); en ese período destacó el ingeniero militar John Armstrong, autor del libro ‘Historia civil y natural de la Isla de Menorca’ (publicada en Londres en 1952) A finales de junio de 1756, los ingleses se vieron obligados a entregar la isla a los franceses.

Tras un breve período (1756 – 1763), los franceses devolvieron la isla a los ingleses, en virtud del tratado de París que puso fin a la Guerra de los Siete Años

Segunda dominación inglesa (1763 – 1782), iniciada por el despótico gobernador James Jonhston y por sus sucesores James Murray y William Draper; éste, en 1781 trasladó la mayor parte de las tropas a Gibraltar, quedando la isla desguarnecida, siendo fácil presa para los franceses, que permanecieron hasta 1798. En esa segunda dominación, y dada la miseria, facilitó que, en 1768, unas 110 familias menorquinas fueran reclutadas para colonizar la Florida. Esas familias fueron ‘dirigidas’ por el sacerdote Pere Camps, se instalaron en Saint-Augustine.

La tercera y última dominación inglesa (1798 – 1802), que finalizó por el tratado de Amiens, suscrito el 25 de marzo de 1802; el 14 de junio de ese año, el capitán general de Mallorca, Joan Miquel Vives llegó a Ciutadella, izando, por primera vez la bandera española.

(fuente: ‘Historia de Menorca’, de Guillem Pons, edit. Menorca, Maó 1971; y ‘Breve introducción a la Historia de Menorca’, del Pbro. Fernando Martí Camps)

Nota familiar: En repetidas ocasiones he mencionado que mi familia paterna y materna es menorquina; y, según los estudios que he realizado y publicado, mi familia paterna estuvo relacionada familiarmente con el mencionado Pere Camps, y algunos de mis antepasados se desplazaron con él a Florida, instalándose allá y formando una nueva rama familiar, de la que pude compilar su historia, gracias a un sucesor con el que pude contactar. Asimismo, el autor del segundo libro mencionado también era conocido por mi familia, por lo que en 1982 tuvo la amabilidad de dedicarme su libro.

Pues bien, me parece evidente que las regiones, en este caso la isla de Menorca, si eran pobres y estratégicamente no eran indispensables, se vieron envueltas en giros históricos, como consecuencia de avatares ajenos a la isla.

Y volviendo a la mencionada pascua militar, que es el objeto del presente escrito, me parece relevante preguntar si, conciudadanos catalanes o menorquines, como es el caso, ¿pueden ‘celebrar’ con el Borbón Felipe VI, una efeméride así, que cerró las vilezas de su antepasado Felipe V?, ¿es ‘comprensible’ que independentistas catalanes puedan ‘celebrar’ esa ‘festividad’?

Es verdad que la incultura, en concreto, la incultura histórica, lo explica todo, pero eso nos demuestra un nulo interés intelectual por los hechos y vivencias de nuestros antepasados, y, también, la eficacia de la potente propaganda española, para ‘educar’ a sus súbditos.

Y ese supremacismo español nos lo siguen refregando, celebrando esa ‘pascua’, si bien ocultando su origen.

Del represor Salvador Illa no me extraña nada, ya hemos visto que su máximo interés es el de españolizar las instituciones catalanas y mostrarse el más fiel súbdito de la monarquía, por eso, que ayer, Núria Parlon, consellera de interior y seguridad de la Generalitat, asistiera a la celebración de esa pascua militar realizado en capitanía general de Catalunya, está en esa misma línea vergonzantemente españolizadora.

Parlon rompió así, la costumbre de los últimos 10 años, que ningún miembro de la Generalitat asistía a esos actos castrenses (claro que deberíamos preguntarnos, por qué asistían antes)

En definitiva, y desgraciadamente, muchos catalanes siguen siendo españolistas, algunos por incultura, otros por convencimiento y, la mayoría, por comodidad.

Pero otros muchos no podemos ni queremos olvidar.

Personalmente, yo lo considero una traición a mis antepasados menorquines que sufrieron las mencionadas desgracias del siglo XVIII y, claro, también, la de mi abuelo, militar demócrata, juzgado y condenado, por la defensa del régimen legal (hasta la llegada del ilegal rebelde, asesino y dictador Francisco Franco). Y no quiero olvidar ni perdonar, y por eso he escrito la historia de mi familia, para que mis nietos no ‘pierdan sus raíces’.

La historia de Catalunya nos ha mostrado que el reino español es conquistador, explotador y vengativo, y no cambiará, lo lleva en su ADN castellano. Y, por eso, siempre seremos la ‘torna’ (para compensar el sobrecoste, al no llegar la mercancía al peso pedido) nos moveremos de acuerdo con los vientos y los pactos puntuales españolistas, y, a veces, por ‘necesidades’ ajenas, como hemos visto.

Y si no tenemos la determinación para romper el nudo gordiano, seguiremos siendo súbditos de una monarquía como la española y de sus políticos palmeros.