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Reflejar el Contexto

Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

En tiempos donde la comunicación es instantánea y las redes sociales amplifican cualquier opinión, las marcas, instituciones y personajes públicos caminan sobre una cuerda floja en la que una mala decisión puede desatar una crisis. El reciente caso de «Emilia Pérez» es un ejemplo perfecto de cómo la imagen pública de todos los involucrados repercutirá en la percepción de estos y del proyecto del que forman parte, pero no sólo eso, este caso resalta particularmente la importancia del contexto, porque en Europa y Estados Unidos, la película es un gran éxito, pero en México -y en general Latinoamérica-, no ha sido del agrado de muchos. Aunado a esto, también debemos considerar que la percepción que se construye tanto del equipo como del producto de su trabajo dependerá de como estos hagan un buen manejo de la narrativa, la credibilidad de los discursos y, sin duda alguna, la respuesta del público.

La película, que ha sido ovacionada en festivales internacionales y nominada en 13 categorías del Oscar, encontró en México un recibimiento opuesto al esperado, pero ¿por qué? Mientras que la crítica extranjera la elogió como una pieza cinematográfica innovadora, el público de nuestro país la percibe como una representación errónea y simplista de la realidad. A lo que además, se suman la actitud y el discurso que ha manejado el director Jacques Audiard, pues ciertamente este no ayudó a suavizar la polémica cuando, en un intento de justificar su visión, dijo que él no tenía que venir a México para autenticar su obra y verificar detalles de la realidad que se vive; mientras que en otra entrevista afirmó que el español es “un idioma modesto y de pobres”, generando un rechazo aún mayor no sólo de los mexicanos, sino de los latinoamericanos en general. Y es que, en un país donde la identidad cultural es motivo de orgullo, -porque seamos honestos, ponemos un pie fuera de México y a todos nos sale la bandera del corazón y se nos enchina la piel al escuchar “Cielito Lindo”-, una declaración así hiere sensibilidades y refuerza la percepción de que la película se construyó desde el desconocimiento y la condescendencia.

El impacto en la imagen pública de la película «Emilia Pérez» no se limitó a la crítica social y la audiencia digital enardecida por su falta de tacto y entre otras fallas. Ahora, también la Profeco, tuvo que intervenir tras recibir quejas de espectadores que exigían el reembolso de sus boletos porque la película no cumplía con sus expectativas, lo que puso a Cinepolis en el ojo del huracán ya que esta se  promovió con “garantía Cinepolis”. Queda claro que la audiencia, aún aquella que quiso darle una oportunidad, no está contenta con la producción cinematográfica.

En paralelo, la respuesta de la audiencia mexicana fue contundente. Por ejemplo, un grupo de cineastas independientes y estudiantes lanzaron “Johanne Sacreblú”, un cortometraje satírico de “Francia” que ridiculiza al país con clichés y busca integrar los estereotipos reflejados en «Emilia Pérez». En menos de un día, la parodia se posicionó en plataformas como Letterboxd con una calificación promedio de cinco estrellas, superando a la película de Audiard, que apenas alcanzó 2.6. Este fenómeno es una prueba de que la percepción pública de un proyecto está ampliamente ligado a la capacidad de construir una narrativa en torno a él y que, hoy en día, la audiencia también tiene un poder interesante para hacer ver cuando la construcción integral de dicha imagen no se alinea con sus valores. 

Al final, aunque la película aborda temas de identidad de género, narcotráfico y desapariciones, su tratamiento parece más un capricho estético que una verdadera reflexión social. La incorporación de elementos musicales y coreografías que rompen con la narrativa confundió al público y le restó seriedad a problemáticas profundamente dolorosas para la sociedad mexicana. Así queda claro que la imagen pública de cualquier obra o personaje se construye con base en la coherencia entre su discurso, su ejecución y si esta conexión se rompe, la credibilidad se derrumba, sin importar cuántos premios o nominaciones haya de por medio.