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ERC co-enterrador de las ilusiones independentistas

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Toda actitud ética y moral ha de considerar dos reglas de oro básicas para la convivencia: no jugar con el tiempo vital de nadie y, asimismo, respetar la regla de no matar las ilusiones de la ciudadanía. Pero ERC, ayer, nos dio una nueva muestra de incumplir esas dos premisas elementales, como apunto a continuación.

Sabemos que el reino español aplica la política del garrote, y el contrapeso, la zanahoria, la presentan los partidos independentistas.

Ahora bien, lo que vimos ayer (3 de febrero), fue una nueva dilación de dicha zanahoria, por parte de ERC, como se puede leer en el siguiente fragmento que reproduzco:

‘(…) ERC inició el debate estratégico interno de la segunda parte de su congreso, que acabará con la aprobación definitiva de las tres ponencias: la política, la estratégica y la organizativa, a mediados de marzo.

La primera propuesta de ponencia estratégica, que podrá ser modificada por las bases a partir de ahora, sitúa el 2031 como fecha simbólica para la construcción de una ‘mayoría social y política favorable al proyecto de la República Catalana y al ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación’.

El partido se coge al futuro centenario de la fundación de su partido como el horizonte para la recuperación de una base social que empuje hacia un referéndum, sin ponerle fecha. ERC se compromete a trabajar para hacerlo ‘inevitable’. Para unos nuevos 1 y 3 de octubre que nos lleven a la proclamación de la República Catalana’, y para conseguirlo afirman que no pueden descartar ‘ninguna vía democrática’. Con esta formulación incluirían, según fuentes del partido, la vía unilateral, un potencial foco de discusión interna.’

(Odei A. Etxearte, Vilaweb, 3 de febrero 2025)

Este planteamiento de ERC no es novedoso, ya estamos acostumbrados con su política dilatoria, para no mojarse ni definirse a corto plazo, así van tirando de la rifa, manteniendo sus privilegios, olvidándose de la ciudadanía.

Es evidente que trasladar ahora al 2031 como ‘fecha simbólica para construir una ‘mayoría social y política favorable al proyecto de la República Catalana y al ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación’, es una muestra más de su vergonzosa política, ya que ERC, junto con los poderes del reino, han sido los culpables y responsables de la desmovilización.

Asimismo, que ‘el partido se coja al futuro centenario de la fundación de su partido como el horizonte para la recuperación de una base social que empuje hacia un referéndum, sin ponerle fecha’, nos demuestra que no tiene ningún interés en la realización a corto, medio ni largo plazo, para la realización de un nuevo referéndum. 

Y también es sumamente grave, que ERC asuma y plantee la identificación de su partido con el movimiento independentista. Oriol Junqueras hace tiempo que adoptó el lema ‘el estado soy yo’ (‘L’État, c’est moi, de Luis XIV de Francia, que se atribuye dijo el 13 de abril de 1655, en el parlamento de París); y ‘aprovechar’ la celebración del centenario de fundación de ERC a tal fin, es una muestra clara, clarísima, de utilización engañosa, manipuladora, tendenciosa y partidista, para sacar la mejor tajada. Y eso es reprobable, una justificación asquerosamente divisoria y excluyente.

Todos sabemos que, efectivamente, ERC es el partido político más veterano en Catalunya, pero en sus 94 años de historia, mayoritariamente no ha sido independentista, o, mejor dicho, lo ha sido, únicamente, en breves períodos concretos.

ERC, fundado en marzo de 1931, mediante la unión de las organizaciones políticas Estat Català (de Francesc Macià), el Partit Republicà Català (de Lluís Companys) y el grupo L’Opinió (de Joan Lluhí), entre otras agrupaciones locales.

El primer presidente del nuevo partido fue Francesc Macià. Y ERC se definió como socialdemócrata, partidario de la independencia de los Països Catalans y del confederalismo ibérico.

Tras las elecciones municipales de abril de 1931, Macià proclamó la República Catalana dentro de la República española (1931 – 1939), integrada en una Confederación de Pueblos Ibéricos; consiguiendo el Estatut de Catalunya y la recuperación de la Generalitat.

Macià falleció el día de Navidad de 1933, siendo sustituido por Companys, que en 1934 volvió a declarar el Estat Català de la República Federal española.

Y con la muerte del dictador y asesino Franco (1975), en 1977 volvió del exilio Josep Tarradellas (ERC) restaurando la Generalitat; un personaje clave hasta 1936, y en el mantenimiento de la Generalitat en el exilio, con claroscuros, y totalmente descafeinado de ideales tras su restauración, pues por su proximidad al mencionado grupo de intelectuales de l’Opinió, ‘su ideal era reproducir el partido laborista británico en Catalunya’, como apuntó Jordi Mercader en su blog. 

Y desde entonces, ERC ha presentado tiranteces y rivalidades internas, expresándose en sucesivas divisiones: en 1996, Àngel Colom y Pilar Rahola formaron el Partit per la Independencia; en 2009, Reagrupament (de Joan Ridao), en 2011, Josep-Lluís Carod Rovira, anterior presidente del partido, se dio de baja del mismo, manifestando que ‘algún día se reclamará la independencia en castellano’; etc., y así, hasta la reciente crisis del segundo semestre del pasado 2024. 

Evidentemente, las tensiones son propias de todos los partidos políticos, y eso denota vitalidad, pero, a la vez, inconsistencia, como la expresada con su participación en gobiernos tripartitos (2003 – 2010), con el PSC/PSOE, ICV-EUiA, tripartito presidido por Pasqual Maragall hasta el 2006; y reeditado el 2007 con la presidencia de José Montilla (ambos del PSC/PSOE)

Así que, en definitiva, de estos 94 años de historia, ERC únicamente ha ostentado el máximo poder de la Generalitat durante 3 años (2021 – 2024), con el gobierno de Pere Aragonès, que no se caracterizó por hacer avanzar el independentismo, ni mucho menos.

Y la última traición de ERC fue la de invistir al represor Salvador Illa (PSC/PSOE), en agosto del pasado 2024.

Con este breve repaso, recurriendo a información de Wikipedia entre otras, podemos ver, de forma clara, las diferentes almas de ERC, una independentista (Macià) otra más nacionalista y otra izquierdista, pasando por etapas de catalanismo federalista, al independentismo rupturista, de la tradición socialdemocrática y liberal a posiciones más izquierdistas.

Así, esos 94 años me parece que se pueden caracterizar por una falta de cohesión interna (mantenida mediante presidencias férreas, y una inconsistencia ideológica, adaptada de forma camaleónica a las circunstancias.

Aún así, es un partido importante, aunque últimamente ha ido perdiendo relevancia, por lo que fijar el 2031, la fecha de su centenario, no es una fecha neutra, asumida transversalmente.

Si ERC fuera en serio, su objetivo principal debería centrarse en alcanzar la alcaldía de Barcelona, el ‘cap i casal de Catalunya’, que será la primer contienda importante (mayo 2027) como expone muy bien Santiago Espot en su artículo ‘Catalunya sense ‘cap’’, pero eso ya es otro tema, que profundizaré en otro escrito. 

Pues bien, y volviendo a la frustración que genera el propuesto programa estratégico, dejando para el 2031 no se sabe bien, bien, qué, ya que el posible referéndum seguirá hibernado; me parece preciso señalar que posponerlo todo para dentro de seis años (mínimo), es menospreciar a las personas que somos mayores, y que nos hemos involucrado en mayor o menor medida, en función de nuestras respectivas posibilidades.

Efectivamente, se nos puede decir que 6 años no son nada, en temas tan complejos, y tendrían razón. Y todos firmaríamos que pudiéramos votar dentro de 6 años, pero sabemos que eso no será así, tal como lo plantea ERC.

Y esperar esos 6 años, para intentar ampliar las bases, cuando sabemos que en ese período muchos independentistas irán falleciendo, por ley de vida y, por lo tanto, traspasarán sin ver cumplidos sus sueños, es una estafa monumental.

Es preciso que los ‘líderes’ respeten el tiempo de los demás, pues estamos hartos de ladrones de nuestro tiempo e ilusiones.

También recordamos el refrán que dice que ‘el que vive de ilusiones, muere de desengaños’, y así estamos, frustrados, pero manteniendo la esperanza. Por eso es preciso buscar el equilibrio y la compatibilidad entre la realidad y los ideales.

Así que, ERC, a mi modo de ver, tiene grandes errores en su pasivo: su fluctuante ideología; su participación en los gobiernos tripartitos; la investidura de Illa 155; algunos ‘personajes’, como Rufián, por ejemplo; etc., y, ahora, hay que añadir esa nueva dilación.

Por lo tanto, su balance final, en absoluto nos muestra un fondo de maniobra satisfactorio, más bien al contrario, dado que, al ser el resultado de la división activo / pasivo, inferior a 1, realmente nos muestra que tiene serios problemas durabilidad.