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amadeopalliser@gmail.com
Apenas 3 semanas desde la nueva investidura de Donald Trump, han sido más que suficientes para experimentar las primeras consecuencias de la gran ola explosiva de la extrema derecha; como intento explicar en este artículo.
Todos hemos visto los decretazos de Donald Trump, cada vez más abstrusos y, como prevé la teoría del caos, toda acción tiene su reacción.
Y si el simple aleteo de una mariposa puede provocar un huracán en la otra punta del mundo (según planteó Edward Lorenz, con su ‘efecto mariposa’, al estudiar los sistemas deterministas no lineales) ¿qué podemos esperar de las grandes olas que provocan las medidas y amenazas de Trump?
A mi modo de ver, las consecuencias provocadas por Trump con sus olas, que superan en dimensión a la gran ola de Kanagawa (del artista japonés especialista en ukiyo-e, Katsushika Hokusai (1760 – 1849), pintada alrededor del año 1830), las consecuencias, como digo, son una serie de tsunamis seguidos, en diferentes direcciones, con un único objetivo: secuestrar la democracia, en sentido amplio, y sustituirla por el aquelarre de extremistas de derecha que ya están colonizando el pensamiento (ideas y lenguaje), para imponer su pensamiento único en la mayor parte de occidente.
Así como el mencionado artista Hokusai pintó una serie de 36 vistas del Monte Fuji (Fugaku sanjürokkei), siendo la citada de la gran ola, la primera de ellas, Trump nos muestra que, tras todo este oleaje de medidas, está él mismo, con su desbordante narcisismo, pues se considera el centro del mundo.
El escritor futurista Alvin Eugene Toffler (1928 – 2016), publicó ‘La tercera ola’ (1980) (The third wave), en la que describió ‘tres tipos de sociedades, basadas en el concepto de las ondas: cada onda deja de lado las sociedades y culturas anteriores (…) La primera ola fue la sociedad agrícola, la segunda fue la sociedad de la edad industrial, y la tercera la sociedad postindustrial (la era de la información) que comporta el ataque al estado-nación, desde arriba y desde abajo, con la progresiva obsolescencia del propio estado – nación.
Psicosocialmente está muy estudiada la difusión del pensamiento único, para conseguir el mencionado ataque desde abajo (y, tristemente, de los que no tienen nada).
El cineasta Dennis Gansel, en 2008 dirigió la película ‘Die Welle’, La Ola, con el siguiente argumento:
‘Durante un proyecto semanal, el profesor Rainer Wenger enseña a los estudiantes de su clase, el tema de la forma de los gobiernos. Los estudiantes se muestran escépticos delante de la idea que pudiese volver una dictadura como la del tercer reich en Alemania, al estimar que en la actualidad ya no hay el peligro que el nacionalsocialismo vuelva a tomar el poder.
El profesor decide empezar un experimento con los estudiantes para demostrar cómo es de fácil manipular las masas’.
El antecedente real de esa película se dio en otoño de 1967, cuando el profesor de historia del Instituto Cubberley de Palo Alto, California, llamado Ron Jones, dirigió un experimento en su clase: impuso un régimen de estricta disciplina en su clase, restringiendo la libertad de los alumnos y haciendo de ellos una unidad. Para gran sorpresa del profesor, los alumnos reaccionaron con entusiasmo a la obediencia exigida de ellos.
El experimento, que originalmente había de durar solo un día, pronto se extendió por todo el instituto. Aquellos que disentían fueron aislados e incluso agredidos si no se unían al movimiento, y los miembros empezaron a espiarse y a desconfiar entre ellos.
El quinto día, Ron Jones fue obligado a dar por acabado el experimento.
El nombre de ese movimiento fue el de ‘Tercera Ola’.
(fuente: Wikipedia)
Pues bien, un primer efecto del ‘tsunámico’ Trump, lo vimos ayer en Madrid, con el gran Akelarre organizado por Vox, liderado por Santiago Abascal, presidente de ‘Patriots.eu’ (patriotas de Europa), el grupo político de extrema derecha en el parlamento europeo (la actual tercera fuerza política de la cámara, con 86 eurodiputados)
A ese Akelarre participaron Matteo Salvini (líder de la Liga italiana), Viktor Orbán (primer ministro de Hungría), Marine Le Pen (líder de la agrupación nacional francesa), Martín Helme (Estonia), Afroditi Latinopoulou (Grecia), Krzysztof Bosak (Polonia), André Ventura (Portugal), Andrej Babis (Chequia), Geert Wilders (Paises Bajos), el presidente argentino, Javier Milei, envió un vídeo transmitiendo su grito de guerra: ‘Viva la libertad, carajo’. Es decir, lo ‘mejor de cada casa’.
Y todos ellos elogiando y alabando a ‘su guía’ Donald Trump, claro.
Santiago Abascal aseguró que ‘Europa ha de volver a ser reconquistada frente el dominio musulmán, como en la Reconquista que concluyó con la toma de Granada en 1492 (…) España volverá a ser el muro de Europa ante el avance del islamismo. Estamos dispuestos para volver a hacerlo’.
Me parece evidente que Abascal no ha evolucionado, está anclado en el pasado, en el pensamiento (e intereses) de Isabel y Fernando, los abusivamente llamados ‘Reyes Católicos’, los fundadores del tribunal del santo oficio de la inquisición, encargado para mantener la ortodoxia católica, y con carta blanca para torturar y asesinar.
Y ‘curiosamente’, Abascal (Vox y sus ‘compañeros de viaje’), con esa peligrosa parodia de ayer, montaron un aquelarre (que en euskera, expresa un campo de cabras, del vasco ‘aker’, cabra y ‘larre, campo), el lugar donde las brujas celebraban sus reuniones rituales, con sus alucinógenos (belladona, amanita muscaria, etc.); es decir, esos líderes de la ultraderecha siguieron las pautas de las ‘brujas’ perseguidas antaño, cuando, en realidad eran mujeres sabias, por su conocimiento de los remedios medicinales, naturales.
Ya sabemos que en Madrid, tradicional e históricamente, hay una gran concentración de la extrema derecha, por ser la sede de casi todas las instituciones del estado y, claro, de todos los más relevantes personajes del reino, empezando por el coronado. Así que Madrid se ha convertido en el nuevo Zugarramundi vasco, ya que, según las acusaciones, las brujas ‘invocaban’ a los demonios, y por fin, ahora éstos se han personificado.
En definitiva, que la gran ola del ‘trumpista kanagawa’, ya está arrasando la ética y la moral de todo el planeta, como vemos, pues la gran parte de los políticos y medios de comunicación han adoptado la política del avestruz, apostando por la maldita ‘conllevancia’ de José Ortega y Gasset (1883 – 1955), que tanto daño ha hecho a la democracia española, sometiéndola al poder.
Por eso, ya no nos valen los simples flotadores infantiles de color rosa y forma de unicornio, que nos venden los diferentes partidos, empezando por Pedro Sánchez, ya que su consistencia es nula, tramposa, como señalé, pues tiene doble cara y, en la oculta, negocia con Palantir, de Peter Thiel, para espiar mejor los patrones y comportamientos que consideran ‘sospechosos’, y, claro, los independentistas, los primeros.
Es evidente que la extrema derecha tiene secuestrada toda la política occidental, ya que los atrae como el más potente de los agujeros negros.
Así que nos queda:
- esperar en la playa la llegada del destructor tsunami, con sus sucesivas olas de la extrema derecha, confiando en dicho flotador happy flowers;
- esperar el meteorito 2024-YR4, que podría impactar en el 2032, y que los dinosaurios empiecen de nuevo y mejor;
- o espabilarnos, y darnos cuenta de que nosotros, aunque seamos pocos y la mayor parte viejos, tenemos la fuerza para parar cualquier sistema, de forma democrática y pacífica, dificultando sus actuales vías de enriquecimiento.