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Las barberías en el Estado de México se convirtieron en más que un lugar para un corte de cabello, durante meses estos negocios pasaron desapercibidos, multiplicándose en colonias donde la delincuencia tenía el control.
Eran un local más, con luces, pintura y fotos de cortes modernos en las paredes; pero lo que se descubrió con la Operación Atarraya es que más de 300 de estos negocios no eran para cortar cabello, sino ser usados como puntos de venta de drogas, halconeo y coordinar actos delictivos.
Las cifras son escalofriantes, pues de 404 barberías investigadas, 312 resultaron estar ligadas a actividades delictivas.
En estas supuestas estéticas, se planeaban secuestros, extorsiones y hasta homicidios , sin mencionar que funcionaban como puntos de distribución de drogas, como el caso de las Barberías Hooligans, que formaban parte de la estructura del grupo delictivo denominado Nuevo Imperio.
Muchos pagaban “derecho de piso” o eran propiedad de grupos criminales, sabían qué denunciar era jugarse la vida.
Hoy, con la Operación Atarraya, Delfina Gómez Álvarez y su gobierno, han dado un golpe fuerte y necesario.