Buscar

El mal menor también es un mal

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Hay muchas situaciones que plantean dilemas entre diferentes opciones negativas, como dicen muchos refranes, por ejemplo, ‘huir del fuego para caer en las brasas’; pero nunca la guerra, el colaboracionismo, el espionaje, la tortura, etc., pueden ser considerados males menores, son igualmente males, como intentaré explicar en este escrito.

Hace unos días comenté los principios de la ventana de Joseph P. Overton (1960 – 2003), fallecido a los 43, por un accidente en su aeroplano; esos principios explican que una idea determinada puede hacer modificar el rango de las preferencias individuales, haciendo que una decisión, originariamente inaceptable, impensable, pueda acabar siendo asumida y pasar a ser considerada la norma.

Overton estableció la siguiente jerarquía, aplicable tanto en los dos polos: extrema derecha e izquierda:

Impensable / radical / aceptable / sensato / popular / política / popular / sensato / aceptable / radical / impensable.

Así, la parida de Donald Trump, de hacer un resort en Gaza, ha hecho trasladar la ventana de valoraciones de Overton; y si, finalmente, es el estado judío el que efectúa la expulsión de los palestinos, para ocuparlo ellos, en general no se verá tan mal, y será asumida la decisión como ‘mal menor’. En esa línea, hoy, Trump ha anunciado que, si el próximo sábado Hamás no ha liberado a los presos judíos, abrirá las puertas del infierno. Y, claro, eso, indirectamente, nos confirma que el propio Trump es el rey de los diablos, el Satanás mayor; y, a la vez, si finalmente se limita a dejar las manos libres a Binyamín Netanyahu para que ejecute el genocidio, la población mundial no lo verá tan grave, confirmando, de ese modo la tesis de Overton.

En el reino español se está planteando un dilema similar: seguir votando al PSOE, como mal menor, ante la probable llegada del PP / Vox. Pero eso es un falso dilema, ya que las décadas de teórica democracia, de forma mayoritaria presididas por el PSOE con su política teóricamente socialdemócrata, ha resultado un gran fracaso, ya que no ha acabado con el franquismo; ha reducido las libertades, con su ley mordaza, que en gran parte sigue vigente; ha utilizado todas las cloacas del estado contra el independentismo catalán; actualiza las pensiones, pero, con total opacidad, eliminan el reajuste entre el índice de actualización y la inflación real; aumentan el salario mínimo interprofesional, pero, por primera vez, dejarán de estar exentas de la declaración de renta de las persona físicas; etc.

Y me parece claro, este mal menor que representa Pedro Sánchez, no deja de ser un mal, pues nos deja como al burro de Buridán (*), que murió de hambre y sed, al estar a igual distancia de la comida y el agua.

(*) Jean Buridán, teólogo escolástico del s. XV, discípulo de Guillermo de Ockham; estableció un conjunto de paradojas de reducciones al absurdo.

Charles Robert Darwin (1809 – 1882) dijo: ‘la progresiva degeneración de la especie humana se percibe claramente en que cada vez nos engañan personas con menos talento’.

Otro ejemplo, a nivel particular: hace unas semanas me dijeron que tenía cáncer de próstata, después me dijeron que mirarían que no hubiera metástasis, y se me cayó el mundo encima; hoy me han dicho que no hay metástasis, pero que el cáncer es agresivo, si bien, por el protocolo, al tener más de 70 años, no está prevista la intervención quirúrgica, así que el tratamiento será radiológico.

Pues bien, al apuntar la posibilidad de la metástasis, se modificó la ventana en cuestión, y ahora, al ver que no hay metástasis, parece que debería ser mas fácilmente asumido el cáncer en cuestión, confirmando la tesis de la ventana de Overton. 

Pero no es así, al menos no totalmente, ya que es una triste experiencia verse y sentirse un mero número, condicionado por la edad, pues, si tuviera menos de 70 años, me operarían, pero, al pasar de esa edad, y, por lo tanto, tener, teóricamente, una esperanza de vida inferior, ‘ya no estiman esa operación’; de todos modos, si insistía en la operación, con sus posibles secuelas, lo debatirían en el comité médico. Es un asco y una indecencia que el sistema capitalista lo determine todo.

Ahora bien, en principio, hemos de confiar en la deontología médica y en sus principios bioéticos. No nos queda otra; pues es evidente que el mencionado comité médico, respaldaría lo que ha dicho el propio médico, que forma parte del comité.

Así que, para nosotros, los pacientes, es un falso dilema (ya que las dos opciones son negativas, una más que otra; pero no hay una opción positiva), como el mito de Escila y Caribdis, explicado por Hómëros (Homero, s. VIII a. C.) en su obra de la Odissea, pues Ulises (Odisseus) tuvo que afrontar apartarse de la costa dominada por Caribdis (en la que habrían fallecido todos) y acercarse a Escila, a pesar de sus horribles aullidos (donde perdió ‘solo’ a la mitad de sus compañeros)

Ante esta situación:

Al nivel político tenemos el poder de nuestro voto, que es fácilmente manipulable, como sabemos, dado el conjunto de medios de comunicación sistémicos, que comen en el pesebre del estado. Y, además, el sistema está suficientemente blindado para que, una vez alcanzado el poder, puedan actuar a su libre antojo, sin contar con elementos reguladores ni la posibilidad de efectuar mociones de censura directas, en base a determinados miles de firmas de la ciudadanía;

Y, a nivel sanitario, dada nuestra vulnerabilidad e insignificancia, es aconsejable la calma, la paciencia y la confianza en el sistema, mal que nos pese;

Y, en conjunto, en la medida de lo posible, seguir la filosofía estoica de Chrysippos ho Soleus (Crisipo de Solos, 281 a. C. – 208 a. C.), especialmente en cuanto hace referencia a su final, ya que, según Diógenes Laercio, se dieron dos explicaciones diferentes:

  • Ser presa de vértigo por haber abusado de beber vino sin diluir, muriendo poco después;
  • Estaba viendo a un burro comer higos, y exclamó: ahora dale al burro una copa de vino puro para acompañar a los higos; y, tras explicar este chiste, empezó a reír, muriendo de un ataque de risa.