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amadeopalliser@gmail.com
La situación actual me ha recordado la novela ‘La peste’ (1947) de Albert Camus (1913 – 1960, Premio Nobel de Literatura en 1957) y el título que he tomado para este escrito corresponde a la siguiente frase suya: ‘Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso’; asimismo, anteayer leí un artículo titulado ‘Tres veces rebelde: poesía de trinchera y resistencia feminista’. Y me ha parecido que podría ser interesante ligar ambos temas, ya que son estimulantes para pensar y repensar las trifulcas entre tirios y troyanos que nos abruman.
Estos días vamos viendo que el sheriff Trump está haciendo y deshaciendo en todo el mundo, a su gusto y manera, prescindiendo de todos, no solo de las poblaciones palestina y ucraniana, sino, también, de las instituciones como la UE, pues únicamente busca cumplir con sus lemas ‘America First’, ‘Make America Great Again’ (MAGA).
Y ya comenté que, tristemente, esos lemas han sido adoptados, acomplejadamente, por la UE, ‘Make Europe Great Again’, y así, al final, toda la ciudadanía quedaremos ciegos, como el viejo chiste:
Un genio le dice a una señora que pida un deseo, y que a su vecina le dará el doble; entonces, la primera dice que le saquen a ella un ojo (así, a la vecina le quitarán los dos), ese es el comportamiento más egoísta posible, claro; que nos define, a nivel general, como especie (machismo incluido).
En resumen, la mencionada obra ‘La Peste’, de Camus, es el siguiente:
‘El autor desarrolla una narrativa inquietante dentro de los muros de cuarentena de la ciudad argelina de Orán, atrapada por un inexplicable brote de peste bubónica. A medida que la enfermedad se propaga y los habitantes de la ciudad se ven obligados a aislarse, Camus profundiza magistralmente en temas de sufrimiento humano, desesperanza existencial y la lucha colectiva por encontrar sentido en medio del caos. A través de la mirada de un variado elenco, desde el diligente Dr. Rieux hasta el periodista desafiante Rambert, la novela no solo retrata las duras realidades de la epidemia, sino que también eleva el espíritu de resiliencia y solidaridad en tiempos de crisis.
Tanto alegoría como crónica, ‘La Peste’ invita a los lectores a reflexionar sobre la naturaleza del destino, la esencia de la conexión humana y la eterna pregunta de cómo vivir cuando la normalidad de la existencia se ve brutalmente socavada’.
Es sabido que la peste, en esa obra, es una metáfora del fascismo, del totalitarismo. En la última página del libro, el doctor no puede compartir los gritos de alegría cuando se anuncia que el terror de la peste ha acabado:
‘Él sabía lo que la multitud ignoraba y que se puede leer en los libros que el bacilo de la peste nunca muere ni desaparece, que puede estar escondido durante decenas de años (…) y que, quizás, llegará un día que, por desgracia y enseñanza a los hombres, la peste se despertará’.
Camus expresaba que el totalitarismo, como la energía, nunca desaparece, solo se transforma (de acuerdo con las leyes de Einstein), esperando el momento oportuno, como el actual, que el péndulo tiende hacia las políticas de extrema derecha, atrayendo (absorbiendo), desgraciadamente, a las falsas socialdemocracias. Es decir, que el mal siempre está presente, de forma larvada o floreciente, como está pasando ahora.
Y, en cuanto hace referencia al mencionado artículo titulado ‘Tres veces rebelde: poesía de trinchera y resistencia feminista’ (Vilaweb, 11 de febrero), la autora, Gemma Pasqual i Escrivà, comenta el libro de Pura Peris, con el mismo título del artículo, si bien, al principio reproduce una breve poesía de María Mercè Marçal i Serra (1952 – 1998), titulada ‘Divisa’ (1977), que, traducida al castellano, es la siguiente:
‘Al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, de clase baja y nación oprimida.
Y el turbio azul de ser tres veces rebelde’
Pues bien, sin querer trivializar la triple reivindicación de Marçal, en absoluto, me parece que, personalmente podría reproducir mi triple rebeldía por:
Ser viejo, en un momento derechizándose y en un país colonizado.
Pues me parece claro que, como dijo Camus, ‘el ser humano es un ente en constante lucha contra el absurdo’, y esa absurdidad la veo reflejada, entre otros aspectos, en la predominancia del edadismo, como forma de discriminación social por cuestión de edad, ya que la ‘realidad’ está determinada por los estereotipos y prejuicios asignados a los mayores.
Un ejemplo claro lo tuve hace un par de días, cuando el oncólogo me dijo que, por tener más de 70 años, el protocolo adoptado ya no aconseja la intervención, así que se limitarán a la radioterapia, puesto que la operación para extraer el tumor sería bastante agresiva. Al comentarle que me parecía absurdo que si tuviera 69 años me operarían, a pesar de la mencionada agresividad, pero que al superar los 70, ya no, que me podía morir. Y me respondió que así está establecido el protocolo, ya que la esperanza de vida, a mis 74 años, es menor.
Evidentemente, si sus argumentos se hubiesen centrado en la agresividad de la intervención, y hubiese señalado que, a mayor edad, más peligrosa sería la operación, lo hubiera entendido; pero no, su principal argumento fue el de la edad.
Me parece claro que, además de mostrar una falta total de empatía, ese doctor, posiblemente sea un gran especialista, pero un comunicador fatal; además de corroborar las leyes de Donald T. Campbell (1976), de Robert Lucas (1976) y de Charles Goodhart (1975), que confirman que ‘cuando un indicador socioeconómico u otra medida sustitutiva, se convierte en el objetivo de políticas socioeconómicas, pierde el contenido informativo que podía calificarla para jugar este papel’
Además, esa discriminación por edad, va en contra del artículo 14 de la constitución española, que dice que:
‘Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social’.
Pero ya sabemos que las leyes y, en concreto, su constitución, los diferentes poderes se las saltan según sus necesidades y conveniencias; y, en un momento como el actual, las necesidades básicas, como la vivienda, sanidad, inserción, inmigración, etc., siempre quedan en última posición, ya que, ahora prima:
- la inversión armamentista: los EUA y la OTAN quieren que los estados gasten (ya que no es una inversión) un 5% de sus presupuestos; para multiplicar los beneficios de las empresas correspondientes, y, también,
- la inversión en la inteligencia artificial (Europa ha anunciado una inversión de 200.000 millones para construir gigafábricas de IA)
Y, desgraciadamente, la masa de votantes, de forma acrítica, nos limitamos a entretenernos con las estúpidas trifulcas partidistas, rememorando la enemistad entre los tirios y los troyanos (en referencia al regreso de los griegos dirigidos por Eneas, tras la victoria en Troya, y llegados a Cartago, gobernado por la reina Dido, que los recibió de forma hospitalaria)
En ese relato, de la Eneida (poema épico escrito por Publius Vergilius Maro (Virgilio, 70 a. C. – 19 a. C.) y publicado, aproximadamente, el año de su muerte), a los habitantes de Cartago se les denominan tirios, por proceder de la ciudad de Tiro. Dido se enamoró de Eneas y ambos planearon la construcción de una nueva gran ciudad, que compartirían los tirios y los troyanos. Pero los dioses recordaron a Eneas que su destino decretaba fundar Roma, así que los troyanos planearon en secreto partir de Cartago con sus naves. Cuando Dido se enteró, antes de suicidarse, lanzó una maldición suplicando a los tirios venganza eterna contra los troyanos y sus descendientes)
La expresión ‘tirios y troyanos’ pasó a representar el símbolo de la rivalidad y la divergencia; y, así, la vemos entre los diferentes partidos, e, incluso, y de forma denigrante, entre los diferentes candidatos perdedores en las recientes elecciones para presidir el Consell de la República.
Qué difícil es asumir las derrotas. Y eso es una clara muestra de la escasa calidad de la democracia, en todos los órdenes y niveles.
Camus resaltó que:
‘El engaño interpersonal, por otro lado, es una realidad inevitable en las relaciones humanas. Camus reconoce que el engaño puede surgir de nuestras propias inseguridades y miedos, y que a menudo proyectamos nuestras expectativas en los demás. Esta proyección puede llevar a malentendidos y conflictos, pero también ofrece una oportunidad para el crecimiento personal y la comprensión.
(…)
La idea del ‘invencible verano’ es una de las metáforas más poderosas de Albert Camus. Esta frase captura la resiliencia y la esperanza que pueden encontrarse incluso en los momentos más oscuros de la vida. Camus sugiere que, a pesar de las dificultades y el sufrimiento, hay una fuerza interna que nos impulsa seguir adelante. Esta noción es un recordatorio de nuestra capacidad para superar la adversidad y encontrar la paz interior’.
(https://search.app/4UUZMi19yT6WaooG6)
Es evidente que seguir confiando en ese metafórico ‘invencible verano’ satisface nuestras esperanzas e ilusiones; pero, siguiendo con la filosofía del absurdo, Camus remarca que la vida humana carece de un sentido intrínseco, así que el absurdo es una conclusión pesimista, ante la contradicción de la disonancia entre el deseo de encontrar un sentido y el silencio indiferente del universo. Pero esa alienación ofrece una oportunidad para la libertad, para afrontar el absurdo, mediante la rebelión permanente, ante el conflicto entre la libertad individual y la colectiva.
Según Camus, la rebelión es la fuente de la conciencia, un reto ante la desesperanza y el absurdo.
Y me parece evidente que debemos ser rebeldes, ante la situación actual, para evitar / superar nuestro momento, pero sin caer en la trampa, como se explica muy bien en la siguiente fábula:
‘Las palomas
La sociedad de las palomas vivía próspera y tranquila, sin amenaza ni riesgos importantes, cuando un cierto día apareció en el bosque un milano, esa ave aficionada a capturar animales pequeños, entre ellos, palomas.
El milano trastornó la, hasta entonces, tranquila existencia de la sociedad de las palomas.
Tal fue el problema que las palomas decidieron, en un conciliábulo, buscar protección fuera de su comunidad. Se propusieron varias medidas, y se pusieron a votación. La más votada fue hacer una petición de protección externa: llamarían a otra ave, una gran enemiga de los milanos.
Buscaron en el bosque y encontraron que un águila muy grande, la llamada pigargo, tenía una gran enemistad con el milano y prometió ayudar a las palomas. Dijo que llegaría al día siguiente, y así lo hizo. El pigargo se instaló en la sociedad de las palomas, provocando que el milano se alejara a otras partes del bosque.
Sin embargo, el pigargo siguió viviendo entre las palomas y estas terminaron por darse cuenta de que el pigargo hacía muchos más estragos y matanzas en un día, que lo que haría un milano en un año’
(https://search.app/rf3hRaLE1rpSMPN8A)
En definitiva, que dentro de nuestra absurdidad y la de nuestro momento actual, efectivamente, debemos ser críticamente rebeldes, pero contra todo y todos, contra el conformismo ‘pacificador’ del milano Pedro Sánchez, y el prepotente pigargo Trump.
Ya que, solo así, podremos impedir o revertir las medidas inhumanas que nos pretenden imponer, con sus estratosféricos gastos en armas y en inteligencia artificial (con fines armamentistas, preferentemente, claro)
Y todo eso pasa por romper con todas las cadenas que nos tienen puestas, y empezar a andar libres, implantando, democrática y pacíficamente, la República Catalana, cueste lo que cueste; una República que, forzosamente, debería ser ética y moral y, por lo tanto, laica; y sin las relaciones tóxicas que nos envenenan en todos los órdenes de nuestra vida.
Y si no somos capaces de movernos para conseguirla, mejor será confiar en la llegada del meteorito 2024 YR4, y que el 2032 empiece todo de nuevo, pero mejor, claro.
Únicamente estas alternativas conseguirán abolir la peste que nos atenaza.