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La realidad ya es suficientemente grotesca, que no es preciso deformarla ni exagerarla, como estamos viendo en el momento que estamos viviendo, como intento argumentar seguidamente.
Tras la victoria de la derecha alemana (CDU/CSU) con 14 millones de votantes, vemos que el panorama europeo ha virado de acuerdo con el péndulo mundial, y veremos cuánto dura ese ciclo deprimente.
Pero, es evidente que en ese ciclo, todo apunta de un color bastante negro para los derechos humanos, ya que, en este momento, de los 27 estados de la UE, únicamente 3 están gobernados por partidos socialistas (Dinamarca, con 5,0 millones de habitantes, España, con 49,1 millones y Malta, con 0,6 millones de habitantes, es decir, apenas un 12,4 % de los 440,2 millones de habitantes totales de la UE) Es decir, que los socialistas son como las aldeas galas de Astérix de los cómics, frente al poderoso imperio romano (ahora, americano)
Y veremos que, en las próximas elecciones, esas aldeas se reducirán, ya que las encuestas españolas, vaticinan bastos.
Volviendo al tema del cordón sanitario a la extrema derecha, vemos que, aparentemente, los partidos alemanes intentan mantenerlo respecto a la extrema derecha, pero la ciudadanía no, ya que 10,3 millones de alemanes votaron por AfD ¿así, es correcto aislar a ese contingente de población?, ¿no sería más oportuno aplicar verdaderas políticas socialdemocráticas, sin rendirse y rebajar el listón aproximándose a los postulados de la extrema derecha?
Evidentemente, es importante señalar que la intervención americana, efectuada por Elon Musk, entre otross, no ha conseguido sus efectos, ya que se han confirmado las encuestas previas a esas intervenciones, y eso es positivo; como lo es el incremento de la participación, un 6,2%, llegando, así al 82,54% del censo, que ha permitido frenar a la extrema derecha. Pero, aún así, la posible gran coalición (Grossen Koalition) que permita el futuro gobierno, no será tan grande como lo era hasta ahora, y tenderá más hacia la extrema derecha (que será la líder de la oposición)
Asimismo, me parece obvio que la Internacional Socialista, integrada por 132 formaciones políticas y organizaciones sociales, debería hacer un profundo examen de contricción, ya que la presidencia de Pedro Sánchez, desde el pasado 25 de noviembre del 2022, ha sufrido un gran descalabro.
Sánchez alcanzó dicha presidencia, sustituyendo al griego Yorgos Papandréu, con el objetivo de conquistar nuevos derechos y libertades, de acuerdo con los valores y principios socialdemocráticos en el mundo, como apuntó Sánchez, y de ‘fortalecer el frente al orden neoliberal que ha traído de vuelta a los extremismos y la desigualdad’; y si Sánchez tuviera un mínimo de pudor, de ética y de responsabilidad, dimitiría, no es aceptable que siga, como si no hubiera pasado nada.
En todos los órdenes, y en ese en concreto, es precisa la renovación de pseudo liderazgos, posibilitando la aparición de nuevos personajes con nuevas ideas, adecuadas al contexto real, es decir, savia nueva.
Es vergonzoso que los personajes que nos han llevado al actual desastre se mantengan, y quieran liderar la regeneración. Eso no funciona en ningún caso, como estamos viendo con Josep Guardiola, en el Manchester City F. C.; la regeneración ha de ser total, ya que, en caso contrario, no es regeneración, es un mero maquillaje.
Pero sabemos que, a nivel general, todo es una farsa, un esperpento, ya que las tragedias personales, individuales, son vividas familiarmente, mientras que la sociedad está ‘inmunizada’ por el propio sistema, que las mantiene en sus respectivos sofás, anestesiadas por el soma del momento.
En esa línea, hoy hemos visto la magnífica película ‘Aún estoy aquí’ (Ainda estou aquí), dirigida por Walter Salles, nominada a 3 Premios Óscars (yo pensaba que las películas extranjeras sólo podían optar al premio película extranjera), sobre el caso real del diputado brasileño Rubens Beyrodt Paiva (1929 – 1971), capturado y ejecutado por el régimen durante la dictadura militar de Brasil, implantada en 1964.
En esta película se muestra la dura vida familiar (esposa e hijos), pero, a la vez, la triste ‘normalidad’ del resto de la ciudadanía, que vive ajena a lo que sucede.
Así, en el momento actual, vivimos la esperpéntica ‘normalidad’ que nos quieren imponer los respectivos poderes, como vemos por los siguientes ejemplos:
Que Keir Starmer y Emmanuel Macron, primer ministro del Reino Unido y jefe de estado de Francia, respectivamente, se desplacen para reunirse con Donald Trump, para ‘mendigar’ la participación europea en la negociación de la solución de la invasión rusa en Ucrania, nos muestra muchos puntos débiles, como:
- Que la UE expresa su máxima irrelevancia, ya que, en lugar de ir Ursula von der Leyen, presidenta de la comisión de la UE, ese papel lo adopten los mencionados personajes, es deprimente, máxime cuando el RU no forma parte de la UE. Así que, en conjunto, todo es un puro esperpento.
- Como lo es que Francisco Galindo, el mediador entre Junts y el PSOE, haya propuesto que el president Carles Puigdemont retire su propuesta de ILP (iniciativa legislativa popular), que no comporta efectos legales, pero sí políticos, sobre la exigencia de la moción de confianza de Pedro Sánchez; no es más que una nueva muestra de que los poderosos siempre acaban imponiéndose (en este caso, Sánchez), ya que pueden comprometerse y prometer cosas que saben que no cumplirán. Y, claro, desactivar esa ILP, liquida, definitivamente, el mínimo poder que tenía Junts, y le deja a los pies de las críticas de los caballos de ERC. Este ejemplo, es una copia barata de la opresión de Trump respecto a Zelenski.
Los poderosos siempre tienen las de ganar y, claro, la ciudadanía de base, siempre acabamos perdiendo.
El canciller Otto Eduard Leopold von Bismarck – Schönhausen (1815 – 1898), entre otras cosas, dijo: ‘ves con cuidado con aquellos que solo ven desorden en el ruido y paz en el silencio’, y eso es lo que propugna y vende la derecha (y la socialdemocracia), así que tenemos un futuro bastante negro.
El pasado diciembre leí una entrevista de Albert Om a Salvador Alsius, y que éste acabó con un chiste machista: ‘Un catalán fue a poner una esquela por la muerte de su esposa, y pidió el siguiente texto: ‘Marta, muerta’; cuando le explican que podía añadir texto por el mismo precio, lo redondea de esta manera: ‘Marta, muerta. Vendo Opel Corsa’.
Y este chiste me viene al pelo, como metáfora del momento actual, de olvidar y menospreciar los aspectos relevantes, con meras tonterías, como estamos viendo hoy con la ‘mesa bilateral’ gobierno estatal / Generalitat, cuando, en realidad, es una mesa entre el jefe y su subordinado dócil; y claro, nos volverán a engañar, diciendo que la singularidad nos aportará más financiación, cuando, en realidad, se tratará de una mejora generalizada para todas las comunidades autonómicas.
En definitiva, que tenemos los gobiernos que nos merecemos (Joseph de Maistre, 1753 – 1821), pues las malas gestiones de los máximos representantes anteriores (Torra y Aragonès), nos han traído la actual vulgarización anodida, regalada por ERC al represor Salvador Illa, y que pagaremos y sufriremos durante muchos años; y que espero que ERC acabe pagando con creces, por los siglos de los siglos.
Por eso me parece una buena forma de acabar el presente escrito, transcribiendo la letra de la canción ‘Perquè he plorat’, de la obra ‘Mar i Cel’ (1988) de Dagoll Dagom:
Porqué he llorado
Siempre he mirado al infinito
siempre he buscado la última estrella
siempre he pensado, siempre me han dicho
que el mundo era una maravilla.
Yo que en las noches de sueños ardientes
entre blancas sábanas y paredes blancas
veía pasar feliz a la gente
con mirada clara y sincera.
Siempre he intentado ser el más fuerte
yo siempre he visto florecer la suerte
siempre he luchado por sobrevivir
yo a mi alrededor he visto sonreír.
Siempre he querido morir matando
toda la vida he estado jugando
siempre me he jugado la vida
y nunca me he hecho ninguna herida.
¿Por quién ha llorado?
¿por quién ha llorado?
como nunca había visto llorar.
¿Qué me ha pasado?
¿qué me ha pasado?
¿por qué he llorado?
por quien no tenía que haber llorado.
¿Por qué ha llorado?
¿por qué he llorado?
por quien no había visto llorar.
Ahora me despierto en el fondo de un pozo
veo que en el mundo la gente se odia
y en la oscuridad todo se remueve
como si no hubiera luz del día.
Para ellos la guerra es i portante
y todo es lucha y embestida
de hombres feroces e inhumanos
que no quieren ni la vida.
Pero en este mundo cruel y sordo
pero en medio del odio y del horror
hay quien no quiere arrastrarse
hay quien no se cree esta farsa
Hay alguien que lleva consigo un mundo tan nuevo
veo una luz al fon do del pozo
que me hace volver a empezar a vivir
hay alguien que lucha para ser libre.
¿Por quién ha llorado?
¿por quién ha llorado?
como nunca había visto llorar.
¿Qué me ha pasado?
¿qué me ha pasado?
¿por qué he llorado?
por quien no tenía que haber llorado
¿Por qué ha llorado?
¿por qué he llorado?
por quien no había visto llorar.
Mi conclusión es que, si nos limitamos a llorar y lamernos las heridas, seguiremos encadenados al cíclico vaivén internacional y español; por eso, es preferible dejar de llorar y despertar la mítica bestia Gònica (Canigó al revés), y gritar el ‘¡Desperta Ferro!’ (despierta hierro), y defender, pacíficamente, nuestras ilusiones, por tierra, mar y aire, no hay otra.