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Unidad de policía ‘Precrimen’ en el Reino Unido

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

‘El Reino Unido crea una herramienta para identificar asesinos en potencia’, ese fue el título del artículo de María Aladern, publicado ayer (8 de abril), así que, lo que parecía una distopía en la película ‘Minority Report’, dirigida por Steven Spielberg en 2002, ya se está convirtiendo en una triste realidad, como explico a continuación.

La entropía (del griego ‘entropé’, significa cambio, giro) y ‘es una medida cuantitativa del desorden o aleatoriedad (caos) en el sistema’, así, por ejemplo, si dejamos caer una taza, se fragmentará, y la entropía aumentará; y ese proceso es irreversible, ya que la ‘neguentropía’ (negentropía, negantropía, entropía negativa o sintropía), es decir, la tendencia natural de que un sistema se auto-regenere, es menor y atípica.

El concepto de la entropía fue introducido por el físico y matemático alemán Rudolf Julius Emmanuel Clausius (1822 – 1888) en el siglo XIX, y se ha convertido en un punto fundamental de la termodinámica, que, en su segunda ley, establece que ‘la entropía total de un sistema aislado nunca disminuye (…) y cuando más desordenadas estén las partículas en un sistema, mayor será su entropía’.

En el momento actual, Donald Trump está siendo el mayor elemento entrópico, ya que todos los otros países del mundo actúan de forma aislada, para intentar salvar sus propios negocios y mercados; mientras que, si actuasen de forma unida, podrían plantar cara a esa entropía, y promover la sintropía (neguentropia) y superar el actual desorden, y así, volver al orden previsible.

Si bien la guerra arancelaria es sumamente importante, en el presente escrito me parece de interés centrarme en un aspecto ajeno, pero que también va en la línea distópica.

La mencionada María Aladern, en su artículo citado, apuntó que:

‘El Reino Unido tiene en marcha un programa para predecir qué personas tienen más probabilidades de asesinar a alguien. Según ha avanzado The Guardian, se trata de una herramienta que se nutre de los millones de datos que tiene a su alcance la administración, con el objetivo de descubrir quién es un asesino en potencia, o quién tiene más números de cometer actos delictivos graves utilizando la violencia. 

El tipo de información que analiza el programa va desde el nombre al poder adquisitivo, pasando por el sexo y la étnia, los antecedentes policiales, los indicadores de salud mental, las adicciones y otros marcadores significativos como la discapacidad o las autolesiones que se hayan podido registrar. También incluye las condenas penales, las denuncias por violencia doméstica y la edad que tenía la persona cuando fue fichada por la policía por primera vez. 

El ministerio de Justicia británico asegura que la herramienta ha de contribuir a mejorar la seguridad de los ciudadanos (…) y ahora sólo tiene una finalidad, el análisis, y ha insistido que la herramienta será muy útil para evaluar el riesgo de reincidencia de los presos (…) el proyecto, encargado por el anterior premier Rishi Sunak, fue llamado inicialmente ‘Proyecto de predicción de homicidios’, ahora ha recibido el nombre de ‘Intercambio de datos para mejorar la evaluación de riesgos’.

Pero los activistas temen que esa herramienta señale minorías étnicas y pobres, y se han mostrado contrarios a esa iniciativa, que han calificado de espantosa y distópica, (…) para magnificar la discriminación estructural, que sustenta el sistema jurídico actual, como ha señalado Sofía Lyall, una investigadora de la organización Statewatch, pues temen que señalen ‘erróneamente’ las minorías étnicas y las personas con un bajo nivel adquisitivo (…) y afirma que ‘desarrollar una herramienta automatizada para clasificar las personas como delincuentes violentos es profundamente erróneo, y utilizar datos tan sensibles sobre la salud mental, adicciones y discapacidad, es altamente intrusivo y alarmante’, asimismo, ese programa ‘utilizará todo tipo de datos de los ciudadanos, incluidos aquellos que alguna vez han recorrido a la policía para pedir ayuda, y no solo las personas condenadas por algún delito’’.

(Elnacional.cat, 8 de abril 2025)

Efectivamente, esa herramienta nos recuerda la mencionada película ‘Minority Report’ (Sentencia previa), ambientada en Washington D. C., en el año 2054, que tiene el siguiente argumento:

‘Tres personas con capacidades precognitivas, los Precogs, ayudan a la policía Precrim a descubrir los crímenes antes que se produzcan. John (Tom Cruise) es un policía de la Unidad Precrim que, durante un día de servicio, descubre que en escasas horas acabará con la vida de una persona que no conoce. Deberá escapar en un intento de demostrar su inocencia y descubrir los sucesos que le conllevarán hacia el inexorable homicidio, ¿pero es realmente evitable?, ¿podría fallar el sistema en sus predicciones’ (…)’

(Wikipedia)

Es verdad que todos priorizamos la seguridad personal, para mantener nuestro confort, pero no a cualquier precio, ya que, moralmente, no podemos aceptar que todo valga, incluso el súper control del ‘gran hermano’ (personaje ficticio de la novela ‘1984’ de George Orwell (Eric Arthur Blair, 1903 – 1950)) y menos, a costa de los más desfavorecidos.

Pero sabemos que los pseudo líderes se creen que viven en Matrix (recordando la película ‘The Matrix Resurrections’, dirigida por Lilly y Lana Wachowski en 2021, así como la saga que le siguió), pues considderan que personifican a Thomas A. Anderson (Keanu Reeves, en la película) que es un programador informático durante el día, y de noche, es un intruso que, con el alias de Neo, busca a Morfeo, para preguntarle ¿qué es Matrix?, y al final descubre que el mundo en el que creía vivir no era más que una simulación virtual creada por una comunidad de máquinas súper evolucionadas que controlan el planeta, a la cuál se encuentra conectado mediante un cable enchufable a su cerebro.

Y, esos actuales pseudo líderes políticos se consideran estrellas del ciberpunk (cibernética y punk), como vemos, y, el mencionado programa del Reino Unido es una clara muestra de su ausencia de ética y de moral y … del preciso rigor intelectual.

Esos déficits señalados los podemos observar tanto en el programa de la policía Precrimen británica, pero, también, nos los muestra Donald Trump, con su guerra arancelaria.

Guerra basándose en la obra titulada ‘Trade déficits with trade wars’ (déficits comerciales con guerras comerciales) del catalán Pau Salvador Pujolas Fons (profesor en la McMaster University de Canadá’ y autor del blog ‘nada es gratis’) y de Lack Rossbach, para calcular los aranceles al resto del mundo, ya que estos investigadores defienden que ‘la ganancia de la guerra comercial, viene solamente a costa de empobrecer al vecino (…) pues, si yo le compro a usted productos y usted no me los compra a mí, yo puedo imponerle aranceles a usted, pero usted no puede imponérmelos a mí, de modo que yo cosecharé los beneficios de empobrecerlo a usted, y usted no podrá hacer nada al respecto’.

Y a la Casa Blanca le valió la hipótesis de que, técnicamente, una guerra comercial se podría ganar, aunque en el ‘ojo por ojo’ (casi siempre), acabamos todos ciegos, pues, como apuntan los citados investigadores, ‘con el arancel, de un lado, los consumidores locales pierden: compran menos y más caro; de otro lado, los productores extranjeros también pierden, pues venden menos y más barato; pero el gobierno gana, ya que se queda con unos ingresos que no tenía (…) y puede invertirlos efectuando rebajas fiscales, rebajando los impuestos a su ciudadanía (…) pero con la guerra comercial arancelaria, los consumidores americanos no podrán comprar lo que desearían a precios razonables, por lo que se convertirán en prisioneros de los productos locales, caros y de menor calidad’.

El summum del déficit moral, ético y de rigor intelectual de Trump, ha quedado en evidencia con la disputa entre dos asesores del presidente, Elon Musk y Peter Navarro, llegando a insultarse. Éste último, investido como ‘el zar de los aranceles’ (que tiene pendiente de cumplir cuatro meses de prisión, por desacato (incomparecencia al congreso) por su inquebrantable lealtad al presidente, especialmente, en sus decisiones finales del primer mandato presidencial), y al que Trump llama ‘My Pete’, en sus obras se apoya en las tesis de un tal Ron Vara, para justificar sus opiniones antichinas. Y, según ha descubierto la prensa, ese ‘Ron Vara’ no existe, en realidad es el anagrama del apellido Navarro, un seudónimo que el propio interesado acabó admitiendo haber inventado para utilizarlo como ‘un artilugio fantasioso’.

En esas manos estamos, dominados por unos mentirosos interesados, que nos engañan sin el menor escrúpulo y, llegado el caso, se comportan como críos mal educados, como podemos ver por los siguientes mensajes cruzados entre Musk y Navarro:

Musk a Navarro: ‘un doctorado en economía de Harvard es algo malo, no es algo bueno. Esto da como resultado el problema del ego/cerebro’

Navarro: ‘Musk no es un fabricante de coches, es un ensamblador’.

Musk: ‘Peter Navarro es imbécil y tonto de remate’.

(www.rfi.fr)

Y volviendo al mencionado programa británico, vemos que el actual premier, Keir Rodney Starmer, a pesar de su larga experiencia profesional (trabajando principalmente en defensa criminal, especializado en derechos humanos, y asesor de derechos humanos de la Junta de Policía de Irlanda del Norte), una vez llegado al poder, ha asumido el programa de investigación citado, establecido por su antecesor, el millonario y también conservador Rishi Sunak, con experiencia laboral en Goldman Sachs (creada en 1869 por Marcus Goldman y Samuel Sachs).

Como vemos, el círculo de los pseudo líderes está muy limitado, y muchos influidos por grupos bancarios de inversión y éstos, obviamente, no se caracterizan por su ética y su moral.

Por eso, deberíamos espabilarnos, y despreciar las recetas que todos esos falsos gurús nos quieren imponer, justificándolas con su biblia capitalista.

En el reino español, sabemos que su ‘policía patriótica’, junto al poder judicial españolísimo, son claros ejemplos precursores de la unidad Precrimen británica, si bien, cruzando menos información, y ciñéndola a los catalanes.  

Por eso, los independentistas catalanes deberíamos plantearnos un nuevo modelo de sociedad, realmente libre, igualitaria, feminista y laica; y explicarlo de forma transparente y didáctica, para que sea comprendido y asumido por la ciudadanía en general, sólo así eliminaremos la entropía que nos imponen, para someternos acríticamente.