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Sabemos que todo son apariencias, pero, aún así, creemos que, por saberlo, nos sentimos más cómodos y por encima del resto, y así, el sistema actual, ya nos va bien; como comento a continuación.
Estos días vemos que los medios de comunicación dedican mucho espacio al pasado concurso de Eurovisión; e, incluso, ayer vimos que ese tema, en los medios españolistas, eclipsó hasta el bulo lanzado por el gobierno de Pedro Sánchez sobre la próxima victoria del sector progresista del tribunal constitucional respecto a la ley de la amnistía.
Con relación al concurso, me parece interesante reproducir algunas observaciones apuntadas por Vicenç Villatoro, en su artículo titulado ‘Los éxitos de España en Eurovisión’:
‘el festival de Eurovisión de una especie de aparador de la política internacional de los estados europeos’.
‘en realidad, España no tiene política exterior, sino que sólo tiene política interior y que sus relaciones con los otros países no responden a la lógica de la política internacional sino a los intereses de la política interna española.
‘no reconoce Kosovo porque a través de eso nos dice que nunca reconocería la independencia de Catalunya o Euskadi. Política interna químicamente pura. Kosovo le importa un rábano’.
‘la televisión pública y gubernamental española se ha singularizado haciendo una gesticulación política explícitamente prohibida por las normas del festival, per tal de exhibir delante de la opinión pública interna -y otra vez, con copia al mundo en general- que el actual gobierno español es el más de izquierdas de la historia del mundo’.
‘esta gesticulación se ha hecho y se ha repetido oficialmente con todo el bombo y platillo que piden las acciones de propaganda política, curiosamente en absoluta contradicción con lo que fue el voto público’.
‘España participa de los clubs europeos, pero no cumple las normas cuando no le interesa, porque las normas europeas no están por encima de sus intereses en política interior’.
‘España escoge, para presentarse ella misma la expresión más genuina y tópica que encuentra del castizo y de aquello que tradicionalmente decimos españolada’.
‘¿fracaso, entonces? De ninguna manera. Sería un fracaso si para España Eurovisión fuera un festival de canciones. Pero como que es un aparador para sus manías o sus obsesiones políticas, tanto le da que se salte las normas, tanto da que le riñan por saltárselas, tanto da que dispute férreamente el último lugar de la competición. Ganar es secundario, la propaganda ya ha estado hecha, ya ha llegado a los ciudadanos, que es lo que interesa. Un éxito total’.
(elmon.cat, 20/07/2025)
Igualmente, sobre el bulo respecto a la prevista victoria de la constitucionalidad de la ley de amnistía, el globo sonda gubernamental apunta que el debate se efectuará en el tribunal constitucional los días 23 a 25 de junio próximo, y que la victoria será de 6 a 4.
Pero, claro, sabiendo la ‘estrategia’ del estado español, esa propaganda de consumo interno tiene un doble objetivo: el de seguir anestesiando a los partidos independentistas, y, a la vez, dar carnaza a la prensa crítica con Pedro Sánchez, para que, mordiendo ese señuelo, olviden, momentáneamente, las críticas a su familia y a su partido.
Es vergonzoso que Pedro Sánchez siga los parámetros históricos del carpetovetónico reino español, y así estos días vemos que algunos pseudo líderes políticos han tomado el concurso de Eurovisión, como si fuera el campo de batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815. Y Pedro Sánchez creyéndose el mariscal de campo Arthur Colley Wellesley, duque de Wellington (1769 – 1852), quiere liderar los ejércitos de la ‘Séptima Coalición’ contra el emperador Napoleón Bonaparte (que, en cierta escala, creo que podría ser, metafóricamente, Binyamín Netanyahu)
Y en ese mal teatro de sombras chinas, Pedro Sánchez enseña la patita pidiendo la exclusión de Israel en un futuro concurso de Eurovisión, como se hizo con Rusia; pero no se atreve a pedir que veten el acceso de Israel a los futuros Juegos Olímpicos, o a los actuales campeonatos deportivos, como baloncesto, etc. (que si se aplican a Rusia); y, asimismo, pidiendo el veto de la venta de armas, cuando el propio gobierno de Pedro Sánchez tiene abiertos más de 160 programas de intercambios comerciales con ese estado.
Pero ningún pseudo líder, y tampoco Sánchez, se atreven a diferenciar entre el gobierno de Netanyahu y el estado de Israel; pues, es sabido que dicho gobierno, presidido por este, representa, exclusivamente el partido Likud, un partido de derecha liberal y conservador que, tras las elecciones del 29 de diciembre del 2022), obtuvo 32 escaños de los 120 de la Knéset (asamblea, parlamento), si bien, tras el atentado terrorista del 12 de octubre del 2024, el Partido de la Unidad Nacional se ofreció a participar en el gabinete de guerra con el Likud, entrando 5 miembros de este partido en el gobierno
Hemos visto por televisión, diferentes manifestaciones multitudinarias contra el gobierno del Likud, disconformes con la política militar de Netanyahu.
Pero, sabemos que el reino español se involucra y apoya partidos de la oposición en países sudamericanos, pero no se atreve a apoyar a la oposición israelí a un gobierno que apenas tiene el apoyo de grupos que representan 67 escaños (de los 120).
Pedro Sánchez podría apoyar al partido Yesh Atied (hay un futuro), que es un partido laicista y centrista. Pero, claro, la ‘política’ de Sánchez, basada en la variabilidad, interpreta la involucración en la política interna de un estado ajeno, según sus propios intereses internos (para no dar pie a interpretaciones geoestratégicas, como en el caso de Kosovo), y eso confirma la mencionada afirmación de Villatoro, de que España no tiene una política exterior, sólo la tiene interior.
Así, cuando le conviene, explica que no debe mezclarse la política con el deporte, pero, en realidad, todos los ámbitos están politizados, como vemos con el ejemplo de Eurovisión.
Y ese desprestigio de la política, lo describe muy bien Vicent Partal, al señalar:
‘Será muy difícil que encontremos el espacio para la esperanza colectiva en las instituciones que hemos dejado que lleguen a ser lo que son. Lo hemos de buscar en la capacidad humana de la indignación (…) La política se ha convertido en un mercado de futuros en que los únicos activos que se negocian son las lealtades humanas, lamento decirlo de una manera tan cruda, pero hay un momento en que la desesperación se te lleva. Un espacio sin aristas morales donde todo, absolutamente todo, tiene precio. Un sistema que ha perfeccionado la técnica medieval de do ut des, te doy porque me das (…) y esto puede pasar y pasa, creo, porque se ha sustituido la ética por la legalidad’.
(editorial Vilaweb, 20/05)
Y en esa sustitución, vemos que el poder judicial español, llega a rizar el rizo, torciendo y retorciendo lo que haga falta, para seguir poniendo palos a las ruedas de la ley de la amnistía. Y, claro, dirán que eso no es prevaricar (que el código penal, en su art. 404, señala que ‘es la actuación de una autoridad o un funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolución arbitraria en un as unto administrativo’)
Pero claro, esos magistrados podrán decir y ‘justificar’ que, en su conciencia, hacen lo que creen que deben hacer. Y ese argumento es indiscutible e imbatible. Pero, cuando vemos que sí que aplican la amnistía a los cientos de policías que actuaron de forma agresiva, y no, a determinados políticos, se les ve esa argucia, por más que se trate de estamentos judiciales diferenciados.
Michael Eyquem de Montaigne (1533 – 1592) escribió: ‘el mayor enemigo de la verdad no es la mentira, sino la ilusión de saber la verdad’ (…) ‘no te aferres a la verdad y la racionalidad absolutas como si fueran el único posible en la vida. Cambiar, adaptarse, observar y dudar no es rendirse. Es crecer’
Y en esa estamos, que los políticos, jueces, y gran parte de la población, siguen engañados, viviendo en la ‘ilusión de saber la verdad’, y por eso rehúyen de todo replanteamiento, pues así ya les va bien, muy bien.
Para finalizar, reproduzco una breve fábula de Esopo (s. VII a.C.), que me parece que viene como anillo al ‘dedo’ que nos ocupa.
‘Las ranas pidiendo rey
En un estanque lejano y muy distante, vivían unas ranas libres y felices, pero cansadas del desorden y de la anarquía en que vivían. Y tomaron una decisión: mandaron una delegación a Zeus, para que les enviara un rey para cuidarlas.
Zeus, atendiendo a la petición de las ranas, les envió un grueso tronco de leño a su charco.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Al poco, asustadas, las ranas se acercaron al tronco, y viendo que el leño no se movía, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron i dignadas donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.
Ante la molestia de las ranas, Zeus se enojó y les lanzó truenos y con estos les envió una hambrienta serpiente de agua que atrapó y devoró a todas las ranas, una a una, sin compasión.
Moraleja: a la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado y corrupto’
(https://search.app/Y4riiMsQu96RWqn67)
Volviendo a la citada editorial de Partal:
‘(…) la tragedia no es que haya políticos corruptos, que eso no es ninguna novedad; ha habido siempre, ya en la Roma antigua, sino que hayamos normalizado un sistema en que el poder ya ni tan solo ha de corromper para funcionar; porque el poder se ha transformado el mismo en una gran corrupción administrada con pulcritud democrática’.
El pasado lunes 19, como señalé, tenía previsto escribir sobre los conocidos ‘hechos del Palau de la Música’ (del 19 de mayo de 1960), pero la actualidad me impuso otro tema. Pues bien, en esos hechos, y dada la próxima visita del dictador y asesino Francisco Franco a Barcelona, en un acto en el Palau de la Música, y mientras se cantaba ‘El cant de la Senyera’, unos jóvenes (entre ellos Jordi Pujol), que después fueron fuertemente represaliados, lanzaron unos panfletos, redactados por el propio Pujol, que acababa diciendo:
‘El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha escogido como instrumento de gobierno la corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre prisionero. Por eso el régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica. Como se hace en ciertas profesiones indignas, el régimen procura que todos estén enfangados, todos comprometidos. El hombre que pronto vendrá a Barcelona, además de ser un opresor, es un corruptor’.
Como se puede ver, nada ha cambiado, incluso las estrategias del ‘divide y vencerás’ (divide et impera), tal como se describía en ese mismo panfleto:
‘(…) todo el poder radica en las manos de un solo hombre, el que ahora piensa venir a Barcelona, que tiene un desprecio absoluto por el pueblo y por sus aspiraciones y que se dedica, sobretodo, a durar, enfrentando falangistas a ‘Opus Dei’, monárquicos a falangistas, gente de Martín Artajo (*) a ‘Opus Dei’, etc.’
(*) ministro de asuntos exteriores 1945 – 1957, y después procurador en las cortes hasta el 30 de junio del 1977, es decir, durante todo el franquismo puro y duro.
En definitiva, de nosotros depende si queremos seguir engañados, ilusionados, creyendo saber la verdad, la verdad que nos vende el poder, y que nos impone sin anestesia, pues nos tienen adormecidos, por ejemplo, con la gris gestión del represor Salvador Illa.