
Imagogenia
@mar_naa
Los influencers, personalmente no soy adepta a usarlos en las estrategias de imagen con mis clientes, ya que su esencia puede ser volátil y es complejo medir su efectividad real. Sin embargo, también creo que hoy en día y, sobre todo para las nuevas generaciones, este tipo de influencia digital es necesaria. Por eso para las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPYMEs), posicionar su imagen apoyados del marketing de influencers puede ser interesante y necesario, aún con los riesgos que su uso implica.
Y es que los influencers son una tendencia que ha tomado mucha fuerza, nada menos Statista, en su más reciente estudio sobre el tema publicado a mediados de mayo, indicó que el marketing de influencers pasó de representar un valor global de 1.7 billones de dólares en 2015 a casi 33 billones proyectados para 2025. Este salto habla tanto del crecimiento en el uso de este tipo de estrategia como de la evolución en la forma en que las marcas, grandes y pequeñas, buscan conectar con sus audiencias. Ante este crecimiento queda claro que las marcas tienen hoy una amplia gama de donde seleccionar al “influencer” ideal para asociarse con su marca y que ésta transmita la esencia empresarial desde el tono hasta los valores que le constituyen.
Ahora, no hay que confundir visibilidad con reputación. El error más común de las pequeñas y medianas empresas es pensar que el influencer más popular es también el más adecuado, pero no siempre es así. Porque la efectividad del influencer no se debe medir en números brutos de seguidores, sino en el grado de compatibilidad entre los valores del influencer y los de la marca. Un influencer con una comunidad auténtica y comprometida puede ser mucho más valioso que una celebridad digital con millones de seguidores pero sin conexión real con el producto o servicio en cuestión, porque la audiencia siempre dará más valor y se volverá más leal a una marca que se asocia con la imagen de un personaje coherente, que con aquella que busca sólo hacer presencia. Tan es así que el mismo estudio revela que el 64% de los consumidores valoran la autenticidad como un atributo esencial de cualquier marca. En ese contexto, los microinfluencers —con audiencias más pequeñas pero altamente comprometidas— tienen una ventaja clara para las MiPYMEs: generan conversaciones reales, recomendaciones sinceras y, sobre todo, confianza.
Por ejemplo, si una estudio de pilates busca ampliar su base de clientes, no le conviene aliarse con una figura que promueve el consumo de comida chatarra o un estilo de vida sedentaria por muchos seguidores que tenga. Lo mismo aplica para restaurantes, marcas de ropa o servicios turísticos, hay que buscar al influencer ideal que me permitirá llegar a nuevos públicos para que consuman mi producto o servicio.
En cuanto a números, México, ofrece un terreno fértil con más de 114 millones de usuarios de redes sociales, de los cuales el 65% confían en las recomendaciones de influencers; sin embargo, esta apertura también exige responsabilidad: no cualquier colaboración fortalece la imagen. Una marca que se respeta, cuida su narrativa. Y esa narrativa debe ser coherente en todos sus puntos de contacto, incluyendo las personas con las que se le asocia. Por eso, las MiPYMEs que deseen integrar influencers a su estrategia de imagen pública, deben comenzar por un ejercicio de introspección: ¿quiénes somos?, ¿qué valores nos definen?, ¿qué tipo de comunidad queremos construir? Y, a partir de eso, identificar al influencer adecuado.
Al final debemos entender que el marketing de influencers puede ser un recurso valioso si está bien implementado, y no debería entenderse como una fórmula de moda, sino como una herramienta estratégica para amplificar aquello que la marca ya es, porque la clave está en construir alianzas genuinas, donde el influencer no actúe como un escaparate alquilado, sino como un eco auténtico de sus valores. Porque cuando marca e influencer comparten propósito, se convierte en una conexión real con el público, una narrativa coherente y una imagen pública sólida, duradera y, sobre todo, creíble.