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Los independentistas catalanes sabemos que no podemos confiar en nadie, nunca nos regalarán nada, como lo corroboran las noticias de ayer, unos meros ejemplos más, así que debemos tener claro que la independencia y la libertad no se piden, se conquistan, como explico a continuación.
Los ejemplos mencionados son los siguientes:
- Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, alardeó de haber plantado al catalán y al euskera: ‘La España plurinacional no existe (…) hablar en catalán en la conferencia de presidentes es un disparate y un esperpento’; reunión que fue un aquelarre del PP contra Catalunya.
- El tribunal supremo dictó sentencia contra Catalunya, por los frescos de Sixena.
- El tribunal de justicia de la UE (TJUE) rechazó la petición, con un millón de firmas, de proteger las lenguas minoritarias, cerrando, definitivamente la iniciativa de protegerlas.
- La comisión nacional de los mercados y la competencia (CNMC) concluyó que el Banc de Sabadell pierde cuota de mercado en las pequeñas y medianas empresas y no es imprescindible.
- Sigue la explotación infrahumana de temporeros en Catalunya: trabajos de sol a sol y durmiendo en el suelo, sin poderse duchar.
- Cuatro años después, el TJUE volverá a debatir sobre la inmunidad de Puigdemont, Comín y Ponsatí.
- Mark Rutte, secretario de la OTAN: ‘si no dedicamos un 5% a defensa, en cuatro años o aprendes ruso o te vas a Nueva Zelanda’
esas noticias de ayer, de orden estatal e internacional, pero, también, local, son unas claras muestras de que no podemos confiar en los otros. Y que sólo nos queda aplicar nuestra hoja de ruta, para implementar la república conseguida en el referéndum del pasado 1 de octubre del 2017.
Nada nuevo bajo el sol, como dijo el rey Salomón (Ec. Cap. 1 vers. 9): ‘¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será, ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; no hay nada nuevo bajo el sol’ (nihil novum sub sole). Y ese es el patrón aplicado por el neofranquismo y por los partidos de derecha y extrema derecha a nivel internacional.
Y eso ‘todos lo sabíamos y era profecía’, así que no cabe ninguna sorpresa, ni rasgarse las vestiduras, pues ‘tenemos lo que nos merecemos’, por nuestro conformismo y sumisión, por aceptar la evidencia de que la injusticia que nos aplican, sigue la tónica del ‘fumus persecutionis’, el principio de la sospecha de persecución o indicio de persecución; es decir, la intención de perjudicar al adversario bajo un supuesto argumento legal.
Un claro ejemplo de esa aparente legalidad, quedó evidente ayer con las mencionadas declaraciones de Ayuso, diciendo que:
‘España no es un estado plurinacional y que el uso de las lenguas cooficiales en la conferencia de presidentes es una farsa (…) tenemos un idioma, no sé por qué hemos de utilizar orejeras (…) la traducción simultánea, por que los vascos, catalanes y gallegos quieran hablar su idioma, pretende dar la imagen que España es plurinacional y plurilingue, cuando no lo es (…) España es una nación (…) España no es un país plurinacional y el español es la lengua oficial del estado’.
Efectivamente, Ayuso fue la única que se ausentó, transitoriamente, mientras se hablaba el euskera y del catalán; y los otros presidentes del PP, no se ausentaron, pero no hicieron uso de sus pinganillos, como demostración de su desfachatez. Prohens, la presidenta balear (del PP), saludó en catalán (momento que Ayuso escenificó mirando hacia otro lado) pero inmediatamente se pasó al castellano.
Y volviendo a las declaraciones de Ayuso, efectuadas de cara a su clientela y a la de Vox, me parecen un claro ejemplo del mencionado ‘fumus persecutionis’, pues hace un ‘totum revolutum’, mezclando medias verdades con muchos errores, ya que, según su constitución, que tanto dicen defender:
España no es una nación, lo fue, por la fuerza de las armas, tras la victoria de Felipe V, el primer Borbón, pues con los decretos de nueva planta, desde 1714 se unificaron jurídicamente, todos los territorios; la nación catalana era muy anterior. Pero, según su constitución de 1978, en el preámbulo menciona ‘la nación española’, pero es sabido que los preámbulos de las leyes no tienen carácter jurídico, son simples declaraciones. Y lo que vale es que en su artículo 1, dice: España se constituye en un Estado social y democrático…’; si bien, en el artículo 2, añade: ‘La constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas’.
Y me parece una gran confusión que este segundo artículo mencione la nación española, cuando, según el primer artículo, la definición es de estado. Y, asimismo, al referirse a las comunidades autónomas, diferencia entre nacionalidades (sin especificarlas, pero la referencia era a Catalunya, el País Vasco y Galicia, las tres nacionalidades históricas), y las regiones, las restantes comunidades.
Pero el texto tampoco clarifica la diferencia entre los términos nación y nacionalidad; si bien, en términos del ‘derecho civil y político, la nacionalidad es la condición o el estatus de pertinencia o de identidad legal con una nación o estado, y el conjunto de deberes y derechos que esto comporta’.
Me parece que no es preciso remontarnos al ‘ius sol’ (derecho del suelo) ni al ‘ius sanguinis’ (derecho de sangre), pero parece evidente que la voluntad de los legisladores de 1978, con el ruido de sables en sus orejas, consideraban a las tres nacionalidades históricas, pero, claro, la constitución se consideró como un punto de partida inicial, si bien, con el paso de los años y, especialmente, tras el golpe de estado ‘fracasado’ (o no tanto) del 23 de febrero de 1981, el del ‘famoso’ Antonio Tejero, el hombre de paja, la realidad dio un giro de 180 grados, y la constitución pasó a ser un techo de máximos.
Efectuada esta digresión, y volviendo al discurso de Ayuso, otro ‘error’ conceptual fue su idea de la lengua ‘española’ y de las ‘cooficiales’, que ya he comentado en varias ocasiones, por lo que no me repetiré de nuevo. Pero esos ‘errores’ no son lapsus, son claras muestras de ‘fumus persecutionis’, es decir, de utilizar un ‘machambrado’ (machihembrado) de términos legales, para confundir al personal, con una apariencia de legalidad.
Y todo ello me parece una política propia de Pero Grullo (*) (en castellano antiguo, ‘Pero’ era una abreviatura de Pedro; y ‘grullo’, significaba cateto, palurdo), es decir, expresiones obvias y notorias que no aportan nada y que es una necedad o simpleza decirlas: similares a las famosas ‘perogullada’ que decían que: ‘el primer día de enero que vendrá será primero día del año, que todo el mundo no lo estorbará, si con el tiempo no se remedia. Este día amanecerá al alba. Vendrá una niebla tan grande y tan oscura que cubrirá el cielo, y no habrá hombre, por ciego que sea, que vea las estrellas a medio día’, o ‘iban por do podían, por do no podían no iban’, o ‘verdad de Perogrullo, que a la mano cerrada le llaman puño’.
(*) en referencias del s. XV, un autor con el seudónimo de ‘Evangelista’ cita indistintamente a Pero Grillo, Pero Grullo y Pedro Mentiras.
Pero, tristemente, las perogrulladas de Ayuso tienen su público españolista, que, acríticamente consideran que son certezas irrefutables, bíblicas, y se convierten en ‘mainstream’, es decir, en tendencia, en moda, mejor dicho, en ‘white mainstream’, corriente principal de los hombres blancos.
Ante eso, no podemos sucumbir, ni quedarnos anestesiados, pues, recordando a Muhammad Alí (1941 – 2016), citado ayer: ‘impossible is nothing’ (nada es imposible); o, como dijo Nelson Rolihlahla Mandela (1918 – 2013) ‘Todo parece imposible hasta que se hace. Invictus’ (…) pues ‘la mayor gloria no es no caer nunca, sino levantarse siempre’. Esas frases parecen perogrulladas, pero reflejan la realidad, es decir, que para conseguir algo, se ha de luchar y poner todo el empeño posible.
Y todo eso lo hemos de tener presente e interiorizarlo, para que nuestras acciones sean congruentes con nuestros sueños y esperanzas, ya que, volviendo a Mandela: ‘un ganador es un soñador que nunca se rinde, que sus opciones reflejan sus esperanzas no sus miedos’.