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No kings day in America

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Como respuesta a las medidas y actitudes prepotentes de Donald Trump, hace unas semanas que surgió un sentimiento popular de protesta, con los lemas ‘No kings day in America’ (no hay día de reyes en los EUA), ‘Nation wide day of defiance’ (día del desafío a escala nacional), etc. Pues bien, me parece evidente que gran parte de las democracias, en mayor o menor medida, han degradado los principios básicos de la propia democracia, como intento exponer en este escrito.

Todos vemos los desmanes que están realizando gobernantes, teóricamente democráticos, por ejemplo, el citado Trump y Netanyahu; y no digamos de los gobernantes de estados no demócratas, claro. Pero me quiero centrar en esa prepotencia en otro tipo gobernantes, de segundo nivel, por ejemplo, Pedro Sánchez, que, en sus respectivas esferas de influencia, también actúan como si fueran reyezuelos absolutos, pues los sistemas de contrapesos no acaban de funcionar, y así, los sistemas están colapsados.

Teóricamente, en una verdadera democracia, los gobernantes asumen sus responsabilidades, sin paliativos. Y las instituciones funcionan en todos sus niveles, desde el poder judicial hasta los partidos políticos.

Pero vemos que no es así.

Los partidos políticos, que deberían ser modélicos, en realidad, son empresas de colocación de amigos y fieles acríticos, y no aceptan a los díscolos. Y los que hacen carrera, normalmente no son los mejores, si no, los más serviles. Y, en ese contexto, los que llegan a liderar los partidos, actúan como si fueran verdaderos directores generales de empresas privadas familiares. 

Y dentro de la falta de democracia, otro claro agujero negro son los respectivos programas electorales, ya que, habitualmente son olvidados. Es evidente que, en la política, todo debe ser negociado y pactado; y así, la gobernanza puede exigir transigir y modelar elementos secundarios de los programas, pero debería haber verdaderas líneas rojas infranqueables, para no traicionar a los votantes, en los temas y aspectos sustanciales.

Y el summum de ese sinsentido, lo observamos cuando el líder del partido consigue ser investido como presidente del gobierno, pues, entonces, se sienten acorazados para bunkerizarse ‘legalmente’ en su torre de marfil. 

En Catalunya recordamos muy bien, una famosa frase de Jordi Pujol i Soley (CiU), cuando era president de la Generalitat, pues ante algunas preguntas de periodistas presentes en ruedas de prensa, Pujol contestaba con un ‘això ara no toca’ (ésto ahora no toca), cuando todo político debería estar dispuesto a responder a todo tipo de pregunta, y siempre. 

Pero vemos que la línea adoptada por todos los presidentes es la de aislarse, incluso haciendo ruedas de prensa sin preguntas, o con preguntas pactadas, o, a través del plasma, al que era tan aficionado el penoso Mariano Rajoy (PP). 

Parte del problema se da, especialmente, cuando el jefe de gobierno sigue manteniendo el liderazgo del partido en cuestión. Una excepción la podemos observar en el PNV, pues, estructuralmente, diferencian los cargos de presidente del Euzkadi Buru Batzar, actualmente, Aitor Esteban Bravo, mientras que el lendakari, el jefe del gobierno vasco, es Imanol Pradales Gil.

Por todo ello, nos encontramos en situaciones extremas, como las de Pedro Sánchez, que, durante 5 días de abril del 2024, se excluyó en la Moncloa, para decidir si continuaba o no en el cargo de jefe de gobierno, tras la investigación judicial por corrupción, a su esposa, Begoña Gómez. Días que mantuvo en vilo a todo el estado, pero, especialmente, a sus ministros y los principales responsables orgánicos del PSOE, que se encontraron totalmente descolocados, y su única reacción fue la de hacer una campaña emocional, para influir en su decisión de seguir. Y finalmente, el ‘mesías’ se dignó aparecer, en un acto mediático efectivamente medido, y anunciar que continuaría con renovadas fuerzas contra el lawfare y los tabloides.

Y ahora tenemos otro ejemplo similar, pues tras la publicación del caso de corrupción de Santos Cerdán, secretario de organización y número 3 del PSOE, Pedro Sánchez concedió una mini rueda de prensa, en la sede del PSOE, para pedir perdón, de forma reiterativa, y afirmar que él no sabía nada, que había cesado al corrupto y que tomaría medidas para corregir la situación; y, claro, sin mencionar que éste es el segundo secretario de organización que ha acabado siendo corrupto; el primero fue José Luis Ábalos, que también era ministro.

Esa rueda de prensa, estudiada al menor detalle, la convocó en la sede del partido, para diferenciar y salvaguardar a su gobierno. Pero esa distancia es falsa, ya que él es el máximo responsable de ambas instituciones: el gobierno y el partido del PSOE. Así que el pretendido cortafuegos, en realidad no es tal.

Josep Antich lo señala de forma clarividente en su editorial:

‘(…) hay un dato muy preocupante y que lejos de marcar distancia con Santos Cerdán, parece justo lo contrario. ¿Cómo se puede interpretar, si no, que, al exsecretario de organización desde el jueves, se le haya ofrecido de letrado, el abogado de cabecera del mismo PSOE? ¿Qué pinta Gonzalo Martínez-Fresneda Ortiz de Solozarno como representante legal de Santos Cerdán? Alguien se imagina, por ejemplo, que si se coge a un empleado robando en una empresa, se le ponga el mejor abogado del cual disponga la compañía pare defenderlo? Pues esto es lo que ha hecho el PSOE. También una cosa más: no consta que se le haya abierto un expediente en el partido, y su renuncia al acta der diputado, todavía no se ha formalizado (…)’

(Elnacional.cat, 14 de junio 2025)

Y, con todo, Pedro Sánchez se ha recluido, esta vez en la finca toledana de Quintos de Mora, para pensar en la estrategia a seguir.

Es decir, el ‘rey absoluto’ Sánchez, repite su ‘jugada maestra’ del año pasado. Es de suponer que algunos, muy pocos, deben estar en contacto con él. Pero, dado el narcisismo de Sánchez, yo me inclino a pensar que esos pocos no deben ni existir, como pasó en su anterior retiro.

Es cierto que, legalmente, el presidente tiene unas prerrogativas personales intransferibles, pero son mínimas, en concreto: la formación de su gobierno, el cese de la legislatura y dar paso a nuevas elecciones, y plantear una moción de confianza.

Pero, a mi modo de ver, es del todo improcedente que Sánchez, en esos momentos, actúe de forma unipersonal. Si fuera una persona de partido, y el partido fuera realmente democrático, debería debatir y consensuar con los responsables del PSOE, y con sus socios de investidura, la mejor estrategia a seguir y, claro, estando abierto a aceptar la asunción de responsabilidades (directas o indirectas, por acción u omisión)

A mi modo de ver, lo que no es de recibo, en un estado autoconsiderado democrático, es que ese tipo de decisiones dependan del momento y del estado de ánimo del ‘rey sol’ (emulando a Luís XIV de Francia (1638 – 1715), que expresaba que el estado era él. 

La realidad es que nadie es indispensable, por más que nos lo quieran hacer creer; y eso deberían asumirlo el propio Sánchez, su partido y sus socios de investidura.

Y lo que me parece repugnante, es que Pedro Sánchez ’juegue’ con la institución del gobierno, para favorecer, prioritariamente, su carrera personal y, de paso, sacar réditos políticos, como hizo el año pasado, pues tras su reaparición, condicionó de tal manera la campaña electoral de Catalunya, que el subordinado Salvador Illa, basó su campaña, en la alabanza y defensa de Sánchez, que se dejó ver de forma repetida por aquí. 

Y eso, además de repugnante, es vergonzoso, cuando es aprovechado, por sus subordinados acríticos, como Salvador Illa, que anteayer, para defender a su jefe, dijo:

‘Nosotros respetamos el veredicto de los ciudadanos y así es como accedemos y nos vamos de los gobiernos, no de ninguna otra manera, damos el relevo cuando los ciudadanos nos lo piden’, rechazando, así, la petición del PP de plantear una moción de censura.

(Esta cita ya la mencioné y critiqué en mi escrito de ayer)

Así es el nivelito de los fieles servidores de sus respectivos amos, pues Illa ‘olvidó’ que precisamente, Sánchez consiguió desbancar a Mariano Rajoy mediante una moción de censura, la primera que concluyó con éxito desde la aprobación de la constitución de 1978; y también ‘olvidó’ la manipulación de su propia campaña electoral. Pero, claro, los políticos tienen la verborrea necesaria para ‘marear la perdiz’ según sus conveniencias personales, y así, ‘girar la tortilla’ a su gusto y manera, abusando del desconocimiento y de la confianza de la ciudadanía.

En definitiva, sabemos que todo es una jauría, guiada por la ley de la jungla. Y es sabido que incluso en los partidos políticos controlados con mano de hierro, en los que, como dijo el nefasto Alfonso Guerra, ‘el que se mueve no sale en la foto’, siempre hay luchas cainitas, pues los egos desmesurados y avaricia comportan guerras fratricidas, más o menos larvadas, pues, como dijo Giulio Andreotti (1919 – 2013): ‘hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y … compañeros de partido’.

Ante este panorama, siento una gran envidia de las democracias consolidadas, preferentemente de cultura reformista-protestante, ya que tienen unos niveles de exigencia y de ética, no ya modélicos, pero sí deseable, pues, por pequeñas faltas, los políticos que las han efectuado, dimiten; ya sea por haber copiado parcialmente su tesis doctoral, por intentar ocultar una infracción de tránsito, o por favorecer a un familiar.

Pero ‘Spain is different’, como dijo el franquista Manuel Fraga Iribarne (1922 – 2012); y aquí la corrupción es pandémica, metastásica; ya que afecta a todos los niveles, desde el más alto.

Y ahora, acríticamente, todo el PSOE está en plan ‘salvar al soldado Sánchez’ (copiando la película ‘Salvar al soldado Ryan’ (Saving private Ryan), dirigida por Steven Spielberg en 1998). 

Por todo ello, los independentistas catalanes deberíamos aprovechar la actual crisis, para replantear la situación, y superar la actual fase en la que los partidos ‘independentistas’ apoyan y apuntalan al gobierno central a cambio de la promesa de migajas. Y deberíamos gritar, bien fuerte, que aquí tampoco queremos rey: ‘No kings in Catalonia’ ‘Catalonia is not Spain’, y trabajar para conseguirlo, claro.