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España: Carta otorgada, y gracias.

Hay muchas formas de clasificar las constituciones, y según se detalla en la web derechouned.com, las principales son las siguientes:

·       escritas / consuetudinarias,

·       extensas / breves,

·       rígidas / flexibles,

·       originarias / derivadas,

·       ideológicas / utilitarias

·       otorgadas / pactadas o populares.

En este escrito me refiero, principalmente, a esta última clasificación, basada en el origen, si bien también haré un recordatorio a las ideológicas / utilitarias y una referencia a la clasificación ontológica de Loewenstein, ya que de ese modo creo que será más completo el presente análisis:

(las siguientes definiciones corresponden a la misma fuente citada)

·       Son Constituciones otorgadas aquellas que nacen de un acto voluntario del Rey, en virtud del cual cede parte de sus poderes en favor de la representación nacional del Parlamento. Ejemplo: Estatuto Real de 1834.

·       Constituciones pactadas son aquellas que surgen como consecuencia de un convenio-pacto entre el Rey y el Parlamento, que representa a la Nación, y que denotan una situación de equilibrio de poderes. Ejemplos: La Constitución Francesa de 1830 y la Española de 1876.

·       Constituciones populares, mal llamadas impuestas, serían aquellas que expresan la voluntad de la Nación, como poder Constituyente, que son aceptadas por el Rey, como símbolo de representación de esa voluntad. Ejemplos: La Constitución Española de 1812 y la de 1869, o la Francesa de 1791”.

Pero también es preciso hacer un breve recordatorio a la siguiente clasificación:

·       “Llamamos Constituciones ideológicas aquellas que están cargadas de un programa ideológico.

·       Constituciones utilitarias son aquellas que gozan de un carácter neutral, destinadas a su aplicación y respeto por cualquier tipo de gobierno, sea cual sea su orientación ideológica.

Clasificación ontológica de Loewenstein:

Loewentein clasificó las Constituciones tomando en consideración su eficacia.

·       Una Constitución es normativa cuando es efectivamente vivida por destinatarios y detentadores del poder.

·       Una Constitución es nominal cuando los presupuestos sociales y económicos existentes en el momento operan contra una concordancia absoluta entre las normas constitucionales y las exigencias del proceso del poder.

·       Una Constitución será semántica cuando en lugar de servir a la limitación del poder, es instrumento para estabilizar y eternizar la intervención de los dominadores del poder político.

Una vez efectuada esta introducción, creo que podemos efectuar una mejor aproximación a la situación y conflicto entre la Constitución española actual, y el Estatut d’Autonomía de Catalunya.

En la Constitución de 1978, en el título VIII, capítulo tercero, de las Comunidades Autónomas, es preciso destacar los siguientes puntos:

Art. 146: El proyecto de Estatuto será elaborado por una asamblea (…) y será elevado a las Cortes Generales para su tramitación como ley.

Art. 147.1: (…) y el Estado los reconocerá como parte integrante de su ordenamiento jurídico.

Por lo que queda clara la subordinación jerárquica formal.

Otro tema, igual de relevante, nos remite al origen de la propia Constitución, pactada en un período de transición, que, como dijo Antonio García-Trevijano Forte (1927-2018), más que un acto de transición fue un acto de transacción. Ya que, con exministros franquistas, con los militares vigilando, y la monarquía ‘dirigiendo’, la verdad es que la subordinación respecto al más puro y duro franquismo, fue y sigue siendo; y sigue tutelada por el estado profundo.

“Es Pedro Altares, el 26 de noviembre de 1977, un valiente periodista de la revista ‘Cuadernos para el diálogo’, quien filtra a la opinión pública un hecho irregular e insólito que la mayoría de los diputados no conocen: se está redactando en secreto y en un despacho, un texto al que llaman ‘Constitución’. Evidentemente, para perpetrar esta estafa, debe evitarse la existencia de unas Cortes Constituyentes y, por lo tanto, una reforma ‘de la ley a la ley’ se lleva a cabo en unas Cortes ordinarias del régimen franquista. Un rey, designado por Franco y que acepta una corona sin honor, contra la voluntad expresa de su legítimo heredero, será quien encabece el texto constitucional en el que se otorgan nuevos derechos a una sociedad civil española acobardada, ignorante e inerme, que, deseosa de terminar con la dictadura, aceptará cualquier cosa sin preguntar” (García-Trevijano, “Frente a la gran mentira”).

“Así confesó Adolfo Suárez por qué no hubo referéndum monarquía o república: ‘hacíamos encuestas y perdíamos’.

En un descuido en una entrevista con Victoria Prego, Adolfo Suárez reveló el secreto de por qué no se preguntó a la ciudadanía si quería monarquía o república. Metieron al rey en la Ley para la Reforma Política porque un referéndum se habría perdido” (LaSexta).

Atendiendo a ese parto, podemos ver que la actual constitución española, puede ser considerada como una carta OTORGADA, IDEOLÓGICA y SEMÁNTICA, es decir, delimitada y enmarcada por los poderes fácticos, con el barniz del referéndum posterior, para ratificarla y, en definitiva, con un menosprecio total a la soberanía popular, un GRAN ENGAÑO.

Volviendo a la situación actual, Pere Martí, en su artículo titulado “El coronavirus liquida el autogobierno”, señala “La gestión centralizada de la pandemia ha demostrado que las competencias de la Generalitat son una mera cesión temporal del estado español. (…) El pacto de la transición reconocía, en teoría, que el autogobierno de Catalunya era previo a la constitución española y por eso mantuvo el nombre de la Generalitat y se organizó el retorno de Josep Tarradellas como símbolo de esta continuidad. Y por eso Catalunya, el País Vasco y Galicia fueron denominadas nacionalidades históricas. De toda aquella retórica de la transición no queda nada, salvo el concierto económico vasco que permite mantener un grado de autogobierno digno puesto que la llave de la caja está en Ajuria Enea. En el caso de Catalunya, la sentencia del estatuto demostró cómo un tribunal podía despreciar la soberanía de los catalanes, el 155 hizo efectiva la supresión y el coronavirus ha acabado de rematarla.

Ante este fracaso del autonomismo, no tiene ningún sentido exhibir la bandera del federalismo, porque ha sido justo cuando gobiernan los supuestos federalistas, que el gobierno del estado ha centralizado todo el poder en Madrid, en lugar de respetar las autonomías. El independentismo ha gestionado la crisis del coronavirus con una disciplina sorprendente, dejándose quitar las competencias sin abrir la boca y agachando la cabeza cada vez que alguien ponía sobre la mesa que quizás se habría podido una mejor gestión si se hubiesen respetado las competencias (…)” (Vilaweb).

En definitiva, que en Catalunya tenemos un Estatut retocado por el tribunal constitucional, y sin volver a ser refrendado en referéndum, por lo que es ilegal.

Asimismo, atendiendo al principio de la carta otorgada, que es lo que piensa el estado profundo, incluyendo los partidos sistémicos PP y PSOE, nos quitan y dan las competencias a su gusto y manera, según sus conveniencias (y, encima, Pedro Sánchez diciendo que no se había centralizado nada, que gran mentiroso). Con esa práctica de quitar y devolver, confirman, efectivamente, que se trata de una carta otorgada, una cesión parcial de sus poderes, en definitiva, una farsa.

Eso sí, los partidos sistémicos no paran de machacarnos con la cantinela de que la democracia española está plenamente consolidada, y que es la mejor de la galaxia.

Jordi Sánchez Picanyol (n. 1964), ex presidente de la ANC, y ex diputat del Parlament, llevando ya 32 meses en prisión, como sus compañeros, ha escrito que “la impunidad perpetua de la corrupción borbónica o la impunidad de la brutalidad policial el 1 de octubre del 2017, son dos caras de una misma moneda, dos problemas estructurales que tienen en la fiscalía o el PSOE sus aliados, y en el heredero de Juan Carlos I, la garantía de continuidad. (…)

Debemos preguntarnos si esa mesa de diálogo promovida por ERC y aceptada por el PSOE, realmente busca resolver un conflicto político o es la escusa para aparentar que dialogan, para hacerse una fotografía y para justificar una mayoría gubernamental en España. Creo que algunos han frivolizado demasiado y que en estos momentos Pedro Sánchez especula con el diálogo para dividir el independentismo” (Ara, 21/6).

En definitiva, que estamos atados en el reino de España, con una constitución otorgada, y gracias; y con un estatut de juguete, de quita y pon. Y con nuestros líderes políticos y sociales en prisión o en el exilio. Con estos mimbres, es comprensible que los independentistas estemos a la deriva; pero con toda nuestra confianza, la de muchos (los de ERC, no, claro) en nuestro president Carles Puigdemont. Es obvio que estemos desorientados y muy debilitados, pero muchos seguimos implicados y motivados como siempre.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com