El crecimiento de la pandemia de la COVID-19 en Colombia empieza a pasar factura a hospitales y servicios funerarios, desbordados en varias ciudades en medio de denuncias de falta de información sobre enfermos y fallecidos y hasta de cadáveres extraviados.
Es el caso de Diego Castañeda, quien llevó a su padre de 88 años al Hospital Militar Central de Bogotá por fiebre y una afección urinaria pero 48 horas después se enteró de que había fallecido y, aunque han pasado diez días desde entonces, sigue sin saber la causa real ni dónde están sus restos.