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El miedo de España y de los independentistas.

El expresident Carles Puigdemont, tal como comenté en mis dos últimos escritos, señaló que los independentistas catalanes, desafortunadamente, sólo tenemos una salida: ‘la confrontación democrática inteligente’ con el estado español, ya que nunca se avendrá a pactar un referéndum de autodeterminación.

Pedro Sánchez, aún si lo viera indispensable, no se atrevería a planteárselo, por pánico a los diversos poderes estatales; éstos, aunque lo vieran inevitable, lo abortarían, por temor a la desintegración territorial; y muchos catalanes tienen (tenemos) pánico a una posible confrontación, pues ya sabemos cómo se las gastan, pues utilizan todas las armas, legales, ilegales y paralegales, para seguir subyugándonos, al precio que sea.

Por eso, me parece muy ilustrativo el siguiente cuento sufí:

“Le preguntaron a un sabio: ¿quién te guió en el Camino?

El sabio contestó: un perro.

Un día lo encontré casi muerto de sed a la orilla del río. Cada vez que veía su imagen en el agua, se asustaba y se alejaba creyendo que era otro perro. Finalmente, fue tal su necesidad que, venciendo su miedo se arrojó al agua, y entonces ‘el otro perro’ se esfumó.

El perro descubrió que el obstáculo era él mismo y la barrera que lo separaba de lo que buscaba había desaparecido.

De esta misma manera, mi propio obstáculo desapareció cuando comprendí que ‘mi yo’ era ese obstáculo.

Fue la conducta de un perro la que me señaló por primera vez el Camino.”

Este cuento me parece muy ilustrativo, y su moraleja se puede aplicar a todos los niveles y partes del ‘conflicto’ España vs. Catalunya, pero me centraré en nosotros, los catalanes independentistas.

En nuestro caso, nuestro miedo a la ‘confrontación democrática inteligente’ nos muestra un cierto conformismo con el statu quo, es decir, a perder la ‘calidad’ de vida que tenemos, pues tememos perder esa ‘relativa calidad’ por un deseo que vemos como utópico. Y, de ese modo, lo único que se consigue es el inmovilismo y la desmovilización, a pesar de que eso nos conduzca a una mayor represión, pérdida de libertades y de autogobierno, ese es el precio, ya que sabemos que el estado español no es justo, es vengativo.

Y ese temor nos impide ver que el miedo, como en el cuento, depende de nuestro yo’, de nosotros mismos. Y si llegado un día de máxima necesidad, nos atrevemos a dar el paso que nos pide Puigdemont, veremos que el miedo desaparecerá, como desapareció el 1 de octubre del 2017, cuando más de dos millones de catalanes votamos y defendimos las urnas, o el 3 de octubre siguiente, con la manifestación general que paralizó nuestro País. En esos momentos, como el perro, nos lanzamos al río, y nos dimos cuenta de que la imagen del estado español desaparecía, a pesar de su represión.

Pero nos falta liderazgo social, no partidista. Nosotros debemos saber apreciar el verdadero camino, tal como se explica en el siguiente cuento zen:

“El camino del infierno y del cielo:

Un samurái, un guerrero de fama y fuerte carácter, luego de recorrer un largo y peligroso camino, se dirigió a una escarpada montaña, lugar en el que vivía un solitario y sabio maestro del budismo.

Cuando llegó a la morada del sabio, luego de una agotadora jornada, saludó respetuosamente al monje, el cuál guardó silencio sin moverse de su posición.

Y el samurái le dijo: He venido hasta aquí desde muy lejos para saber de un sabio como Usted ¿cuál es el camino hacia el cielo y el infierno?

El monje, impasible, mantuvo el silencio sin mirarlo siquiera.

El guerrero, algo irritado, le increpó, diciendo: ¡He subido esta escarpada montaña, he recorrido un largo camino en busca de sabiduría y quiero que me responda ¿cuál es el camino entre el cielo y el infierno?

El monje no mostró siquiera un cambio de actitud, como si fuera una escultura.

El guerrero reaccionó sulfurado e iracundo diciendo: ¡He hecho un gran esfuerzo por estar aquí, no permitiré que me faltes así al respeto! y levantó su espada con la cierta intención de darle muerte.

En ese momento, el monje levantó su mano indicando con su dedo índice al guerrero y exclamando con voz firme: ¡Ese es el camino del infierno!

Sorprendido y avergonzado el guerrero, envainó lentamente la espada.

El monje, con voz tranquila, le dijo: ¡Ese es el camino del cielo!

(cuentos-zen-story.blogspot.com)

En nuestro caso, después de años movilizados, con grandes sacrificios y manifestaciones, queremos que un ‘sabio’, un ‘gurú’, nos ilumine y nos diga el camino a seguir para alcanzar nuestro ‘cielo independentista’; sabemos que tenemos nuestra relativa fuerza, el pueblo unido, pero no podemos actuar alocadamente, debemos hacerlo de forma inteligente, como nos pidió Puigdemont.

El ‘monje’ del cuento, metafóricamente, son las potentes asociaciones civiles (Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural, y los Comitès de Defensa de la República), que, ponderando adecuadamente la situación, nos deben guiar, nos deben indicar, tranquilamente, el camino adecuado.

Por nuestra parte, los independentistas, deberíamos diferenciarnos de la imagen del guerrero, ya que, dejarnos llevar por nuestros instintos, por la fuerza bruta, no sirve para nada, debemos autocontrolarnos (no autocensurarnos) y saber valorar las acciones que deberemos efectuar, esa es la inteligencia exigida.

Ya que hoy, en este escrito, me baso en cuentos y leyendas, de forma más profusa de lo habitual, seguidamente transcribo otro cuento sufí, que también me parece muy ilustrativo:

“El campo fértil

Un Maestro dejó a uno de sus discípulos un arrozal para que lo cuidara durante tres años. Cuando el primer año llegó a su término, el Maestro fue a ver el campo y la cosecha había sido muy buena, puesto que el discípulo había provisto a la tierra del agua que necesitaba.

Transcurrió otro año, y resultó que la cosecha fue más abundante que la anterior, puesto que el joven había abonado convenientemente el campo.

Cuando el tercer año finalizó, el Maestro se dirigió al arrozal para ver los resultados obtenidos. Pero resultó que el discípulo, entusiasmado con lo producido en el año anterior, abonó demasiado la tierra que dio muchísimo arroz, pero tan pequeño y frágil, que no servía para comerciar con él. En realidad, fue una cosecha inútil, y el trabajo realizado no dio ningún fruto.

Entonces el Maestro dijo a su discípulo: ¡Así pasa con las personas, fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco, pero si le ayudas demasiado, lo debilitas!

(www.caminosalser.com)

Nosotros hemos hecho manifestaciones multitudinarias inverosímiles, y a la hora de la verdad, en los dos momentos mencionados de octubre 2017, fuimos muchísimos los que participamos, pero, ahora nos pasa como en la tercera cosecha de arroz, que parece que hemos ‘desfallecido por nuestro propio éxito anterior’. Necesitamos un poco de ayuda, para orientarnos, no necesitamos gurús que nos guíen y nos ‘ayuden’ en exceso, pues eso debilita la propia esencia de movimiento de base.

Como es evidente, lo difícil es encontrar el equilibrio necesario.

Otra posible lectura de esa fábula, que me parece más ajustada, es asimilarla al cambio de estrategia adoptado por ERC, el partido liderado por Oriol Junqueras, actualmente en prisión; y la nueva estrategia consiste en demorar los maximalismos independentistas, para, según dicen, ‘ampliar las bases’.

Obviamente, ampliar los apoyos a la ‘causa’ son necesarios, todos lo sabemos y lo buscamos. Ahora bien, intentar captar a votantes socialistas o de los ‘comunes’, no deja de ser un error, por varios motivos:

·       Esos votantes, nunca pasarán de ser unionistas para ser independentistas; se han dado múltiples e importantes hechos que podrían haberles hecho ver de la forma de actuar de los poderes del estado, y ni así han dudado en seguirles votando.

·       Y para ‘incorporar’ a esos votantes, ERC deberá hacer concesiones, ‘descafeinando’, todavía más, su programa.

Una alternativa más ‘fácil’, sería intentar ampliar las bases mediante la incorporación de votantes abstencionistas, pero, cuantitativamente son menores; pero, al menos no comportaría rebajar el programa independentista.

A mi modo de ver, es evidente que éticamente no deben abandonarse ni diluirse los ideales y, a la vez, se ha de ser pragmático. No se trata de soñar con ir a la Luna dando saltos. Por eso, me parece adecuada la ‘confrontación democrática inteligente’, siempre que mayoritariamente se acuerden las acciones a seguir, como he dicho antes.

Pero está claro que nada será fácil, ya que los poderes del estado y sus medios de divulgación ejercen toda la presión para mantener sus actuales prerrogativas; un ejemplo de ayer, lo tenemos con un artículo del escritor peruano Mario Vargas Llosa, titulado ‘Cayetana’, (que me ha facilitado un buen amigo), y que, entre otras muchas ‘lindezas’, el literato dice:

“(…) Conocí a Cayetana hace algunos años cuando el rey Felipe VI salvó a España, con un discurso, del frenesí de los independentistas catalanes, que, luego, de organizar una consulta ilegal para justificar la independencia, se creían ya dueños de la realidad política española.

(…) Pocas personas hay mejor preparadas intelectualmente que Cayetana, con un doctorado en Historia en la Universidad de Oxford, y, sin embargo, a ella le apasiona la política y está convencida, como ha mostrado en este año, de que en la política pacífica y tolerante de la democracia y el liberalismo todo se puede cambiar, a condición de que se dicten las leyes adecuadas y, sobre todo, se defienda la libertad ante los que quisieran conculcarla, como ahora, en España, la extrema izquierda de Podemos y los independentistas de Cataluña. Es el mejor trabajo que Cayetana ha hecho y lo más que tenemos que agradecerle: demostrar, con palabras y con hechos, que no hay razón alguna para que la derecha democrática tenga complejos de inferioridad frente a la izquierda comunista, que arrastra, dentro de sus taras, cosas tan horrendas como el Gulag, la Revolución Cultural China y, más cerca de nosotros, la desgraciada Venezuela, uno de los países más ricos del mundo al que ‘el socialismo del siglo XXI’ del comandante Chávez sepultó en la miseria y del que cinco millones de personas por lo menos han tenido que huir para poder comer y trabajar. ¿Por qué tendría que bajar la cabeza y rendirse la doctrina de la libertad frente a los responsables de esos crímenes sabiendo que ella representa lo más avanzado, libre y próspero de nuestro planeta?

(…) ¿Cuáles son las posiciones que ha defendido Cayetana como portavoz del Partido Popular? Cosas tan sensatas y queridas por media España como que el Partido Socialista vuelva a ser lo que era en tiempos de Felipe González y el Partido Popular pueda unirse a él con una coalición que permita la recuperación del país en este año de gravísimas vicisitudes sanitarias y económicas (…)”.

Es evidente que el Nobel, dentro de su politización, valoró la labor literaria del Vargas llosa, nada que decir; pero eso no le da ‘patente de corso’ para opinar creando doctrina, ya que un cúmulo tan grande de sandeces como las que expresa en este artículo, muestra su desconocimiento de la política española, su distanciamiento del sentimiento de la ciudadanía y su torticera interpretación de la historia. Y, obviamente, oculta la información primordial, que es que Cayetana, como él amistosamente la llama, aterrizó en la política catalana donde cosechó un fracaso rotundo:

“El PP, al borde de la extinción en Catalunya: tras las elecciones generales del 28 abril 2019. ‘Ha sido un muy mal resultado, un pésimo resultado y me siento personalmente responsable (…) Es una derrota rotunda, contundente, muy clara. Y como en las victorias, en la derrota habrá que analizar a fondo las causas’, reconoció Cayetana Álvarez de Toledo.

(…)

El PP, con el 4,85% de los votos, obtuvo un único escaño, el suyo, pasando de 6 a 1.

(…)

El peor resultado de los treinta años de historia del PP. TY tiene a Vox pisándole los talones (…) Álvarez de Toledo había desplegado una campaña en clave ofensiva, con un lenguaje rotundo, y una oposición frontal al independentismo (…)”

(La Vanguardia)

Pues bien, como he dicho, ocultar esa información es un detalle de la opinión que le merece la democracia al citado autor, que debería reconocer el fracaso de su ‘amiga’ Cayetana, y, también, que con unos votos que no alcanzan el 5%, no se puede pretender imponer un credo, pues eso es lo que tiene Vargas Llosa, y ese credo es el que ya tenían José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), fundador de la Falange Española, Onésimo Redondo Ortega (1905-1936), fundador de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), que en 1934 se fusionó con la Falange Española de las JONS y, en definitiva, del dictador y asesino Francisco Franco.

Este ejemplo nos muestra la mentalidad del estado español, no en vano Juan Carlos I le concedió, en 2011, el título nobiliario de Marqués de Vargas Llosa (por su contribución a la lengua española), y en ese momento, el literato dijo: ‘los cholos hemos llegado a la aristocracia española (…) y que, pese al título, seguiría siendo un plebeyo’. Qué fácil es mentir, pues hace décadas que está ‘endiosado’ y alejado de la plebe.

Y dada esa mentalidad del estado español, es evidente que no podemos confiar en ninguna solución dialogada y pactada, sólo nos queda la ‘confrontación democrática inteligente’.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com