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Qué vestir o qué no vestir, ese es el dilema

Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

Ciertamente hablar de cómo se viste alguien puede sonar superficial, sin embargo cuando se trata de una figura pública -y más siendo la esposa del Presidente- la vestimenta se considera una extensión de su imagen y por ende es importante; sobretodo, si dicha indumentaria se usa para un evento público que es tan importante para los mexicanos como el Grito de Independencia. 

Si bien es de aplaudir el “sacrificio” que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador al prescindir de la gente para celebrar la ceremonia del 15 de septiembre, derivado de la pandemia por COVID y dar el grito con un zócalo vacío, también se debe reconocer que todas las miradas cayeron directamente sobre él y su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller no había más espectáculo que ellos dos y claramente la presión debió ser mucha, pues la mayoría de los mexicanos observó el evento desde su casa: en un televisor o por medios digitales. 

Por lo mismo, y como sucede cada año en este evento, el vestido de la Primera Dama -en este caso no Primera Dama- fue el centro de atención de muchos y es que rápidamente se hizo viral en redes sociales, pero por la razón equivocada. Analizándolo de forma muy superficial, el vestido es elegante, sobrio y muy al estilo tradicional de Gutiérrez Müller, yo no le veía problema; sin embargo antes de elegir un vestido para este tipo de eventos se tiene que hacer un tipo estudio de mercado del mismo -sí, aunque suene ridículo-, pues en este caso no haberlo hecho ocasionó que la esposa del Presidente fuera motivo de críticas y memes en redes sociales que volvieron a sacar a la luz el tema del “choco flan” que tanto le molestó. 

Lo entendemos, la no primera dama renunció a su “título” y así a ciertos privilegios como la ropa de diseñador carísima -que por si usted no lo sabía en la mayoría de los casos es ropa que solamente les prestan las casas de moda para la ocasión-; y con ello volcó su atención a nuevos diseñadores mexicanos, el año pasado para la misma ocasión usó la marca Mussi, de Ángel y Silvia Mussi por ejemplo. 

Y parecerá mentira, pero si Gutiérrez Müller hubiera usado algún vestido de una casa de moda “carísimo” fuera o no mexicano, las críticas tampoco se hubieran hecho esperar porque ciertamente, el atuendo no iría acorde con la filosofía política de su marido “austeridad”, es decir no existiría coherencia y así se perdería credibilidad. 

Aquí, lo interesante no es el vestido o lo que sea que haya usado la pareja presidencial, sino cómo estos elementos -extensiones de la imagen- realmente tiene un impacto sustancial en la forma en la que son percibidos; que si bien, como lo dije al inicio, suena superficial, para la audiencia es importante y por lo mismo repercute en su imagen.