BEIRUT, 26 sep (Reuters) – El primer ministro designado de Líbano renunció el sábado tras intentar formar durante casi un mes un gabinete no partidista, propinando un revés al plan francés que busca unir a los líderes sectarios para que lidien con la peor crisis que vive el país desde la guerra civil de 1975-1990.
Mustapha Adib, exembajador en Berlín, fue elegido el 31 de agosto para formar un gabinete después de que la intervención del presidente Emmanuel Macron garantizó un consenso en su nombramiento, en un país donde el poder está compartido entre musulmanes y cristianos.
Una fuente cercana a Macron dijo que la situación que llevó a la dimisión de Adib equivale a una “traición colectiva” de los partidos políticos, pero indicó que Francia, la expotencia colonial, no abandonará a Líbano.
De acuerdo al mapa de ruta francés, el nuevo gobierno daría pasos rápidos contra la corrupción e implementaría reformas necesarias para conseguir miles de millones de dólares de ayuda internacional para arreglar una economía aplastada por una montaña de deuda.
Líbano sufrió un golpe mayor cuando una gran explosión el 4 de agosto en el puerto de Beirut destruyó parte de la capital.
Adib, un musulmán suní, anunció su dimisión, pero dijo que Líbano no debe abandonar el plan francés ni malgastar la buena voluntad de Macron.
“Destaco que esta iniciativa debe continuar”, comentó tras reunirse con el presidente Michel Aoun, un cristiano. Asimismo, deseó lo mejor a su sucesor en la “dura tarea” de formar un gobierno.
Los políticos, cuyas lealtades suelen coincidir con las líneas confesionales, prometieron a París que habría un gobierno en vigor a mediados de septiembre. No obstante, los esfuerzos de Adib fracasaron en las disputas sobre los nombramientos, sobre todo el puesto de ministro de Finanzas, que jugará un destacado papel en un plan de rescate económico.
“Es un revés, pero no nos rendiremos”, dijo una fuente diplomática francesa.
Reporte adicional de Ellen Francis y Laila Bassam en Beirut y John Irish y Michel Rose en París; escrito por Edmund Blair; editado en español por Carlos Serrano