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Tres años después del 1 de octubre del 2017

Hoy hace tres años que los catalanes votamos, haciendo el mayor ejercicio de democracia, ya que teníamos todos los poderes del estado español contra nuestra, como así lo pudo ver todo el mundo.

Por esta efemérides, todos los medios de comunicación hacen análisis y balances, obviamente, desde la perspectiva de cada uno de ellos, abundando, por lo tanto, los de visión unionista, ya que el poder económico lo es todo o casi todo.

En este momento no pretendo hacer ni un análisis ni un balance, que no sería objetivo, como, por cierto, ninguno lo es, si no que mi interés es centrarme en la importancia del 1 de octubre, como un momento de cambio de chip, para todos: para los independentistas, para los unionistas, como también para los demócratas abstencionistas, especialmente los que aquel día decidieron votar.

Y ese cambio de chip ha comportado que todos nos hayamos quitado nuestras caretas, y que actuemos como consideramos que debemos actuar, sin pudor ni temor alguno.

Por eso, ese momento, fue el inicio de los efectos dominó y mariposa.

Es evidente que los hechos del día en cuestión han incidido en cada uno de nosotros de una forma u otra, y tanto al que ordenó pegar, al que pegó, como al que fue herido, al que defendió las urnas, o al que lo vio por la tele, pensando que no iba con él pues ya estaba bien lo que pasaba, que era la consecuencia lógica a nuestro ‘delito’.

A todos nos ha incidido, obviamente, ya que sólo las ‘piedras’ pueden seguir impávidas.

·       Parménides de Elea (n. entre 530-515 a.C. – ¿?) pensaba que no existen los cambios, que el ser es y el no ser, no es. Y que una cosa no puede ser ella misma y su propia negación, porque es contradictorio.

·       Mientras que Heráclito de Éfeso (540 a.C. – 480 a.C.) tenía un pensamiento dinámico, entramos y no entramos en los mismos ríos, nunca nos bañamos dos veces en el mismo río (ni el agua es la misma, ni uno es el mismo), somos y no somos. Y consideró que una cosa puede ser ella misma y su propia negación, porque los contrarios se unen a la vez que se oponen.

Por lo que, a nuestros efectos, los unionistas creen que su España es, y no puede no ser, no aceptan cambios de ningún tipo, es decir, creen pensar en la línea de Parménides. Ahora bien, psicosocialmente, sí que han tenido cambios, aunque sea para radicalizarse más, que ya es un cambio, aunque no lo reconozcan.

Pero nosotros, los independentistas catalanes, creemos que ese momento no fue únicamente simbólico, si no que desde aquel momento, ya nada es lo mismo, ni su España, ni nosotros, pues consideramos que el efecto mariposa, es decir, el ‘leve aleteo de sus alas’ acabará en un tornado que será nuestra independencia, como deseamos.

“Según el efecto mariposa, dadas unas circunstancias peculiares del tiempo y condiciones iniciales de un determinado sistema dinámico caótico (más concretamente, con dependencia sensitiva a las condiciones iniciales) cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones  con una variación pequeña en los datos iniciales, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertos aspectos de forma completamente diferente (cabe resaltar que sin duda alguna y sin explicación científica). Eso implica que, si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es un concepto de la teoría del caos.

En el ejemplo particular propuesto por Edward Norton Lorenz, por el efecto mariposa, si se parte de dos mundos o situaciones globales idénticas, pero en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, a largo plazo, el mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa, acabarán siendo muy diferentes. En uno de ellos puede producirse a gran distancia un tornado y en el otro no suceder en absoluto.

(…)

La relación entre el aleteo de una mariposa con acontecimientos remotos ya puede verse sugerida en un antiguo proverbio chino que dice: ‘el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo’. Este proverbio aludiría a una visión holística, en la que todos los acontecimientos estarían relacionados (…)

(Wikipedia)

Obviamente los unionistas, con la reacción oficialista agresiva (policial, jurídica y política y económicamente), también han generado y generarán un tornado, lo estamos viendo con los 2850 imputados, y esto no parará, tienen todo el poder. Por eso, no podemos limitarnos al resultado del efecto dominó, que es lineal, en cadena:

“El efecto dominó o reacción en cadena es el efecto acumulativo producido cuando un acontecimiento origina una cadena de otros acontecimientos similares.

Se produce cuando un pequeño cambio origina un cambio similar a su lado, que a su vez causa otro similar, y así sucesivamente en una secuencia lineal.

(…)

La energía empleada en el proceso es la energía potencial, acumulada por las piezas cuando son colocadas en posición metaestable (sistema con varios estados de equilibrio).”

(Wikipedia)

Ese efecto no es multiplicador, y nosotros, los independentistas catalanes, no podemos limitarnos a ser los mismos, debemos ampliar las bases (el aleteo debe acabar siendo un tornado), como todos sabemos, pero no al precio de desvirtuar o diluir nuestros objetivos, en esto discrepamos, y no es un problema estratégico, aunque quieran venderlo así.

Asimismo, a los nostálgicos, de uno y otro lado, es decir:

·       a los unionistas, que quieren que hagamos un ‘reset’, que reiniciemos, que olvidemos esa votación y estos tres años,

·       y a los independentistas que querrían volver a ese día 1 de octubre, para hacerlo todo mejor, implementando efectivamente la república catalana,  

les aconsejo a leer la novela de ciencia ficción: ‘El ruido del trueno’ (1952) de Ray Bradbury (1920-2012), que, en síntesis:

“Esta historia muy conocida sobre los viajes a través del tiempo transcurre en el año 2055, donde un negocio llamado Safari en el tiempo S.A. promete llevar a sus clientes de viaje al pasado para que puedan cazar animales prehistóricos, como el tiranosaurio.

Tras pagar una suma de dinero, un cazador simplemente conocido como ‘Eckels’ está a punto de emprender su viaje, junto a dos guías y otros dos cazadores. El día anterior, un defensor de la democracia de nombre Keith acababa de ganar la elección presidencial, derrotando a un supuesto dictador llamado Deutscher.

Al emprender el viaje, los cazadores son advertidos de que, para evitar la paradoja del viaje en el tiempo, deben ser muy cuidadosos de dejar todo como lo encontraron en un principio, ya que son conscientes de que el cambio más leve puede provocar importantes alteraciones en el futuro. Solo les es permitido a los cazadores disparar a aquellos animales que están a punto de morir, no pudiéndose salir de un sendero que se mantiene flotando a diez centímetros del suelo, construido de un metal antigravitatorio, a fin de impedir que el pasado se altere de algún modo. Los animales que cazan no pueden ser llevados de vuelta al futuro, no permitiendo tomar nada como recuerdo, excepto una fotografía del cazador de pie junto a la criatura muerta (en este caso un Tiranosaurio Rex) (…)”

(Wikipedia)

No explico el cuento, para no extenderme en exceso, pero, como el lector podrá deducir, esas reglas no se cumplen, y alguna o algunas cosas cambian, para que la frase final del cuento sea la que toma como título: ‘El ruido del trueno’; pero está claro que no es posible hacer marcha atrás, retroceder y olvidarnos de lo que ha pasado, aquel día vencimos al estado, tuvimos urnas, votamos y ganamos. Y el estado y sus poderes legales, alegales e ilegales, perdieron: no descubrieron las urnas, no impidieron votar, y mostraron su peor cara a la ciudadanía, mostraron que todo es sacrificable, todo y todo es todo, para salvaguardar la sacrosanta y anterior al big bang, es decir, la unidad de España, la una, grande y libre, la de la unidad de destino en lo universal, y, en definitiva, la de la gran cruzada de 1936.

Y esa victoria no ha de quedar como un hecho simbólico, no debemos caer en la trampa unionista, no debemos hacer como ellos; nosotros no debemos mitificar esa fecha, si no que debemos hacer que fructifique.

Muchos opinadores consideran que ahora estamos peor que hace tres años para poder declarar la independencia, y es verdad, ahora tenemos a nuestros líderes políticos y sociales en prisión o en el exilio, así como a 2850 imputados. Pero hemos aprendido, como escribió Constantino Kavafis (1863-1933) en su poema Ítaca (cantado por Lluís Llach: ‘rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino (…) Ítaca te ha dado el bello viaje, sin ella no habrías salido’.

Es verdad que Kavafis dice también que debemos rogar que el camino sea largo, ‘Es preferible que dure muchos años, que seas viejo cuando fondees en la isla’; pero el poeta se refería a toda la experiencia vital.

Y nuestro aprendizaje no solo se reduce a la resiliencia, es decir, a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse, la capacidad humana de asumir con flexibilidad, situaciones límite y sobreponerse a ellas. La resiliencia significa volver a la normalidad, es un término derivado del latón (del verbo resilio, resilire: saltar hacia atrás, rebotar). La resiliencia es la capacidad de volver al estado natural, especialmente después de alguna situación crítica inusual (fuente RAE).

Es cierto que la resiliencia es la capacidad de salir adelante usando las experiencias positivas y negativas.

En nuestro caso, evidentemente, nuestro aprendizaje no sólo estriba en conocer la inexistencia de límites por arte del estado, la inoperatividad de las instituciones internacionales, la resistencia multiplicada de los unionistas, etc.; si no que además de estos puntos débiles, tenemos fortalezas, que están en la base popular, ya que el sentimiento de independencia, aparentemente, se está manteniendo o aumentando.

Pero si nuestro aprendizaje se limitase a eso, no saldríamos de la resiliencia, que ya está bien, pero es limitativa, como ya he señalado, pues comporta volver a la situación precedente, a la ‘normalidad’.

Y no es esto lo que pretendemos, ya sabíamos que nuestra fuerza está en la base y, por lo tanto, nuestra fuerza es inmensa, si la conseguimos canalizar democrática y pacíficamente. Sabemos que el estado NUNCA NEGOCIARÁ, NUNCA ACEPTARÁ NI LA AMNISTÍA NI UN REFERENDUM, saben que aceptarlo, ya de entrada, sería perder su mítica unidad de España, y ese es su temor.  

Por eso, nuestra fuerza debe canalizarse a repetir jornadas como el 3 de octubre del 2017, la huelga general catalana; pues sabemos que el talón de Aquiles de todos los estados es la economía. Y sabemos que esto comportaría un coste, un sacrificio, a nuestra sociedad, pero, nunca hay nada gratis, nunca (o pocas veces) nadie regala nada por nada.

Hemos visto que por el Covid-19, ha sido preciso parar la economía, para reducir la pandemia; pues bien, para evitar la pandemia ideológica dominante, que nos tiene sometidos, ese coste, también sería asumible, máxime aplicando las medidas paliativas para proteger a los sectores más vulnerables.

Por lo tanto, debemos pensar de forma holística, general, está bien hacer análisis y balances de lo que hemos hecho, para no repetir errores, pero no debemos caer en la parálisis por el análisis, y menos como excusa,  

No podemos ser tan flexibles que rebajemos el valor de nuestro voto, la democracia se basa en una persona un voto, y gana el que tiene la mitad más uno. Y punto. No podemos aceptar que precisamos un 55%, un 70% o lo que sea. ¿Nuestro voto vale menos? ¿somos personas de segunda?

Las próximas elecciones deberían ser plebiscitarias (ERC debería replanteárselo, o decir claramente que ha bajado del barco y ya no va a Ítaca, o va dando, previamente, la vuelta al mundo), y todos deberíamos tener claro que la victoria por votos, debería ser el pistoletazo de salida. Y los políticos que tengan miedo, que es muy humano, que se retiren y se vayan a casa, que no continúen mareando la perdiz.

He señalado victoria por votos, no la mera victoria de diputados, para evitar el efecto de la ley de Hont. Si superamos en votos, la luz ya estará verde.

Y en el interín, obviamente, festejemos el recuerdo de la victoria del 1 de octubre del 2017, para mostrar que no sólo recordamos derrotas. como la de 1714.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com