En griego, perieco (‘peri’, alrededor; ‘oikos’, pronunciado ‘ecos’, casa) y se asignaba a los ‘habitantes de la periferia’ de las ciudades estado, especialmente en Esparta, donde eran uno de los grupos sociales diferenciado de los ilotas, pues los periecos eran personas libres que, a pesar de estar sometidos a la autoridad espartana, gozaban de ciertos derechos y tenían una importancia destacada al formar parte del ejército y realizar actividades comerciales.
Según la constitución de Esparta, la sociedad estaba formada por tres grupos:
· homoloi (los iguales), espartanos de pleno derecho.
· periecos, no son ciudadanos, pero se encargan de la vertiente artesanal y comercial de la economía. Los periecos son hombres libres que carecen de derechos políticos.
· ilotas, esclavos del estado.
(…)
Los periecos vivían en asentamientos alejados del núcleo central espartano (…) sus asentamientos, de organización autónoma, estaban situados en la costa y en la parte septentrional del valle del río Eurotas.
La tierra donde habitaban era enajenable: susceptible de compra y venta, pues no pertenecía al estado.
Los núcleos de la población llegaron a desarrollar cierta autonomía. Estaban sujetos al control de magistrados espartanos, los harmostas, aunque se desconoce la función exacta de estos magistrados. Por un escolio de Píndaro se conoce el dato de que había veinte harmostas, y por ello se ha sugerido que el territorio perieco estaba dividido en veinte distritos.
Los periecos no eran un grupo homogéneo, sino que entre ellos había grandes diferencias sociales: parte de ellos eran terratenientes, otros campesinos y otros, desposeídos de todo, que subsistían con su trabajo.
Los terratenientes podían tener esclavos, que en ningún caso eran ilotas, ya que estos estaban controlados exclusivamente por los espartiatas.
(…)
A los periecos el Estado les imponía varias obligaciones, fundamentalmente en el servicio militar: entre ellos se reclutaban soldados que combatían junto a los espartanos como hoplitas, pero en unidades separadas, integrar la tripulación de la escasa marina espartana, y estaban sujetos a pago de tributos.
No podían casarse con espartanas. No consta ninguna rebelión, por lo que se infiere que su posición era llevadera. Incluso algunos podían desempeñar cargos de responsabilidad, como Diníadas, que mandó una nave en la Guerra del Peloponeso”.
(fuente: wikipedia)
Como puede verse, el paralelismo entre el estado espartano y el español tiene puntos de conexión, igualmente, entre los periecos y los catalanes.
El paralelismo se observa en múltiples aspectos, pero, especialmente en la no consideración como pueblo, pues, según ellos, los catalanes no tenemos uno de los principales derechos fundamentales, es decir, como país, no somos sujetos políticos; nos consideran meros miembros de un todo.
La segregación en los matrimonios en Esparta, aquí la vemos y la sufrimos en la imposibilidad de que algún catalán pueda ser jefe del gobierno central (en la Primera República (10.2.1873-29.12.1874) si, por ejemplo: Estanislau Figueras i Moragas (1819-1882), primer presidente de la república, durante cuatro meses, en 1873; y Francesc Pi i Margall (1824-1901), si bien su mandato como jefe de gobierno duró sólo 38 días, en 1873)
En cuanto a ‘los harmostas espartanos, tienen su nombre de harmotês o harmostêr, literalmente ‘conciliador’, eran los magistrados espartanos, los funcionarios espartanos enviados a las ciudades periecas, para asegurar su sumisión a Esparta. (…) interviniendo con cualquier excusa, y a menudo con brutalidad o al menos con desacierto, los harmostas dejaron un mal recuerdo en las ciudades ocupadas y contribuyeron a destruir la imagen de Esparta’ (wikipedia). Y no es preciso ser demasiado agudo para ver que en Catalunya los brazos de los poderes del estado los sufrimos directamente por los ministerios y, de forma delegada, por sus poderes en el territorio: en la justicia, en la guardia civil, etc.
Buena prueba de eso la hemos tenido esta semana con la detención peliculera y televisada de unos independentistas, atendiendo al informe ‘fabulado’ (operación Vóljov) del teniente coronel Daniel Baena (alias Tácito, en las redes, aunque lo negó bajo juramento en el tribunal supremo; sin la menor consecuencia, claro), acusando de tratos para la llegada de 10.000 soldados rusos. Pero, después de dos días retenidos, han sido puestos en libertad sin medidas cautelares, ni siquiera la entrega del pasaporte. Pero la operación sigue abierta, y, de momento, ya sirvió para ‘tapar’ la noticia de la absolución de la cúpula de la policía autonómica.
Por eso, Aitor Esteban Bravo (diputado del partido nacionalista vasco), señaló en su tuit: ‘Festival de humor. No sé si es más gracioso el informe de la guardia civil o el tuit de la embajada rusa’.
Pero bromas aparte, la situación es muy seria y grave, pues aquí seguimos sufriendo la venganza del estado español, por haber puesto unas urnas para votar democráticamente.
Y los harmostas españoles siguen actuando como los espartanos: para asegurar nuestra sumisión e interviniendo con cualquier excusa, y a menudo con brutalidad o al menos con desacierto, los harmostas dejaron un mal recuerdo en las ciudades ocupadas y contribuyeron a destruir la imagen del estado (como he citado).
Esta mañana, Pedro Sánchez, como respuesta a las manifestaciones violentas en varias ciudades españolas, ha hecho un comunicado diciendo que:
‘La conducta violenta e irracional de grupos minoritarios es intolerable (…) solo desde la responsabilidad, la unidad y el sacrificio lograremos vencer a la pandemia que asola a todos los países (…) la conducta violenta no es el camino. Gracias, una vez más, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad por garantizar la seguridad’.
Evidentemente que la violencia, toda y de todos, es reprobable, sin exclusiones de ningún tipo. Y vemos que, en estas manifestaciones pacíficas y legales, se han mezclado elementos de extrema derecha alentados por VOX.
Pero se ha de considerar que eso es una manifestación extrema de la frustración de la ciudadanía, como ha pasado en otras ciudades europeas. Y esa frustración muchos la sentimos por ver cómo los responsables políticos no aplican medidas adecuadas ni han realizado las acciones precisas para evitar el colapso en esta segunda ola; ya que seguimos con muchas carencias en todos los aspectos, empezando por el sanitario, pero también por el empleo, los recortes de libertades, etc.; que ya he comentado repetidamente.
Y todo esto sólo tiene un camino, que es la dotación económica suficiente; pero vemos que Pedro Sánchez, como el mayor ‘trilero’ del estado, chantajea a los partidos, para que le apoyen los presupuestos generales para el 2021, como único medio para poder disponer de las ayudas europeas. Y ESTO ES VERGONZOSO Y FALTO DE TODA ÉTICA Y MORAL, como lo es que en cada discurso o comunicado se refiera a la ‘unidad’, como el gran mantra que lo soluciona todo.
Con estos siete meses de pandemia, hemos aprendido que los científicos no tienen la fórmula adecuada, y que hay consejos de todo tipo.
Esta mañana, en una entrevista radiofónica (RAC1) a Daniel Prieto Alhambra, médico y científico catalán, actualmente en la IDIAP (University of Oxford), ha comentado que él, en este momento, en España aplicaría justamente las medidas inversas de las que se aplican para rebajar las tasas de infección; es decir, que aplicaría un confinamiento total durante dos o tres semanas, y después, paulatinamente, iría relajando las medidas. Por el contrario, aquí se están aplicando las medidas cada vez más duras, para acabar, al final, con el confinamiento, si no mejoran los ratios.
Parece lógica la propuesta de Prieto pues, es la forma de reducir la propagación y evitar, rápidamente, que puedan colapsarse las UCI; y, después, paulatinamente, ir abriendo las posibilidades de actuación. Así, como pasó en la primavera, cada pequeño logro, cada avance, era visto como liberador y daba moral. Mientras si aquí, no se consiguen los resultados, y acabamos confinados, será un mazazo muy fuerte, que nos hundirá más en la depresión.
Estoy convencido de que todo es opinable; pero agradecería que los políticos nos tratasen como adultos, y nos explicasen los pros y contras de cada medida; en lugar de irnos machacando con la responsabilidad de todos, y todos unidos.
Como, por ejemplo, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, poniéndose de perfil ante los problemas, y dejando a los regidores que expliquen las limitaciones y problemas que comporta el transporte público en la transmisión del virus. Su único argumento es que hay ventilación, que se han de llevar las mascarillas, y que no se pueden poner más trenes en las vías del Metro. Y esto es vergonzoso, Por qué no se pueden poner más unidades y disminuir la frecuencia, ¿es un problema de falta de unidades, de falta de personal, de falta de una red de señalización más robusta, de falta de medios informáticos de control, etc.? Y esto es lo que queremos que nos expliquen, y sus responsabilidades por esas carencias.
Es muy fácil aplicar todas las medidas sancionadoras y recaudatorias para reducir la movilidad con los coches privados, pero antes debe garantizarse una red pública acorde con las necesidades; y ahora, con el virus, más que más. Y si es preciso dotar de nuevas líneas de autobuses con los recorridos de las diferentes líneas de metro, que lo hagan.
Una especialista en filtros de ventilación (que no recuerdo su nombre), ha dicho que, en los vagones de Metro de Barcelona, el sistema puede garantizar una rotación del aire, teniendo 36 personas, pero todos sabemos que en las horas punta hay muchas más. Igualmente, ha dicho que, según las estadísticas de transportes metropolitanos de Barcelona, la media de los viajes es de 22’, y el Ayuntamiento considera que no es excesivo tiempo. Cuando el citado Prieto ha dicho que una persona considerada ‘súper contagiadora’ puede infectar a muchos en pocos minutos de proximidad, aún llevando la mascarilla.
Claro que el citado Prieto ha dicho que él aconsejaría que en el transporte público se prohibiera hablar, de forma personal o por teléfono, ya que se emiten muchos más aerosoles. A este paso nos prohibirán respirar.
Por todo, estamos muy cansados de sentirnos periecos, y de tantos harmostas, que sólo saben de aplicar la fuerza física, ‘legal’, ‘ilegal’ o ‘alegal’.
Y para solucionar este cansancio, queremos que se nos trate como adultos; y sólo tenemos un camino: la independencia. Después, tampoco será un camino de rosas, pues tendremos muchas espinas, ya que aquí, como es lógico, tenemos ciudadanos de todo tipo, desde los Comunes de la citada Colau, que tela, hasta de extrema derecha, por lo que tendremos un gran trabajo para integrarlos, democrática y libremente, a todos en el nuevo proyecto, que ha de ser ilusionante para todos.
Pero es el único camino para liberarnos del estado espartano español que nos tiene sometidos. Estamos hartos de sus poderes y sus respectivas cloacas y, como no, de sus harmostas.
Amadeo Palliser Cifuentes