Tres años después de los atentados citados, mañana se iniciará el juicio, en la audiencia nacional de Madrid, de Driss Oukabit, Mohamed Houli y Saïd ben Iazza.
Según la fiscalía, se les atribuyen cargos de pertenencia o colaboración con la célula terrorista de Ripoll; pues los autores materiales de los actos fueron abatidos, por los mossos (policía autonómica catalana), en el momento de su localización, o en la explosión fortuita en su casa – escondrijo, en Alcanar.
Dada la experiencia que tenemos, y no sólo los independentistas catalanes, no podemos confiar que la sentencia que finalmente dicte la citada audiencia nacional, ya que, de entrada, han excluido y censurado diferentes elementos básicos, que no permitirán dilucidar, en su totalidad dicho atentado. Obviamente, juzgar los hechos realizados por esos tres acusados, es importante; pero, a nadie se le puede escapar que hay otros muchos aspectos, de carácter más general que, la limitación del marco judicial establecido, no permitirán dilucidar.
Esas preguntas son enormemente relevantes, ya que son las siguientes:
· El imán de Ripoll, Abdelbaki es-Satty, ¿realmente murió en la explosión de Alcanar? Sobre el particular hay restos de una oreja, que su ADN ratifica que le correspondía, así como un informe de los forenses marroquís que analizaron esos restos. Pero ¿efectivamente, esas pruebas son efectivamente fehacientes y concluyentes?
· ¿Realmente, es-Satty era un confidente del centro nacional de inteligencia (CNI), como lo demuestran los múltiples contactos?
· ¿Por qué el citado CNI y la guardia civil ocultaron información relevante de ese imán a los mossos (la policía autónoma catalana)? ¿Sus prejuicios y falta de confianza prevalecieron sobre la efectividad?
· ¿Había detectado el CNI y la guardia civil la radicalización de la célula de Ripoll? ¿Habían vigilado sus contactos con un imán de Bélgica y con Salh el Karib, el propietario del locutorio donde el grupo había comprado los billetes de avión?
· ¿Por qué se ha rechazado que declaren José Antonio Nieto, ex secretario de seguridad y José Luis Olivera, es director del centro de inteligencia y el crimen organizado (Cicot)? ¿Temen que bajo juramento ‘clarifiquen’ alguna cosa inconfesable? (claro que ya hemos visto como, también bajo juramento, en el juicio del tribunal supremos mintieron muchos, desde Mariano Rajoy hasta el teniente coronel de la guardia civil, Daniel Baena, pasando por la vicepresidenta, ministro de interior, etc.; y el juez Marchena ni se cuestionó sus respuestas de que no sabían nada, que no se acordaban, etc.)
· ¿Temen que los citados Nieto y Olivera puedan responder si el hecho que España tuviera un expediente de la UE en agosto de ese mismo 2017, por no controlar la venda de material para hacer explosivos, incumpliendo la normativa de la comunidad europea, facilitó que los terroristas comprasen el material necesario?
· Etc.
Como se ve, todo me parece un puro teatro, una verdadera tragedia, que nos muestra, una vez más, que aquí en España no interesa poner luz y taquígrafos ante la actuación interesada de ciertos brazos del poder del estado. Todo son simples escusas para ir esquivando su propia ‘responsabilidad’. Y una muestra la tenemos en la actuación de los principales partidos españoles, que rechazaron una comisión de investigación en el congreso de los diputados, con la escusa de que el tema estaba judicializado; y eso, sabiendo que el poder judicial había excluido y censurado los temas citados, que, lógicamente, trascienden a los tres acusados.
Todo está atado y bien atado, y entre ellos se defienden. Y, el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que ellos mismos autodenominan el más progresista de la democracia, actúan, en realidad, como verdaderas losas que lo tapan todo. Son cómplices de que nunca se puedan descubrir las cloacas y las ratas que corren por ellas.
Para los partidos políticos, como para todos los poderes del estado español, lo único importante es la sacrosanta unidad española y, por lo tanto, nunca han confiado, confiarán, ni respetarán a las instituciones catalanas; y siempre han preferido utilizar sus cloacas y malas artes, para perjudicarnos (ya vimos cómo el anterior ministro de interior, Jorge Fernández Díaz, dijo a Daniel de Alonso, el ex jefe de la oficina antifraude catalana: ‘hacemos una gestión, y la fiscalía te lo afina’. Y unos personajes tan siniestros como estos, el primero, miembro honorífico del Opus Dei, que no tiene ningún remordimiento, y se vanagloria de ‘haberse cargado la sanidad catalana’; el segundo, un vigilante del fraude, que ahora se ha visto que se embolsó más de 300.000€ indebidamente)
Evidentemente, nunca compartirán información relevante, que pueda afectar al estado, o que consideren que les pueda ‘debilitar’ en su opresión del independentismo. Y, en agosto del 2017, unos meses antes del referéndum del 1 de octubre, esas tensiones eran máximas, y el estado prefirió la descoordinación policial, la ocultación de información relevante, etc.
Y, posteriormente al atentado, ver que los mossos, la policía catalana, con una muestra de gran profesionalidad, y con una celeridad encomiable, ‘solucionaron’ el tema, deteniendo a los citados tres presuntos terroristas, y acabando con la vida de los restantes (con excepción de los que ya habían fallecido con la explosión fortuita en su chalet), hirió en el orgullo hidalgo – quijotesco, de los poderes del estado y de sus cuerpos de policía y guardia civil. Y esa envidia les llevó a encausar al mayor Trapero y la cúpula de los mossos y la consejería de interior de la Generalitat (con la escusa de favorecer la realización del referéndum), pero, afortunadamente, no tuvieron éxito con esas maquinaciones.
Con todo lo comentado, y la historia que llevamos a cuestas y sufrimos, ¿realmente podemos tener confianza que con este juicio se clarifique todo lo concerniente al atentado que ocasionó 16 víctimas, y más de 150 heridos, en total de hasta 34 países diferentes?.
Ya vimos la forma de proceder de Aznar y Rajoy, y todo el PP, tras el atentado de Madrid del 11 de marzo del 2004, en la estación ferroviaria de Atocha (191 muertos y 2050 heridos), ejecutado por una célula de Al-Qaeda, el gobierno español intentó culpabilizar a ETA, como autora de la masacre, ya que, de ese modo, mantenía su relato: ‘todo es ETA’ y ‘mantenía al margen su intervención en Irak’.
Es decir, como vemos, el relato que tiene el estado profundo y sus adláteres es lo que cuenta y debe prevalecer; y no aceptan que la realidad les estropee dicho relato. Y ese relato, como sabemos, está basado en la consideración de España como una ‘unidad de destino en lo universal’, falangista y franquista.
Y como sabemos los independentistas, que sufrimos el castigo de una macro causa general, con imputaciones preventivas, y unos poderes policiales y judiciales anclados en el pasado, y movidos, como todos los poderes del estado, por la venganza, por habernos atrevido a poner en jaque a su sacrosanta unidad, y a sus poderes y privilegios históricos, conseguidos por la conquista, como dijo el ministro franquista Manuel Fraga Iribarne.
Y con esta mentalidad, el castigo debemos cumplir los independentistas catalanes, deben seguir los siguientes requisitos medievales:
‘El suplicio forma parte de un ritual. Es un elemento en la liturgia punitiva, y que responde a dos exigencias. Con relación a la víctima, debe ser señalado: está destinado, ya sea por la cicatriz que deja en el cuerpo, ya por la resonancia que le acompaña, a volver infame a aquel que sea su víctima; el propio suplicio, si bien tiene por función la de ‘purgar’ el delito, no reconcilia (…) la memoria de los hombres, en todo caso, conservará el recuerdo de la exposición, de la picota, de la tortura y del sufrimiento debidamente comprobados.
Y por parte de la justicia que lo impone, el suplicio debe ser resonante, y debe ser comprobado por todos, en cierto modo como su triunfo. El mismo exceso de las violencias infligidas es uno de los elementos de su gloria: el hecho de que el culpable gima y grite bajo los pies, no es un accidente vergonzoso, es el ceremonial mismo de la justicia manifestándose en su fuerza’.
(…)
‘Según Servan: es preciso que las ideas de crimen y castigo estén fuertemente ligadas y ‘se sucedan sin intervalo’ …, Cuando hayáis formado así la cadena de las ideas en la cabeza de vuestros ciudadanos, podréis entonces jactaros de conducirlos y de ser sus amos. Un déspota imbécil puede obligar a unos esclavos con unas cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucha más fuertemente por la cadena de sus propias ideas’
(Michel Foucault, Vigilar y castigar’ (1975), Edit. Siglo XXI, Madrid, 1988, págs. 40 y 107)
Y aquí en España vemos la doble vara de medir, pues contra nosotros, todo el castigo, la aplicación máxima y generalizada de la venganza más cruel y desproporcionada. Y, guantes de seda y mirada hacia el otro lado, contra la casa real, por las de cada vez menos ‘presuntas’ corrupciones, ahora, según el último capítulo de ese serial, ayudado por sus amigos, el empresario mexicano, Allen Sanginés-Krause y el coronel Nicolás Murga.
En un estado, como el español, que nadie descubrió quién era ‘M. Rajoy’, ya que, por lo visto, deducir que esa referencia en los papeles de Bárcenas, se referían a Mariano Rajoy, demuestra que los espías españoles, se parecen más a los de las películas de Torrente, que a los de Graham Greene y John Le Carré.
Pero, claro, esos Mortadelos y Filemones de los ‘Torrentes’ que tenemos, son capaces de fabular historias inverosímiles y macrocausas, de un mero comentario de un simple personaje como el empresario Víctor Terradellas Maré (sobre los 10.000 soldados rusos)
Y en una sociedad disciplinaria, que mucha gente gris e inmoral, graba a diestro y siniestro, como si fueran James Bond o George Smiley, no reconocen que los espías siempre son antihéroes, anónimos, clandestinos y marginales, a los que no se les debe dar la mayor relevancia.
Por todo esto, nuestra futura república catalana deberá pasar la aspiradora y la fregona, para eliminar toda la suciedad que nos han lanzado encima, y que ha contagiado a ciertos personajes de aquí.
Y sabemos que será duro, pues nos castigan y castigarán, ya que su venganza es insaciable; pero lo conseguiremos y lo saben.
Amadeo Palliser Cifuentes