Aún no llegamos a las elecciones intermedias de 2021 y los suspirantes por la primera silla de la Nación ya están en plena operación. Algunos con un perfil discreto pero con el colmillo bien afilado apuntan a ser los sucesores del tabasqueño en Palacio Nacional.
Entre los más nombrados, sin duda, está el canciller Marcelo Ebrard, quien para aquellos que no lo recuerden, jugó de sacrificio hace algunos años para abrir camino a las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador. Es una deuda de sangre que juega a su favor, pero que aún no se sabe si tiene fecha de expiración.
El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores ha fungido como bombero de la cuatroté y su papel ha sido importante en la comunicación del gobierno, tanto en temas propios de su encargo como de la agenda política nacional, Ebrard ha metido las manos al fuego y, hasta ahora, ha salido sin quemadura alguna.
Junto a él también figuran los legisladores estrella de Morena, hablamos del senador Ricardo Monreal y del diputado con licencia, ahora presidente del partido en el poder, Mario Delgado. Ambos, hombres autodenominados fieles al Ejecutivo y que han manejado los hilos del Congreso de la Unión para aprobar todo lo que el señor de Palacio indique.
El zacatecano es conocido por la forma en que suele estirar la liga a la hora de negociar, como se vio en la selección de candidatos que llevó a Claudia Sheinbaum al gobierno de la Ciudad de México e hizo que el ahora senador obtuviera una victoria en donde todos veían solo derrota.
El caso de Mario Delgado tuvo, en las últimas semanas, un giro inesperado que lo ha catapultado hacia un nuevo escenario, ya que después de ungirse como nuevo presidente de Morena, sus posibilidades de pelear por la grande se multiplicaron. Recordemos además que la mancuerna Ebrard-Delgado sigue vigente y es un asunto a tomarse en cuenta para lo que viene.
Suena también la jefa de gobierno de la Ciudad de México, quien goza de toda la confianza y aprecio del Presidente de la República, quien no deja pasar la ocasión para alabar en público a su pupila. Claudia Sheinbaum conserva buenos niveles de popularidad y ha sorteado sin tantos tropiezos la epidemia de Covid-19, aunque la moneda sigue en el aire y cualquier piedra en el camino puede ser el fin.
Y en este sencillo ejercicio de reflexión no hay que olvidar al mandamás del “pueblo bueno”, a quien ha dicho en reiteradas ocasiones que sí se va, pero no sabe cuando; que será la gente quien decida y que su destino está marcado por el designio de los mexicanos. El Presidente y su revocación de mandato, abren la puerta también a que después de AMLO, el propio mandatario solo quiera que venga el mismo AMLO.