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El estado español y el arte de amargarse y amargarnos la vida a los catalanes.

Los poderes del estado siempre tienen a mano sus ‘chivos expiatorios’ sobre los que cargar las culpas de todos los males; y, desde hace años, el principal ‘chivo’ somos los independentistas catalanes, en concreto, y la totalidad de los catalanes, en general.

Y esto lo hemos visto recientemente con las cartas de los militares jubilados (ahora ya más de 400 firmas, entre ellas 40 generales), quejándose del riesgo de la integridad de España; carta a la que la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha dado su bendición, pues ha dicho que comulga con la literalidad de sus mensajes.

También lo vemos por la actuación del poder judicial, pues ahora ya se ha filtrado que tanto la fiscalía como el supremo, informarán en contra del indulto a los presos políticos. Informes que no son vinculantes para el gobierno. Pero, claro, ante un Pedro Sánchez sin ideología y que rehúye solucionar problemas si eso le comporta, particularmente, una merma en su imagen. Ese informe negativo le servirá de excusa para dilatar la espera, hasta que le vuelva a interesar sacar el caramelo para amagar otro pacto.

Y, a una pregunta de Gemma Nierga a Joan Tardà, sobre si ERC mantendría su apoyo al gobierno de coalición de Pedro Sánchez, si éste no concedía el indulto, Tardà, haciendo una parodia de sí mismo, ha dicho: ‘pues ……. si’; la verdad, confiarlo todo a un pactismo mágico, como señaló Carles Puigdemont, es no haber aprendido nada de esta última década.

Que el estado español aplique esa estrategia del pragmatismo a corto plazo, del día a día, ya estamos acostumbrados, pero que ERC  y el PedeCat le sigan la corriente, la verdad es que no es comprensible, máxime cuando vemos que éstos partidos ‘independentistas’, cuando surge alguna chispa, como la supresión del tercer grado a Dolors Bassa y Carme Forcadell, hicieron sus aspavientos, con sus grititos, pero pura pose que no sale de aquí; y el estado español ya lo sabe y hasta le sirve para mostrar su ‘aparente’ distonía con los independentistas. Así, cada uno da el pienso a sus respectivos rebaños.

Paul Watzlawick (1921-2007), filósofo y psicólogo, autor de ‘El arte de amargarse la vida’, refleja de forma muy clara la ‘dinámica’ de ambas visiones, mediante la siguiente fábula:

‘La historia del martillo:

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno. Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué podría ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así, nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir ‘buenos días’, nuestro hombre le grita furioso: ‘Quédese usted con su martillo, so penco’.’

Los poderes del estado aplican esa visión respecto a los independentistas, atribuyéndonos elucubraciones que, finalmente, se confirman, como las profecías autocumplidas. También se dan las profecías autofrustradas. Y, según los casos, los poderes del estado aplican unas u otras, según sus intereses.

Autocumplimiento de las profecías: es interesante la idea del filósofo Karl Popper que dijo – simplificando mucho – que:

‘la profecía horrenda del oráculo a Edipo se cumplió precisamente porque éste la conocía e intentó esquivarla. Y justo lo que hizo para escaparse de ella, fue lo que llevó al cumplimiento de lo que había dicho el oráculo.

(…) Cuantas más señales de stop ponga la policía, más transgresores habrá del código de circulación, por lo que ‘obliga’ a poner más señales de stop. Cuanto más una nación se siente amenazada por la nación vecina, más aumentará su potencial bélico, y la nación vecina, a su vez, considerará urgente armarse más. Entonces el estallido de la guerra (que ya se espera) es sólo cuestión de tiempo. Cuanto más alta es la tasa de impuestos en un país, para compensar así los fraudes de los contribuyentes que, naturalmente, ya se supone de antemano no van a ser sinceros, más ocasión se da a que también los ciudadanos honestos hagan trampas’.

Es decir, cuanto más acorazado y amenazador es el estado español contra los independentistas, más fuertes nos deberíamos sentir; pero, desgraciadamente, esto no es así, ya que muchos ciudadanos, y algunos partidos, se desmotivan, se atemorizan y, en definitiva, se conforman. Por lo tanto, se cumple la teoría de la profecía autofrustrada.

Y, volviendo a la ‘historia del martillo’, los citados partidos independentistas también siguen esa misma estrategia, pues ya les va bien. Al final, cinco minutos de críticas y malas caras mutuas y, a pasar página.

Por todo eso, los independentistas de base, que consideramos que, hoy por hoy, el líder que sigue manteniendo el pulso con el estado, es Carles Puigdemont, no debemos dejarnos engañar, debemos persistir, pues, en caso contrario será perpetuarnos en el estatus quo actual, con una constitución restrictiva, en manos de unos ‘intérpretes’ (como el tribunal constitucional) miopes, y que sólo ven con el espejo retrovisor. Pero no podemos esperar que se estrellen, no podemos esperar más.

Pere Portabella, explicó:

‘Al almacén, llamado biblioteca, de la prisión, descubrí un espacio prácticamente sin nada, abandonado, y encontré un piano desafinado absolutamente destrozado. Pedí a Carles Santos, con quien compartía celda, que tocase una sonata de Bach. El resultado: una acción-artefacto, una sensación maravillosa, regida, inolvidable. En definitiva, una impugnación al espacio y a la dictadura. Una ola de ruidos, notas y sonidos dignos de flujos de música concreta de John Cage y la desmaterialización de la obra de arte de Lucy Lippard. La profundidad de su mensaje principal, el texto, la voluntad de decir a todo el que la escucha: ‘Toma consciencia que eres un ser libre, pierde el miedo, te han hecho esclavo, pero ha llegado la hora de que tomes consciencia de lo que eres, levántate, se ha acabado el tiempo del miedo, eres libre, eres vencedor’. Y así fue creado (el texto de la pieza de Bach)’.

(Ara, 6 de diciembre 2020)

El miedo, como todos sabemos, es un gran freno que nos lleva al desastre. No hay que confundir el miedo con la prudencia.

Ayer tuvimos un claro ejemplo de miedo, pues según Ronald Koeman, entrenador del FC Barcelona, ayer su equipo salió con miedo, y perdió el partido contra el Juventus FC.

Los poderosos siempre abusan de esa estrategia, atemorizar al débil. Un ejemplo claro lo tenemos con el ejército español, tan en boga estos días, pues:

‘La constitución española de 1978 no representó nunca el fin del franquismo, sino justamente la garantía legal de su continuidad histórica (Felipe VI) y social (los millones de españoles conscientes, aún hoy, de haber ganado la guerra). Este diciembre de 2020, la constitución del 78 encarna la impunidad de lo que ha perdurado del golpe de estado del 18 de julio de 1936. No es ninguna exageración esto que digo: el sistema judicial ignora, por ejemplo, el falso testimonio hecho bajo juramento de importantes responsables de las fuerzas de seguridad del estado. Se trata, en general, de familias de facciosos vinculados directa o indirectamente con otro golpe de estado, el del 23 de febrero de 1981. Nadie ha pedido nunca explicaciones. En cualquier democracia europea, este tipo de cartita dirigida al rey por militares jubilados, habrían sido advertidos públicamente por el mismo monarca. El socialista José Bono, asimismo, los disculpa: parece que sólo son unos pobres jubilados que, en lugar de dar pan seco a las palomas, plantean salvar la patria. ¿Salvar España? Puedes contar: se trata de la generación de militares que abandonó, de manera innoble, el Sáhara Occidental y la gente que vivía allí. Entonces, pero, no le escribieron ninguna cartita al rey denunciando una pérdida territorial de 266.000 km2 y una situación que afectó dramáticamente, a miles de ciudadanos españoles de pleno derecho, con DNI y todo.

Hay, entonces, una constitución franquista o, tanto da, un franquismo constitucional. Hay también una acomodaticia confusión auspiciada por los encargados de interpretar y de aplicar la ley (¡cherchez le nom de famille!) Prevarican con una media sonrisa en los labios, pensando que han conseguido llegar al siglo XXI sin que nadie les haya tocado ni un pelo de la toga.

(Ferran Sáez Mateu, Ara, 9 de nov. 2020)

Ejemplos vergonzantes como el citado abandono del Sáhara Occidental, en 1976, forzado por una marcha verde marroquí, y prescindiendo de los deseos de independencia de la población, partidaria del Frente Polisario, lo podemos encontrar en la ‘maravillosa y heroica defensa’ del islote de Perejil, efectuada el 18 de julio del 2002, (si, el 18 de julio, recordando el de 1936), por la legión, la armada, el ejército del aire y la guardia civil. Ese día, el gobierno de José María Aznar desalojó a los seis gendarmes marroquíes que el día 11 de ese mes, ‘ocuparon el peñasco’, manteniendo, de ese modo, el estatus quo: su no ocupación humana, sólo unas pocas cabras, propiedad de pastores marroquíes. Los seis gendarmes detenidos, ese mismo día fueron liberados y entregados a Marruecos.

Otro ejemplo de esa gran valentía y pundonor, lo sufrimos los catalanes el 1 de octubre del 2017, cuando votamos en el referéndum de independencia, pues, ejercieron toda su violencia contra indefensos ciudadanos, de todas las edades. Y, claro, fueron merecedores de medallas, recompensas y recibidos como héroes en sus lugares de origen.

Y ejemplos vergonzantes los tenemos casi cada día, pues ayer:

‘El día de la constitución, un grupo de personas hicieron un homenaje a la carta magna en la plaza de Sant Jaume de Barcelona (donde está la sede de la Generalitat y del Ayuntamiento), con una enorme bandera que llevaba el emblema de la segunda división de la Waffen-SS del Tercer Reich. Esta división fue la responsable de la masacre de Orador de Glana (Occitània), donde, en el verano de 1944 asesinaron a 642 personas, la mayoría civiles indefensos. Entre ellos había diversas familias catalanas que habían huido de las tropas franquistas’

(Ferran Sáez Mateu, Ara, 9 de nov. 2020)

‘La masacre de Orador de Glana designa la destrucción, el 10 de junio de 1944, de esta villa, situada en el departamento de la Alta Viena (Llemotges), y la masacre de su población (642 víctimas), por un destacamento del 1er. batallón del 4to. regimiento de Panzergrenadier Der Führer de las Waffen-SS. Fue la masacre de civiles más grande cometida en Francia por las tropas alemanas. (…) Asimismo, fueron destruidos la mayor parte de los edificios e infraestructuras del pueblo, después de saquearlos e incendiarlos’

(Wikipedia)

Un estado que tolera que la extrema derecha lleve esos emblemas y, a la vez, persiga e inhabilite al president de la Generalitat, Quim Torra, por poner una pancarta reclamando la libertad de los presos políticos, realmente muestra que sigue imperando el franquismo puro y duro.

Y, esos grupos de extrema derecha, que campan a sus aires, pues saben que tienen los poderes del estado a su favor, ya que ni la fiscalía actúa de oficio contra ellos, ni contra los militares jubilados que quieren fusilar a más de 26 millones de ciudadanos.

Y esos grupos, amenazaron que hoy vendrán al corte pacífico y diario, que algunos vecinos de la avenida Meridiana efectuamos para reivindicar la libertad de los presos políticos y reclamar la amnistía.

Veremos el dispositivo policial a qué grupo defiende y protege.

En definitiva, la verdad es que estamos ‘atados y bien atados’ a un estado nefasto, del que deberíamos independizarnos. Que sigan ellos con sus miserias y sus ‘Perejiles’.

Y volviendo con la citada ‘historia del martillo’ de Paul Watzlawick, que se amarguen la vida, si son masoquistas; pero que no nos amarguen la nuestra.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com