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Pedro Sánchez: su marca en la barca y su cuento de la lechera.

El pesimista se queja del viento.

El optimista espera que el viento cambie.

El realista ajusta las velas

William George Ward, 1812-1882

‘Este importante personaje, teólogo y matemático, con un don especial para las matemáticas puras, pero despreciaba cualquier otro campo de conocimiento incluidas las matemáticas aplicadas o cualquier cosa fuera de las ciencias exactas (…) su examen de matemáticas es un ejemplo de las particularidades de su carácter y su capacidad. Cuatro de sus cinco trabajos sobre matemáticas aplicadas fueron entregados en blanco. Sin embargo, se pudo graduar y en 1834 obtuvo una beca abierta en el Balliol College.

El año previo había comenzado el movimiento tractariano, Ward se sintió atraído por este movimiento a causa de su odio por la moderación y lo que él llamo ‘respetabilidad’; rechazó a John Henry Newman, a quien consideraba un mero anticuario. Pero un tiempo después se convirtió en su discípulo especial, ya que no les gustaban las investigaciones históricas, pues todo lo estudiaba como si fuera de lógica pura (…)’

(fuente: Wikipedia)

Pues bien, estoy convencido que la gestión actual de la pandemia seguida por Pedro Sánchez y por otros muchos mandatarios de las comunidades autonómicas, o de otros estados, no resistiría el más simple análisis lógico del citado matemático.

No hace falta comentar la fábula de la ‘cigarra y la hormiga’ de Esopo (c. 620 a.C. – c. 564 a.C.) y actualizada por Félix María Samaniego (1745-1801), que refleja la situación de España, acostumbrada a vivir de las subvenciones que la UE ha ido y va poniendo a disposición de los países de menor capacidad, que los verdaderos y cumplidores países que se ajustaban a los requisitos de la UE.

Aquí en la hidalga y casposa España, la cúpula del estado está imbuida por el pensamiento del ‘que inventen ellos’ de Miguel de Unamuno (1864-1936), que ya he comentado en un par de ocasiones, pensamiento heredero de don Quijote de la Mancha luchando contra los molinos de viento, pensándose que eran gigantes, y desoyendo a su criado Sancho Panza, que le advertía de la realidad de los molinos. Estos son los estereotipos que reflejan el estado que tenemos, y así nos va.

Y esta mentalidad la vemos reflejada en la respuesta ante la pandemia, ya que ha faltado prospectiva, previsión y planificación estratégica; siempre se está actuando de forma reactiva según la realidad de cada momento, siempre de forma improvisada para solventar cada nuevo problema.

Siguen el consejo del citado Miguel de Unamuno, expresada en primer lugar en una carta que el 30.05.1906 dirigió a José Ortega y Gasset (1883-1955):

‘yo me voy sintiendo profundamente antieuropeo. ¿Qué ellos inventan cosas?, invéntenlas’.

Poco después, en julio de ese mismo año, en un artículo titulado ‘El pórtico del templo’, escribió un diálogo:  

‘Román: inventen, pues ellos, y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó.

Sabino: Acaso mejor’

Aquí en España, realizamos el deporte nacional del ‘y tu más…’, como estrategia defensiva, así, nos miramos las cifras negativas de la pandemia sanitaria: número de infectados, de hospitalizados, de fallecidos, etc.; y al revés, ahora con los vacunados, se aplica el ‘y tu menos…’. Así, sin profundizar en nada.

Esa táctica tiene su origen en la locución latina ‘tu quoque’ (tú también), como un argumento que consiste en rechazar un razonamiento, o considerarlo falso, alegando la inconsistencia de quien lo propone (…) es, por lo tanto, una variante de la ‘falacia ad hominen’ (contra el hombre) o de la ‘falacia ad personam’ (contra la persona), como defensa ante una crítica.

(fuente Wikipedia)

Esta táctica, evidentemente, produce una escalada simétrica de acusaciones que no conducen a nada y, claro, no hacen más que enrarecer el ambiente político, y, consecuentemente, decrece la credibilidad por parte de la ciudadanía.

Un ejemplo de estos días, lo tenemos en la poca o nula estructura y organización para vacunar, y, para colmo, los responsables nos dicen que ‘quizás fueron muy optimistas’, que ‘la logística es compleja’, que ‘organizar y formar a los equipos sanitarios requiere su tiempo’, y demás escusas por el estilo.

Evidentemente, esta pandemia es nueva, ninguna persona ha vivido una situación similar, pero me parece evidente que los titulares de puestos tan rimbombantes como ‘director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias’ (el doctor Fernando Simón Soria), o ‘Secretario de Salud Pública’ (doctor Josep Mª Argimon i Pallàs), deberían tener asesores técnicos y científicos que les ‘aconsejasen’ bien, ya que, por ejemplo, la composición, organización y formación de los equipos sanitarios que han de vacunar a la población, debería y podría haberse realizado en los meses previos a la disposición de las vacunas, por ejemplo, durante los meses de noviembre y diciembre.

Y para eso hace falta una mínima capacidad prospectiva que, a mi modo de ver, no tenemos en absoluto.

Prospectiva deriva del latín prospectius, que significa prever o mirar hacia adelante.

Prospectiva: ciencia que se dedica al estudio de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de las situaciones que podrían derivarse de sus influencias conjugadas.

Según el sociólogo francés Gaston Berger, la prospectiva es la disciplina que estudia el futuro ara comprenderlo e influir en él. Estudia lo que puede pasar en el futuro, no el futuro en sí mismo.

Aquí en España parece que predomina la ‘lógica’ que se expresa en la siguiente fábula china atribuida a Lü Buwei (siglo II)

‘Cuentan que un hombre del reino de Chu, cruzaba en su barca un río, cuando se le cayó la espada. Según se hundía, decidió hacer una marca en el lado de la barca por donde había visto caer la espada.

‘Así sabré dónde cayó y podré recuperarla’, se dijo.

Entonces remó hasta la orilla y se dispuso a bucear para buscar su espada, siguiendo la marca que había hecho en la barca, y como se había desplazado, no consiguió encontrarla’

(tucuentofavorito.com)

Aquí, en España, como en otros países, hemos aprendido muy poco de la primera ola de la pandemia, ya que nos limitamos a hacer la señal en la barca y, por eso, no sabemos ni podemos resolver los problemas actuales.

Eso sí, Pedro Sánchez, sigue en su táctica, de ‘ausentarse’ en los momentos de las dificultades, y hacerse presente y multiplicarse en los momentos que considera que le interesan para mejorar su imagen.

Sigue en su cuento de la lechera, del citado Samaniego, haciendo fabulaciones sobre milagrosas vacunaciones, sin darse cuenta que su pensamiento es tan inconsistente como la casa de paja del cuento de los tres cerditos, casa que el lobo desmontó con un simple soplido.

En general hacen falta estadistas, personas que no funcionen de forma reactiva, sino preventiva, que sean capaces de plantearse escenarios futuros, alejados de los intereses personales y partidistas.

Y, más importante todavía, es preciso que los responsables se rodeen de los mejores en cada área de gestión, no de los más serviles en sus respectivos partidos.

No es de recibo, por ejemplo, que, en su momento, Pedro Sánchez nombrase a Salvador Illa ministro de sanidad, un economista del opus dei, que había ocupado diferentes cargos en el partido, sin destacar en absoluto, pero que, llegó a ministro por el ‘principio de Peter’ que comenté ayer o, pero todavía, para cubrir la ‘cuota catalana’ en el gobierno.

Y, ahora, para rizar el rizo, siguiendo ‘su lógica’, Pedro Sánchez posiblemente nombrará ministro a Miquel Iceta, un personaje que en su curriculum vitae, únicamente tiene demasiadas décadas de ‘servicio en el partido’, pues, académicamente:

‘Se matriculó en la facultad de económicas de la Universidad Autónoma de Barcelona, pero después de cursar cinco veces el primer curso, le invitaron a abandonar el centro’.

(Wikipedia)

Evidentemente, en todas las organizaciones hay personas muy bien preparadas, pero que suelen estar en segundos o terceros niveles de responsabilidad, ya que, por ser críticos, no ‘son ascendidos’ por los jefes, que prefieren a aduladores acríticos, como muy bien refleja el cantautor Ovidi Montllor i Mengual (1942-1995), en su siguiente canción:

Sí señor

Sí señor

Que sí señor

Si señor

Tiene la razón, señor

Sí, señor

Dígame, señor

Bien cierto, señor

Sí, señor,

Usted es señor

Muy bien, señor

Mande, señor

Ya lo sabe, señor

A disponer, señor

Si, señor

Re-sí, señor

Recontra sí, señor

Usted es un señor

No me hace daño, señor

Adelante, señor

Viva el señor

Usted es el amo, señor

A las órdenes, señor

Sí señor

¿Está contento el señor?

¿Puedo marchar ya, señor?

Gracias, señor

Gracias, señor

Gracias, señor

(Álbum: ‘Un entre tants…’) (1972)

También hay otros aspectos que influyen en la carrera profesional, como por ejemplo el machismo, propio del patriarcado. Sobre este tema, hace semanas leí una referencia a Nannette Streicher (1769-1833), hija de Johann Andreas Stein; Nannette, fabricante de pianos, compositora, pedagoga musical, escritora y muy próxima a Beethoven, pero siempre a la sombra de su marido, como muy bien explicó Patricia Morrisroe en un artículo publicado en el The New York Times, y reproducido en el diario Ara del 16 de diciembre del 2020.

En definitiva, deberíamos movilizarnos y hacer lo posible y lo imposible para exigir que la gestión de nuestros políticos sea la adecuada, proactiva y no reactiva, es decir, que se anticipe a los problemas. Y para eso debemos ser críticos. Y, en futuras elecciones, echar a los que siguen las fábulas mencionadas.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com