Más de 380 personas dieron positivo en COVID-19 al sur de Beijing, en la vecina provincia de Hebei, donde está creciendo un brote del virus.
El domingo por la mañana se confirmaron 40 nuevos casos, según las autoridades sanitarias de Hebei, lo que eleva el total a 223. Otras 161 personas dieron positivo pero no mostraban síntomas. China no incluye en su conteo oficial de casos a las personas que dan positivo pero no tienen síntomas.
El brote resulta especialmente preocupante porque Hebei limita con la capital del país. Se han restringido los viajes entre ambas regiones, y los trabajadores llegados de Hebei deben mostrar pruebas de que trabajan en Beijing para entrar en la ciudad.
Casi todos los casos están en Shijuazhuang, la capital de la provincia, unos 260 kilómetros (160 millas) al suroeste de Beijing. También se han detectado algunos en la ciudad de Xingtai, 110 kilómetros (68 millas) más al sur.
Las dos ciudades han hecho pruebas masivas a millones de personas, paralizado el transporte público y los taxis y confinado durante una semana a la gente a sus poblaciones o barrios.
La Comisión Nacional China de Salud había informado antes el domingo de 69 casos nuevos confirmados el día anterior, la mayoría en Hebei. Las otras incluían 21 personas llegadas recientemente del extranjero.
Beijing reportó un caso nuevo el domingo, elevando el total de contagios a 32 en un brote más pequeño que comenzó hace unas tres semanas. Casi todos los casos se han detectado en Shunyi, en los suburbios nororientales de la ciudad.
Por su parte, legisladores japoneses afirmaron que el gobierno había tardado demasiado en declarar una emergencia por el aumento de los contagios de coronavirus. También reclamaron que se hagan más pruebas diagnósticas, una asignatura pendiente en Japón, ya que son caras y difíciles de conseguir salvo para personas enfermas de gravedad.
“Es esencial considerar el peor escenario posible, pero la respuesta siempre se ha basado en una estimación exageradamente optimista”, dijo en la televisora pública Yukio Edano, exministro de Economía del país.
Los parlamentarios de oposición Toranosuke Katayama y Kazuo Shii criticaron también que la declaración de emergencia era demasiado limitada en alcance, zonas afectadas y duración. La medida, que entró en vigencia el viernes, pide a los restaurantes que cierren a las 20:00. Dura un mes y se centra en la zona de Tokio.
El primer ministro, Yoshihide Suga, defendió la declaración e insistió en que la creciente curva de contagios se frenaría en un mes. Unas 4.000 personas han muerto por COVID-19 en el país.
El temor a que los hospitales se vean sobrepasados va en aumento. El número de casos en Tokio ha superado hace poco los más de 2.000 diarios. Otras zonas urbanas también han pedido medidas de emergencia similares al gobierno central.