Cada día tenemos pruebas de que en el reino de España imperan unos sistemas judiciales, policiales, etc., lastrados con la ideología franquista; y ayer tuvimos una nueva muestra que, a nosotros no nos descubre nada, pues ya sabemos, ya conocemos lo que tenemos y lo que se cuece.
Pero ayer tuvimos una alegría, pues el joven activista Adrià Carrasco, acusado de terrorismo, sedición y desórdenes públicos, por haber participado en una protesta independentista, cortando unas carreteras, quedó libre de todo cargo, gracias a una jueza honesta y decente (en las bases, los hay; en las cúspides, en absoluto).
Y, afortunadamente, el 10 de abril del 2018, día que la guardia civil fue al domicilio de sus padres, para registrarlo y detener a Adrià, éste pudo escapar, y ha permanecido casi tres años exiliado en Bruselas.
La operación antiterrorista aplicada a los independentistas catalanes, ordenada por la audiencia nacional, ha comportado casi tres mil imputaciones y, como en su momento la joven Tamara Carrasco García (n. 1983) y Adrià Carrasco Tarrés (n. 1992) (pura coincidencia en el apellido, pues no son familia y viven en ciudades diferentes Adrià en Esplugues de Llobregat y Tamara en Viladecans), pero ambos fueron acusados con los mismos cargos; así como también otros muchos imputados.
Y en ambos casos fueron acusados por ser considerados miembros de los CDR (comités de defensa de la república). Y tanto la policía, como los jueces, y todo el mundo en general, sabíamos, los CDR eran y son grupos de base, asamblearios y, por lo tanto, sin dirigentes ni estructuras, que organizaron y organizan manifestaciones, pero nunca, nunca, actos de terrorismo ni de violencia.
El caso de Adrià fue pasando por 10 instancias judiciales, hasta acabar en el juzgado de primera instancia de Granollers. La audiencia nacional, en ese transcurso, fue retirando las acusaciones de terrorismo y centró la acusación en los desórdenes públicos; 8 meses después de la operación policial, pero no retiró la orden de detención.
Ayer, el juzgado de Granollers archivó la causa, por falta de pruebas que acrediten el delito.
A Tamara, detenida también el 10 de abril de 2018, acusada de sedición, rebelión y terrorismo, y posteriormente por desórdenes públicos, se le aplicó el confinamiento municipal durante 13 meses, y en 2020 fue absuelta; en la sentencia se cuestionó la actuación policial y de la fiscalía. Como ‘pruebas’ acusatorias le encontraron un mensaje de whatsapp, reenviando una convocatoria de huelga general, y fue acusada de intentar un atentado contra un cuartel de la guardia civil de Barcelona, por encontrarle un plano de la ciudad, con el recorrido marcado hasta el cuartel de la Travesera, donde estaba convocada una manifestación, una máscara de Jordi Cuixart, el presidente de Òmnium encarcelado y, eso sí, la gran arma masiva, un pito de color amarillo.
Y que la guardia civil, la fiscalía, y el juez de primera instancia, aceptasen esas ‘pruebas’ como evidencias, demuestra la prepotencia del poder judicial, pues ni se esfuerzan en falsificar nada, su soberbia es infinita. Continúan con el pensamiento de Ramón Serrano Suñer (1901-2003), cuñado de Franco, y ministro de interior, que consideraba el ‘nacionalismo catalán como una enfermedad’ (ese personaje, seis veces ministro de Franco, era un político catalán, para mayor desgracia nuestra, pues, aquí tenemos de todo, obviamente; y ese tipo de mentalidades, difícilmente asumirán la democracia).
Adrià ha pedido que la guardia civil entregue las armas y la audiencia nacional se disuelva (que entregue las túnicas y las puñetas, añado yo). En esa carta a los reyes magos de oriente yo añadiría otras muchas cosas (a los borbones les pediría que se fueran todos al desierto de los países árabes, con un cubo para buscar agua). Pero como todo eso no deja de ser una quimera (eso sí, no lo que nos dijo en su día el rey emérito), prefiero centrar mi deseo en conseguir la independencia, y que se confiten la monarquía y todas las estructuras de poder y sus respectivos personajes.
Centrándonos en el caso de Adrià, que ha debido estar 1007 días en el exilio, ahora salen los ‘opinadores’ unionistas, diciendo que, si no se hubiera fugado, el proceso judicial hubiese ido más rápido, y con el mismo final y, para ellos, eso demuestra la correcta gestión judicial y policial. Pero, obviamente, incluso en ese supuesto, al joven Adrià nadie le hubiera librado de pasar como mínimo un par de años en prisión.
Adrià, tenía 26 años cuando vio que su vida daba un vuelco. Ahora, 1007 días después, casi tres años después, ya es otro, pues reconoce que ha madurado, ha estudiado y ha aprendido. Mientras que, si hubiera estado en la cárcel, el aprendizaje hubiera sido otro, con sus riesgos de todo tipo.
Es evidente que los poderes del estado, los tertulianos y periodistas, y los unionistas en general, ponen ‘su ley’ por encima de todo, de los valores humanos, de la vida, etc., obviando el daño irreparable que ocasionan impune y gratuitamente, a ellos y a sus familiares y amigos.
Estos funcionarios (policías, jueces, etc.) que, sabiendo que están montando detenciones delante de los grandes medios de comunicación, para amenazar a toda la población, sin preocuparles en absoluto la justicia, la ética, la moral, quieren imponer su visión, quieren mostrar su poderío absoluto. Eso sí, los jueces juran sus cargos ante crucifijos, Biblia, etc., pero ‘su religión’ tampoco les debe preocupar, teatro aparte, ya que estoy seguro de que ni siquiera harán acto de contrición, ni se confesarán, pues tienen asumido su rol, como defensores de la sacrosanta unidad española.
‘Los hombres inteligentes quieren aprender, los demás, enseñar’ Antón Chéjov (Txékhov) (1860-1904); y el que sólo puede y quiere enseñar su fuerza bruta, su poder de manipulación, su inmunidad …
No se puede valorar la vida, las vivencias de los 1007 días de Adrià en el exilio, pues se ha perdido muchas cosas aquí, especialmente las afectivas, y le ha permitido otras experiencias inesperadas que le habrán enriquecido personalmente, sin duda; pero, como dice, ha pasado muchos momentos duros, de desesperación, de desorientación.
Y ese lapsus de tiempo en la vida de un joven, tiene un sentido y significado notablemente diferente al que tendría a mi edad, pues tres años podrá ser, en el mejor de los casos, un tercio de mi esperanza de vida (y decrepitando).
Los de mi generación ya pasamos un período negro, perdido, el servicio militar obligatorio, que era de un año y medio, pues se había ido reduciendo. Años atrás había sido casi de tres años. Y ese período de tiempo, en plena juventud, marcaba un antes y un después.
La distancia entre Barcelona y Beijing es de 8827 Kms; pues bien, haciendo un breve recorrido diario de 8 Kms., en 1000 días Adrià podría haber hecho ese camino, evidentemente, mucho más enriquecedor, vitalmente, que la segura prisión que hubiera tenido aquí. Así que, cualquier opción era muchísimo mejor que arriesgarse a quedarse aquí, en las sucias manos de los poderes del estado.
Por el contrario, el estado español, con su estrategia de opresión y castigo ejemplarizante, hacen como Zhu Pingman, en la siguiente fábula china:
‘Zhu Pingman fue a Zhili Yi para aprender a matar dragones. Estudió tres años y gastó casi toda su fortuna hasta conocer a fondo la materia. Pero había tan pocos dragones que Zhu no encontró dónde practicar su arte’
(Zhuang Zi, filósofo, siglo IV a. C.)
Pues bien, el estado español, como Zhu, aprendió con la ideología franquista, cómo eliminar a los dragones independentistas catalanes; pero, afortunadamente, vemos que esas malas artes que aplican los diferentes poderes del estado español, movilizan, o deberían movilizar, a mucha más gente que quiera librarse de su yugo. Obviamente, muchos otros se desmovilizan y desmotivan, pero no en la cantidad que buscan y pretenden esos ‘cazadores de dragones’.
El prepotente estado español no ve sus contradicciones, les pasa como al siguiente vendedor:
‘El vendedor de lanzas y escudos:
En el reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.
‘Mis escudos son tan sólidos, se jactaba, que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas, que nada hay que no puedan penetrar.
¿Qué pasa si una de sus lanzas choca con uno de sus escudos?, le preguntó alguien.
El hombre no replicó’.
(Han Fei Zi, filósofo, m. 233 a.C.)
Pues bien, eso es lo que hemos aprendido los independentistas catalanes, hacer que el estado se ponga ante el espejo (la justicia de la UE), pero ni así es suficiente, como vemos; por lo que tendremos que agudizar nuestro ingenio, para que se produzca un verdadero choque de intereses en el propio estado español, que no tenga salida.
Pero tocamos con los pies en el suelo, y sabemos que el quijotesco estado español, sigue en sus trece, como el prepotente de la siguiente fábula:
‘Dirección contraria:
Ji Liang, al regresar a su casa, comentó que se había cruzado en el monte Taihang, con un hombre que se dirigía al norte. Me dijo que iba al reino de Whu. ‘Si es así ¿por qué se encamina hacia el norte?, le pregunté. ‘No importa, replicó, tengo buenos caballos’. ‘Sus caballos pueden ser excelentes, pero usted ha tomado la dirección equivocada’. Bueno, tengo bastante dinero’. ‘Puede tener bastante dinero, pero esta dirección es la contraria’. ‘Bueno, tengo un magnífico cochero’.
‘Cuanto mejores sean sus caballos, le dije, cuanto más dinero tenga, y cuanto más experto sea su cochero, tanto más se alejará del reino de Chu’.
(Anécdotas de los Reinos Combatientes, 475 a. C. – 221 a. C.)
(las tres fábulas mencionadas, están obtenidas de la www.um.es)
En definitiva, que deberíamos ser conscientes de las malas artes que aplica el estado español, como hemos visto con Adrià Carraco, pues, para ellos, el fin justifica los medios, cualquier medio, es su ‘todo por la patria’ (y todo es todo, claro, como vemos y sufrimos).
Baltasar Gracián Morales (1601-1658), jesuita de Zaragoza, escribió: ‘Todo lo dora un buen fin, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios’.
Y este pensamiento de Gracián es el que aplican los jueces, fiscales, guardia civil y, en definitiva, todos los poderes del estado; empezando por el rey, pues su finalidad explícita (pues la implícita y más profunda, es la permanencia de su corona, de su vida regalada), es ‘la unidad de la sacrosanta España’, y eso les sirve de escusa y de excusa para realizar cualquier acto.
Amadeo Palliser Cifuentes