La amenaza de que grupos violentos acudieran el domingo a las capitales estatales en una serie de manifestaciones llevó a los gobernadores a hacer una enorme demostración de fuerza e imponer estrictas medidas de seguridad en las sedes parlamentarias de todo el país.
Las cercas, tablones en las ventanas y líneas de policías y guardias nacionales transformaron el aspecto de las cámaras legislativas de cara a las manifestaciones previstas antes de la investidura el miércoles del presidente electo, Joe Biden.
Las medidas de seguridad pretendían proteger las sedes de gobierno de la clase de violencia registrada el 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, donde una turba que apoyaba al presidente, Donald Trump, irrumpió en el edificio cuando el Congreso estaba certificando los votos del Colegio Electoral.
El FBI ha advertido del potencial de una protesta armada en el Capitolio federal y los 50 capitolios estatales a partir de este fin de semana. Algunos mensajes en medios sociales anunciaban marchas para el domingo, aunque no estaba claro cuánta gente podría acudir.
La seguridad en Washington D.C. se ha redoblado antes de la ceremonia de investidura. Altas cercas rodean el Capitolio, la zona del National Mall se ha cerrado al público general y la alcaldesa del Distrito de Columbia ha pedido a la gente que no visite la zona. Estaba previsto que a lo largo de la semana llegaran unos 25.000 guardias nacionales de todo el país.
En los diferentes estados, algunas autoridades dijeron no tener indicios concretos de manifestaciones, mucho menos violentas. Sin embargo, muchas autoridades estatales prometieron estar preparadas por si acaso. Señalaron que no querían que se repitiera el asalto masivo al Capitolio, en el que murieron un policía del Capitolio y otras cuatro personas. Docenas de agentes resultaron heridos.
Más de un tercio de los gobernadores había pedido a la Guardia Nacional que ayudara a proteger los capitolios estatales y asistiera a las fuerzas de seguridad locales. Varios gobernadores declararon el estado de emergencia y otros cerraron los capitolios al público hasta después de la investidura.
Además, algunas legislaturas estatales cancelaron sus sesiones o redujeron su actividad para la próxima semana por motivos de seguridad. Texas fue uno de los estados que cerró el recinto de su capitolio hasta la investidura.
“El Departamento de Seguridad Pública de Texas está al tanto de las protestas armadas previstas esta semana en el Capitolio Estatal de Texas, y de extremistas violentos que podrían tratar de aprovechar actos amparados por la constitución para realizar actos delictivos”, dijo Steve McCraw, director de la agencia.
Más de 100 agentes con equipo antimotines se desplegaron ante el Capitolio en Austin esta semana, mientras los legisladores iniciaban una nueva sesión legislativa.
Incluso antes de la violencia en el Capitolio federal, algunas sedes estatales habían sido el blanco de vándalos y manifestantes enojados durante el último año.
La pasada primavera, manifestantes armados entraron en el Capitolio de Michigan para oponerse a las cuarentenas asociadas al coronavirus y chocaron con la policía. Gente indignada por la muerte de George Floyd, que murió después de que un policía de Minneapolis le apretara el cuello con la rodilla durante varios minutos, cometió actos vandálicos en capitolios de varios estados, incluidos Colorado, Ohio, Texas y Wisconsin.
Y apenas el mes pasado, una multitud en Oregon se abrió paso al capitolio estatal en Salem en protesta por su cierre al público durante una sesión legislativa especial sobre medidas contra el coronavirus.
Ante la posibilidad de violencia la próxima semana, las ventanas del primer piso del edificio se cubrieron con tablones y se desplegó a la Guardia Nacional. La legislatura tenía previsto abrir el martes su sesión de 2021, aunque buena parte de sus tareas iniciales se aplazaron al menos dos días por advertencias de posible violencia.
“El Capitolio estatal se ha convertido en una fortaleza”, dijo el presidente del Senado de Oregon, Peter Courtney, que es demócrata. “Nunca pensé que vería esto, me rompe el corazón”.
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Los periodistas de Associated Press Sara Cline en Salem, Oregon, y Paul Weber en Austin, Texas, contribuyeron a este despacho.