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Incoherencias y falta de referentes políticos en nuestro Matrix

‘La democracia es el abuso de la estadística’, Jorge Luís Borges (1899-1986).

‘En la política es como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal’, Edward Kennedy (1932-2009).

En gran cantidad de países, la crisis sanitaria nos ha confirmado que padecemos una pandemia política de gobernantes que no son ni estadistas ni líderes (apenas lo son en sus propios partidos políticos), y así nos va.

Y esos gobernantes hacen buenas las siguientes frases:

‘Los políticos son iguales en todas partes. Prometen construir un puente incluso donde no hay río’. Nikita Khrusxov (1894-1971).

‘En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno’, Konrad Adenauer (1876-1967).

‘No desgasta el poder; lo que desgasta es no tenerlo’, Giulio Andreotti (1919-2013).

‘El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido’, Winston Churchill (1874-1965).

‘Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto’, George C. Lichtenberg (1742-1799).

‘El congreso es tan extraño. Un hombre se pone a hablar y no dice nada. Nadie le escucha…y después todo el mundo está en desacuerdo’, Boris Marshalov (1898-¿?).

‘La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular’, Edmond Thiaudière (1837-1930).

‘La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados’, Gruocho Marx (1890-1977).

‘Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepciones’, Bernard M. Baruch (1870-1965).

‘En política hay que sanar los males, jamás vengarlos’, Napoleón III (1808-1873).

‘La mejor política es hacer creer a los hombres que son libres’, Napoleón (1769-1821).

Es verdad que siempre tendemos a mirar hacia atrás y ver información de políticos que la historia (no siempre escrita de forma neutral) nos muestra como verdaderos referentes en su época; si bien todos ellos, como es obvio, tuvieron sus claroscuros, ya que nadie es perfecto, pero, eso sí, esos ‘gigantes’ en su momento, también fueron criticados, así es la competencia política.

Ahora estoy leyendo la novela ‘Después del amor’, de Sónsoles Ónega, edic. Planeta, Barcelona, 2020, sobre la vida de Frederic Escofet i Alsina (1898-1987).

Breve reseña sobre Escofet:

‘Militar catalán al servicio de la Generalitat, antes y después de la guerra civil.

Desengañado por el apoyo de Alfonso XIII (1886-1941) al dictador Primo de Rivera (1870-1930), llegó a la conclusión de ‘cómo habían sido nefastas para la patria las dinastías de los Habsburgo y de los Borbones’ y que ‘callar y aceptar la situación tal como era, representaba traicionar a mi pueblo. Y en el supuesto de actuar en la oposición para derrocar a la monarquía, traicionaba el juramento prestado. Pensé que, si continuaba en el ejército, no podía adoptar la segunda actitud’. Por eso solicitó el ingreso en los Mossos d’Esquadra (policía catalana), a las órdenes del comandante Enric Pérez Farràs.

El president de la Generalitat, Francesc Macià i Llussà (1859-1933), lo tomó como ayudante personal continuando con su labor en los Mossos.

El posterior president de la Generalitat, Lluís Companys i Jover (1882-1940), en los hechos del 6 octubre 1934, proclamó el ‘Estado Catalán dentro de la República Federal Española’

Escofet manifestó que ‘por mi parte, no solamente porque mis sentimientos personales eran afines a la protesta iniciada contra el gobierno central, que ponía en peligro la república, sino también porque legalmente me había de mantener fiel a aquellas autoridades de las que dependía exclusivamente’.

Como comisario general de orden público, expuso a Companys la imposibilidad de defender al gobierno, por lo que Companys se rindió. Y todo el gobierno y Escofet, fueron hechos prisioneros y llevados al castillo de Montjuïc.

El consejo de guerra sumarísimo en Montjuïc, el 12 octubre 1934, fueron condenados a muerte, conmutada por 30 años, por Niceto Alcalá-Zamora (1877-1949), presidente de la II república española, por lo que fueron llevados al penal de Cádiz.

Con el triunfo del frente popular del 1936 fueron liberados por el decreto de amnistía, y restablecidos en sus puestos.

Fue uno de los artífices de la inicial victoria republicana en Barcelona el 19 de julio del 1936.

Tras el hundimiento del frente de Catalunya, en febrero de 1939, pasó la frontera francesa junto con Companys. Estuvo retenido en el campo de Argelès-sur-Mer.

Posteriomente, pasó a Bruselas, y formó parte de diversos gobiernos españoles en el exilio como ministro, hasta 1962. Y regentando una tienda de productos españoles cerca de la Grand Place, que le permitió llevar una vida modesta.

En 1978 volvió a Barcelona, ya muerto Franco, pidió la rehabilitación del rango militar de coronel, pero no le reconocieron más que el de capitán. Pero fue reconocido como jefe honorario de los Mossos.

(Wikipedia)

La citada novela se centra más en la vida amorosa privada, que tiene menos valor, para el caso que nos ocupa.

Evidentemente, tener un fuerte sentido de responsabilidad, del deber y del honor, hasta las últimas consecuencias, debería ser un modelo que los políticos, especialmente, deberían conocer y tener presente. Pero la realidad es que, desgraciadamente, desconocemos nuestra propia historia, en gran parte culpa de la censura impuesta por el franquismo.

Y nuestro deber es el de recuperar del olvido estos referentes, que nos han de servir de guías de conducta, ya que en la actualidad estamos carentes de líderes, salvo algunas notables excepciones.

Estamos viendo cómo Pedro Sánchez nos ‘vende’ a Salvador Illa como el gran mirlo blanco, y a Miquel Iceta, como el gran dialogante y adalid de la concordia, cuando todos sabemos que tanto Illa como Iceta son meros burócratas del PSOE-PSC, que han dedicado toda su vida al partido y medrado en él; por lo que viven en una realidad paralela.

Por desgracia, esa realidad paralela nos la imponen y, mayoritariamente, es asumida de forma acrítica por parte de la población acomodada al estatus quo. Y el objetivo principal que persiguen, es que los independentistas nos rindamos, que desertemos de nuestras ideas, que cambiemos de página (o, mejor, de libro).

Y en esa realidad paralela, se burocratiza hasta el extremo de que el gobierno de la Generalitat, de acuerdo con la legislación vigente, consideran que, de cara a las próximas elecciones catalanas, podremos ‘romper’ el confinamiento municipal, para asistir a mítines políticos; considerando, de una forma un tanto laxa, que esa asistencia forma parte de los derechos fundamentales.

Pero, claro, el derecho fundamental de movimiento, nos lo restringen por la pandemia, y todos lo vemos lógico.

La consecuencia es que no podemos ir a ver a nuestros nietos, familiares y amigos al municipio de al lado, ni tampoco para asistir al teatro, cine, etc., pero podremos ir al extremo de Catalunya, para asistir a un mitin.

Estamos llegando al extremo de que esa realidad paralela, ese mito alternativo, nos ofusca y aleja de la realidad que vivimos y tenemos. Ya tenemos implantado nuestro Matrix (Wachowiskis, 1999).

Y como no tenemos ningún Morfeo, ningún mentor, somos unos Neos que vivimos perdidos en la falsa realidad, en la que abundan muchos terribles y tétricos agentes Smith.

Y esa visión atípica y distópica que sufrimos, nos muestra la fragilidad de nuestra libertad, en toda su extensión. Estamos dormidos en nuestros cubículos, conectados, cableados con el ordenador que dirige el mundo irreal. Estamos demasiado pendientes de las malas artes de los dirigentes actuales.

Y ante esa situación, lo fácil sería desconectarnos, y marginarnos, dedicarnos a nuestras aficiones, y pasar de la política. Eso es lo que buscan. Así tendrían más fácil seguir con el control, para poder seguir beneficiándose del sistema.

Y nosotros, volviendo al fondo de la caverna de Platón, seguiríamos cómodamente, encadenados, a la realidad virtual. Viviríamos, pero no seríamos ciudadanos, seríamos meros súbditos.

Sea como sea, como ciudadanos, debemos ser conscientes, estar vigilantes, no dejarnos engañar ni seducir. Deberemos votar y seguir castigando a todos los partidos que apoyaron la aplicación del artículo 155 (PP, PSOE-PSC, Ciudadanos), para quitarnos todos los derechos políticos, suprimir nuestro gobierno y castigar a nuestros dirigentes políticos y sociales.

Por eso es preciso que seamos como Neo, en Matrix, despertar y revolucionar lo que haga falta, que es mucho.

Y para ello nos sería muy positivo buscar referentes tipo Frederich Escofet, citado.

Afortunada o desgraciadamente, la historia no se repite, pero todos aprenderíamos mucho de personajes como el citado, para ver la diferencia con Joseph Lluís Trapero, que estaba dispuesto a capturar al gobierno de la Generalitat, sin plantearse el problema moral y ético que Escofet resolvió con total dignidad, pues, la legalidad no es el dios, es un mero instrumento que debería estar a nuestro servicio. Y no nosotros a su servicio.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com