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Los precios de los alimentos aumentan bruscamente en enero

   El índice de precios de los alimentos de la FAO alcanza su porcentaje más elevado (4,3 %) desde julio de 2014, mientras que se prevé que las reservas mundiales de cereales desciendan considerablemente.

4 de febrero de 2021, Roma – Los precios mundiales de los alimentos subieron por octavo mes consecutivo en enero, impulsados por los cereales, los aceites vegetales y el azúcar, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El índice de precios de los alimentos de la FAO, que hace un seguimiento mensual de los precios internacionales de los productos alimenticios más comercializados, registró en su publicación de hoy un promedio de 113,3 puntos en enero, es decir, un 4,3 % más que en diciembre de 2020, con lo que alcanzó su nivel más elevado desde julio de 2014.

El índice de precios de los cereales de la FAO acusó un fuerte aumento mensual del 7,1 %, impulsado por los precios internacionales del maíz, que se dispararon un 11,2 % y que actualmente se sitúan un 42,3 % por encima de su nivel de enero de 2020, lo que refleja una oferta mundial cada vez más limitada ante las compras cuantiosas por parte de China y las estimaciones inferiores a las previstas anteriormente para la producción y las existencias en los Estados Unidos, así como la suspensión temporal de los registros de exportaciones de maíz en la Argentina. Los precios del trigo subieron un 6,8 %, arrastrados por la fuerte demanda mundial y las expectativas de reducción de las ventas de la Federación de Rusia cuando sus derechos de exportación de trigo se dupliquen en marzo de 2021. La robustez de la demanda de los compradores de Asia y África sustentó los elevados precios del arroz.

El índice de precios de los aceites vegetales de la FAO aumentó un 5,8 % durante el mes, con lo que alcanzó su nivel más elevado desde mayo de 2012. Entre los factores de este incremento se incluyen la producción menor de lo previsto de aceite de palma en Indonesia y Malasia, debido al exceso de precipitaciones y a la continua escasez de mano de obra migrante, y las huelgas prolongadas en la Argentina que han reducido la disponibilidad de exportaciones de aceite de soja.

El índice de precios del azúcar de la FAO fue un 8,1 % más alto que en diciembre, al desatar la robustez de la demanda mundial de importaciones las preocupaciones por las menores disponibilidades debido al empeoramiento de las perspectivas para las cosechas en la Federación de Rusia, Tailandia y la Unión Europea, así como unas condiciones meteorológicas más secas de lo normal en América del Sur. El aumento de los precios del petróleo crudo y un real brasileño más fuerte empujaron asimismo al alza los precios internacionales del azúcar.

El índice de precios de los productos lácteos de la FAO registró un incremento del 1,6 %, sustentado por las importantes compras por parte de China, con motivo de las próximas festividades de Año Nuevo en el país, en un contexto de reducción estacional de los suministros para la exportación en Nueva Zelandia.

El índice de precios de la carne de la FAO fue un 1 % más alto que en diciembre, impulsado por las vigorosas importaciones mundiales de carne de aves de corral, especialmente del Brasil, ante los brotes de gripe aviar que han restringido la producción y las exportaciones de varios países de Europa.

Previsión de fuertes disminuciones de las reservas mundiales de cereales

La FAO también publicó hoy su Nota informativa sobre la oferta y la demanda de cereales, que informa periódicamente sobre las últimas tendencias en la producción, el consumo, el comercio y las existencias mundiales.

Por lo que respecta a la producción, las nuevas estimaciones de la FAO para 2020 apuntan a un máximo en la producción de trigo y arroz. De cara a la producción de cereales de 2021, las perspectivas iniciales indican un aumento probablemente modesto de los cultivos de trigo de invierno en el hemisferio norte, alentado por los incrementos de la superficie de cultivo en los Estados Unidos, la Federación de Rusia, Francia y la India. Se prevé que la producción de maíz en el hemisferio sur disminuya en cierta medida en la Argentina y el Brasil respecto de sus máximos históricos, pero que se mantenga por encima de la media. Las perspectivas acerca de la producción en Sudáfrica y sus países vecinos son favorables.

Al mismo tiempo, los pronósticos de este mes apuntan a mayores volúmenes del comercio mundial y a una brusca disminución de las reservas mundiales de cereales.

A nivel mundial, actualmente se prevé una utilización de cereales en 2020/21 de 2 761 millones de toneladas, 52 millones de toneladas más que en la campaña anterior. Lidera el aumento el enérgico uso de cereales secundarios para pienso en China. Según las provisiones, la utilización mundial de trigo y arroz aumentará este año un 0,7 % y un 1,8 %, respectivamente.

Se prevé que las reservas mundiales de cereales se contraigan un 2,2 % hasta los 801 millones de toneladas, su nivel más bajo en cinco años. Esto reduciría el coeficiente mundial de reservas-utilización de cereales hasta un 28,3 %, el nivel más bajo de los últimos siete años. Las nuevas cifras reflejan un cuantioso ajuste a la baja en las existencias de maíz en China.

Actualmente se prevé un comercio mundial de cereales en 2020/21 de 465,2 millones de toneladas, una expansión considerable del 5,7 % respecto del máximo alcanzado en la campaña anterior. El alza de las estimaciones refleja las compras cuantiosas de maíz por parte de China, especialmente procedente de los Estados Unidos. Los pronósticos indican que el comercio internacional de arroz se incrementará aún más, esto es, un 7,9 %, lo que refleja un fuerte crecimiento de las exportaciones de la India.

En las nuevas previsiones de la FAO se incluyen los resultados de un examen -de 2013/14- sobre el balance de la oferta y la demanda de China. Las inesperadas compras a gran escala de maíz del país en las últimas semanas apuntan a una demanda mucho mayor de piensos y a unos suministros nacionales menores de lo previsto, lo que probablemente esté vinculado a la rápida recuperación de la producción de carne de cerdo tras el brote de peste porcina africana.