AUSTIN, Texas, EE.UU. (AP) — Texas se convirtió el martes en el estado más grande del país que pone fin a la orden de portar mascarillas en público, uniéndose a un creciente grupo de gobernadores y otros dirigentes a lo largo y ancho de Estados Unidos que reducen las restricciones implementadas por la pandemia de coronavirus, a pesar de los exhortos de las autoridades de sanidad para no bajar la guardia todavía.
El estado de la estrella solitaria también suspenderá los límites a la cantidad de comensales que los restaurantes pueden atender bajo techo, dijo el gobernador Greg Abbott, quien hizo el anuncio en un restaurante de Lubbock.
Los gobernadores de Michigan, Mississippi y Luisiana también redujeron las restricciones en bares, restaurantes y otros negocios el martes, tal como lo hizo la alcaldesa de San Francisco.
“Levantar los mandatos a nivel estatal no pone fin a la responsabilidad individual”, señaló Abbott, que habló desde un restaurante lleno donde muchos de los que lo rodeaban no portaban mascarillas. “Sólo que ahora ya no se necesitan las órdenes estatales”.
Un año después de que empezó la crisis, tanto los políticos como los estadounidenses de a pie se han cansado de las restricciones implementadas para frenar la propagación del coronavirus, que ha provocado más de medio millón de muertes en Estados Unidos. Algunos lugares están eliminando las medidas de control, mientras que en otros la gente las está ignorando.
Las principales autoridades de sanidad, incluida la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), han respondido a ese tipo de acciones suplicando que la gente no se exponga a otra oleada letal de infecciones justo cuando la nación está avanzando en la vacunación y la victoria sobre la epidemia se avista en el horizonte.
Los casos registrados en la nación han disminuido más del 70% en los últimos dos meses, luego de haber promediado casi 250.000 infecciones nuevas al día, mientras que el promedio de decesos diarios ha caído un 40% desde mediados de enero.
Pero las dos curvas se han estabilizado abruptamente en los últimos días e incluso han repuntado ligeramente, y las cifras de casos y muertes siguen estando en niveles alarmantemente altos, con un promedio de unos 2.000 decesos y 68.000 infecciones al día. Y las autoridades de sanidad están cada vez más preocupadas sobre las variantes del virus.
“Nos arriesgamos a perder por completo el terreno que tanto nos ha costado ganar”, advirtió la directora de los CDC, la doctora Rochelle Walensky, el lunes.
Aun así, muchos estadounidenses están hartos de los confinamientos que han afectado sus medios de vida y están ansiosos de volver a socializar.
Un bar en el área metropolitana de Indianápolis estaba repleto de clientes que no portaban mascarillas durante el fin de semana. En el sur de California, la gente esperaba en filas que serpenteaban por un estacionamiento para poder comprar y comer en Downtown Disney, una parte del complejo de Disneyland (aunque el parque de diversiones sigue cerrado). Y Florida se está preparando para recibir a los estudiantes durante las vacaciones de primavera.
“La gente quiere estar a salvo, pero al mismo tiempo, el cansancio se ha dejado sentir”, dijo Ryan Luke, quien está organizando un evento para el fin de semana en Eagle, Idaho, para animar a la gente a frecuentar los negocios que no requieren mascarillas. “Sólo queremos llevar una vida casi normal”.
___
Los periodistas de The Associated Press Brendan Farrington en Tallahasee, Florida; Anila Yoganathan en Tucker, Georgia; Emily Wagster Pettus en Jackson, Mississippi; John Flesher en Traverse City, Michigan; Heather Hollingsworth en Mission, Kansas; Rebecca Boone en Boise, Idaho; Ricardo Alonso-Zaldivar en Washington; Melinda Deslatte en Baton Rouge, Louisiana; Janie Har en San Francisco, y David Eggert en Lansing, Michigan, contribuyeron a este despacho.