- El padecimiento aparece por sedentarismo, tabaquismo y mala dieta; influye también la herencia familiar
- La mejor manera de pevenirlo es el consumo diario de verduras y agua simple
El cáncer de colon y recto es el cuarto más frecuente a nivel mundial, sólo detrás del de pulmón, mama y próstata. Los derechohabientes detectados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con este padecimiento reciben diversas opciones de tratamiento.
El doctor Ernesto Sánchez Núñez, jefe de Cirugía del Hospital Regional de Zona (HRZ) No. 71 en el municipio de Chalco, Estado de México Oriente, detalló que el tratamiento depende de la etapa en que fue detectado el pólipo o tumor, y que va desde la endoscopía para retirar el crecimiento anormal, hasta la cirugía, quimioterapia y radioterapia, para brindarles mayor esperanza y calidad de vida.
Destacó la importancia de la prevención y la detección oportuna, ya que hay mayor predisposición de desarrollar la enfermedad en personas con obesidad, que fuman, beben alcohol, realizan poco o nulo ejercicio y que consumen carnes rojas y grasas en exceso, particularmente si éstas contienen conservadores, están fritas o empanizadas, ya que favorecen sustancias que dañan la mucosa del intestino y promueven la formación de tumores.
No obstante, el especalista dijo que este cáncer es prevenible con el consumo diario de alimentos ricos en fibra, como espárragos, betabel, champiñones, nabos, calabaza, lechuga, acelga, zanahorias crudas, espinaca, brócoli, alcachofa, ejotes, así como nueces, semillas y granos, y frutas como manzanas, plátanos, peras, mandarinas, ciruelas e higos, acompañados de por lo menos dos litros de agua simple y ejercicio constante.
Explicó que aquella persona que posea historia familiar de primer o segundo grado con diagnóstico de cáncer colorrectal antes de los 50 a 60 años aumenta dos veces el riesgo, por lo que es importante visitar al médico de manera regular.
La población donde se detecta con mayor frecuencia este tipo de cáncer es de adultos mayores, entre los 65 y 75 años, con malos hábitos de alimentación y que no acostumbran a realizar actividad física con regularidad.
Un problema en la detección de este padecimiento, explicó, es que cuando inicia puede hacerlo como un pólipo (crecimiento anormal del tejido) y no dar síntomas hasta que comienza a crecer, periodo en el que la persona cursa con dolor abdominal (44 por ciento), cambio en el hábito intestinal (43 por ciento), diarrea con moco y/o sangre (40 por ciento), debilidad (20 por ciento), anemia por deficiencia de hierro (11 por ciento), pérdida de peso (6 por ciento) y/o metástasis (20 por ciento).
Exlicó que el mejor momento para detectarlo y tratarlo de manera oportuna es cuando el paciente presenta diarrea con moco o sangre, síntoma que obliga acudir al médico inmediatamente.
Conforme pasa el tiempo, dijo, el pólipo crece y puede convertirse en tumor, y entonces causar diversos problemas, tales como obstrucción del colon, dolor abdominal o rectal, diarreas intermitentes, sangrado, pérdida de peso y anemia que lleva a fatiga.
Advirtió que, a pesar de tener estos síntomas, algunas personas piensan que sufren gastritis, colitis o hemorroides, por lo que continuarán sin recibir tratamiento para el cáncer al no contar con un diagnóstico adecuado.