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La España agotadora, más de lo mismo

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

El govern de la Generalitat, el Parlament de Catalunya, y los independentistas en general, estamos acostumbrados a soportar todo tipo de injerencias del estado, por todas las vías, legales, alegales e ilegales; y la verdad, es que no poder salir de este círculo vicioso, además de vivirlo como un agravio, nos agota. Este es su objetivo.

Es sorprendente, que cada día surjan nuevas noticias, que merecerían un tratamiento y análisis profundo, pero sabemos que después de llenar todas las tertulias y periódicos, de un signo u otro, al día siguiente ya estarán en la papelera de la historia (frase que acuñó la CUP, al retirar a Artur Mas Gavarró), pues la novedad será otra.

Ciertamente, la velocidad de las noticias impone y determina nuestra atención, pero no por eso debemos olvidarnos de las afrentas que vamos acumulando; como buenos historiadores, debemos irlas registrando, ya que todo suma.

La afrenta de ayer fue que el tribunal superior de justicia de Catalunya aceptó la medida cautelar que habían pedido los sindicatos de policía jupol y de la guardia civil, jucil, correspondientes ambos sindicatos a jusapol.

El citado tribunal fijó un plazo de 10 días a la Generalitat, para que vacunaran de forma inmediata y sin dilaciones a la policía nacional y guardia civil destacados en Catalunya (7300 agentes).

El motivo de la queja es la supuesta discriminación respecto a la policía catalana (mossos d’esquadra) y las policías locales. La demanda señala que en Catalunya habían vacunado a un 15% de ese colectivo, mientas que, en el resto de España, ya estaban vacunados el 75%; mientras que el 80,3% de los mossos, el 71,2% de los policías locales y el 79,1% de la guardia urbana, están vacunados.

Es preciso señalar que tal como explicaron ayer la consellera Alba Vergès y Josep Maria Argimon, Secretari de Salut Pública Catalana que, al empezar la vacunación de los cuerpos esenciales, como sanitarios, policías, etc., se decidió que a las fuerzas policiales se les inocularía la AstraZeneca, ya que por aquel momento estaba definida para los menores de 55 años.

Al iniciarse la vacunación, la Generalitat solicitó a la delegación del gobierno del estado, el censo y ubicación de los policías estatales; información que tardó un mes en llegar, ya que, por lo visto, desconfiaban y dudaban en facilitar esa información. Y cuando fue entregada, la vacuna AstraZeneca estaba parada, en estudio, debido a los efectos secundarios registrados en todo el mundo. Sobre el particular es preciso recordar que el ministro Miquel Iceta aceptó los citados ‘problemas técnicos’ aducidos por la Generalitat

Al levantarse ese freno, los policías estatales plantearon que no se les inyectara esa vacuna, y querían, asimismo, que se les aplicase en sus cuarteles, ya que no querían ir a los centros de vacunación. Ante esa presión de los sindicatos policiales, el gobierno central decidió asumir él esa vacunación.

Pero, pasadas las semanas, las autoridades sanitarias decidieron que la citada vacuna se aplicase a la población superior a los 60 años

Ayer, en su rueda de prensa, Josep María Argimon, Secretari de Salut Pública de Catalunya, comentó que:

‘Los colectivos esenciales policiales no están por encima del resto, su riesgo por profesión es igual al del resto de la población y todavía queda mucha gente por vacunar antes de llegar a ellos, incluidos los mossos y los policías de más de 60 años’ y admitió que ‘es lógico que el hecho de cambiar el destinatario de la vacuna entorpecerá los planes de la estrategia por edades fijada por el mismo gobierno español.

(…)

Nos importan un rábano las profesiones, si son mossos o guardias civiles. Los profesionales sanitarios no discriminan nunca por edad, género o creencias ¿Nosotros hemos politizado este asunto? NO. Se ha politizado desde Madrid y rápidamente la cuestión se ha judicializado’, aseguró. El doctor destacó la complejidad inherente en la estrategia de vacunación a causa de la llegada limitada de dosis y calificó de ‘ridículo’ que ahora se hayan de adaptar a criterios judiciales. ‘¿Qué dosis pondremos a los policías y guardias civiles? No lo sé, posiblemente le preguntaré al juez si les ponemos Pfizer, Moderna o Janssen’, ironizó.

Según Argimon, también tienen una reclamación para continuar la vacunación de los bomberos, pero ‘no se ha politizado ni judicializado’

(…)

El ministro de interior, Fernando Grande-Marlaska, advirtió que el gobierno español está preparado para vacunar a los agentes y que lo hará si la Generalitat incumple el mandato judicial de llevarlo a término en 10 días’

(Gemma Garrido i Pau Esparch, Ara, 28 de abril 2021)

Es vergonzosa la reacción de todos los medios de comunicación unionistas, contra la gestión mencionada. Y, como pasa siempre, se utiliza ocultando información y cargando las tintas contra Catalunya; como las declaraciones del citado ministro de interior que, sin decirlo, subliminalmente tira también una carga de profundidad contra nuestro país.

Ante esta situación, Carles Puigdemont, el president en el exilio, escribió el siguiente tuit:

‘Los que agredieron a ciudadanos al grito de ‘a por ellos’ continúan privilegiados y protegidos por el sistema español. Los vacunarán pasando por delante de personas indefensas y pacíficas a las que golpearon de forma salvaje el día 1 de octubre de 2017’

Y claro, toda la carcundia española ha mostrado su casposa visión interesada, disparando cañonazos contra Puigdemont, diciendo que no quiere que se vacunen los policías nacionales, y claro, esta interpretación ha corrido como la pólvora, y es lo que queda en las masas iletradas.

Y ante toda esta estrategia totalmente orquestada por el estado español, un estado monárquico – judicial, como sabemos y sufrimos, no podemos hacer más que intentar divulgar los argumentos precisos, pero, claro, éstos no son recogidos por los medios unionistas.

Y es muy cansado, como he dicho, tener que estar siempre a la defensiva, máxime cuando ellos actúan con todos sus poderes y sus respectivas cloacas.

Tenemos demasiadas muestras de interferencias de jueces que se creen dioses, y de policías, como los ‘jusapoles’ que se consideran los justicieros, por encima de todas las leyes y principios.

Y ese tipo de actuaciones son fascistas, si, con todas las letras, pues intentar acallar a la oposición, por todos los medios y con todas las fuerzas, menos las democráticas, morales e intelectuales, es una muestra clara del fascismo.

Según la definición de la RAE:

‘Fascismo: movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista (…) actitud autoritaria y antidemocrática’

Y está claro que el nacionalismo español reúne todas estas características, como sabemos.

Napoleón Bonaparte comentó, entre otras cosas que:

‘Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error’.

Pero esa premisa no es totalmente aplicable en nuestro caso, pues si bien no podemos dejar de ver como enemigos a los poderes del estado, sabemos, por experiencia, que sus errores, por más que se multipliquen geométricamente, no sirve para que el estado, basándose en el ficticio bipartidismo unionista, se corrija, más bien al contrario, pues el desprestigio a nivel internacional les importa un bledo.

El mismo Napoleón comentó:

‘El mundo sufre mucho. No sólo a causa de la violencia de las personas malas. También por el silencio de la gente buena’

Yo estoy convencido que la ‘gente buena’ deja de serlo, si calla ante las injusticias, si las asume y las justifica.

Lógicamente, los que disfrutan con esta situación, con ese ejercicio del poder español, como, por ejemplo, los medios de comunicación unionistas, que no pierden ocasión para meterse en todos los charcos, para ganar audiencia e intentar sacar la cabeza, a costa de dar martillazos a todo lo que les huela a independentismo catalán; todos estos encajarían a la perfección, se encontrarían en su ambiente en el noveno circulo del infierno dantesco.

Los independentistas catalanes, por más cansados que estemos de toda esta situación, debemos persistir, hasta conseguir nuestra independencia, y podernos olvidar del rey Borbón y toda su corte de aduladores chupóteros, que viven muy bien en este magma ignominioso perenne, ‘bailándole el agua’ (halagando, adulando, haciendo la pelota) al monarca.

Ayer, casualmente, vi en una calle de la barriada, un libro viejo, en muy mal estado, tirado en la acera, sin tocarlo, le hice una fotografía, para poder leer de qué libro se trataba, y era la ‘Historia de la Revolución Francesa’, pág. 446.

En la fotografía pude leer el primer párrafo, que dice lo siguiente:

‘El enemigo pensó al principio situarse detrás del canal de Vilvorden, manteniendo relaciones con Amberes. Con ello cometió el mismo error que Dumouriez, procurando acercarse al Esaut, en vez de correrse hacia el Meuse, como debieran haber hecho ambos, uno para retirarse, otro para impedir la retirada. Al fin, Clerfayt, que había tomado el mando, sintió la necesidad de volver a pasar rápidamente el Meuse y de abandonar a Amberes a su suerte. Entonces Dumouriez volvió a llevar a Valence de Nivelles hacia Namur para que sitiara esta plaza y cometió el grave error de no hacer lo contrario, es decir, mandarle que siguiera el Meuse, para cortar la retirada a los austríacos. La derrota del ejército defensor hubiese ocasionado naturalmente la rendición de la plaza. Pero aún no se había dado el ejemplo de las grandes maniobras estratégicas, y además, Dumouriez pecó aquí, como en tantas otras ocasiones por carecer de la ‘debida’ (este término es ilegible) reflexión (…)’

No sabía nada del citado Dumouriez (Charles François Dumouriez), nacido en Francia en 1739 y fallecido en el Reino Unido en 1823; un militar y político francés, que más bien fue un mercenario, ya que, según su biografía en Wikipedia, prestó su lealtad primero a Francia, después al reino Unido, y finalmente a Portugal. Y su carrera militar está repleta de derrotas, si bien, por sus relaciones, siempre acababa prosperando.

Y, claro, me parece que es el prototipo de los militares y políticos españoles, por lo que me ha parecido una curiosa casualidad fijarme en ese libro.

Es también interesante la novela corta del francés Prosper Mérimée (1803-1870) ’El doble error’ (Le double méprise), publicada póstumamente en 1893; su obra más famosa es ‘Carmen’ (1845).

En esa novela corta, se narran las peripecias de la protagonista Julia de Chaverny, tras un matrimonio fallido, y después de varios intentos, caer en otro, también peor.

Todos cometemos errores, es condición humana, y los independentistas catalanes también, lógicamente, y debemos aprender y corregirlos, pero, como dice un proverbio popular:

‘El error más grande que podemos hacer, es escuchar a personas que han renunciado a sus sueños’

Por todo esto, queremos que nuestros representantes políticos y sociales acaben dándose cuenta que, como tales, se deben a la voluntad de la ciudadanía que les hemos votado; y nos sentiríamos defraudados y traicionados, si ahora, con el 52% de los votos, se limitaran a seguir doblegados a los caprichos del estado español. Esto no sería cometer un doble error, sería el definitivo y último.

Por lo tanto, confiamos que nuestros políticos, a pesar de las grandes dificultades, tengan un momento de lucidez, que tengan un ‘SERENDIPIAS’, es decir, un ‘hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual’, como el descubrimiento de América, por parte de Cristóbal Colón en 1492, el descubrimiento de la penicilina, por parte de Alexander Fleming en 1928, etc.

Y lo importante es que, una vez alcanzado ese momento mágico de serendipia, tengan la inteligencia precisa, para aplicar el método Zadig.

‘Destinée’, 1747 (‘Zadig’, o también ‘Memnon’), es una novela y trabajo de ficción filosófica de Voltaire (François Marie Arouet, 1694-1778), que cuenta la historia de Zadig, un filósofo de la antigüedad.

El biólogo Thomas Henry Huxley (1825-1895) encontró instructivo el enfoque de Zadig, y escribió en su artículo de 1880 ‘Sobre el método de Zadig’:

Lo que, de hecho, está en el fundamento de todos los argumentos de Zadig, sino el supuesto vulgar y burdo, sobre el que se basa cada acto de nuestra vida diaria, de que podamos concluir desde un efecto hasta la preexistencia de una causa competente para producir ese efecto’

Me parece interesante profundizar en estos dos conceptos: ‘serendipia’ y ‘Zadig’, pero este escrito ya es suficientemente extenso, así que lo dejaré para otro, en el que explicaré, resumidamente, las peripecias de ‘Los tres príncipes de Serendip’ origen del término serendipia, utilizado por primera vez por el escritor inglés Horace Walpole (1717-1797), en relación a un cuento oriental antiguo, con el citado título de los tres príncipes  del reino de Serendip  (el antiguo Ceilán, actual Sri Lanka).