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La rebelión de las masas: perspectiva del poder (unionista e independentista)

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

Al tratar la fábula de ‘La Rebelión de la Granja’, (1945) de George Orwell, 1903-1950, y el movimiento ’15 M de los indignados’ (2011), quedaba claro que, en ambos casos, la colectividad era considerada como la suma de individualidades, cada una de ellas con su personalidad y dignidad.

Por el contrario, en la obra ‘La rebelión de las masas’ (1929) de José Ortega y Gasset, 1883-1955, que comentaré en el presente escrito, podremos ver que la visión de las masas, de las colectividades, es considerada de forma peyorativa, carente de alma.

El paso siguiente, tal como van las cosas, será ‘La rebelión de las máquinas’, ‘Maximum Overdrive’ (conocida, también, como ‘Ocho días de terror’, película estadounidense escrita y dirigida por Stephen King (1986)

Pero, como he dicho, en este escrito me refiero a la citada obra de Ortega y Gasset, que:

‘Se centra en su concepto de ‘hombre-masa’, las consecuencias del desarrollo que habrían llevado a que la mayoría suplantara a la minoría, carácter de estas masas, ‘muchedumbre’, y de las aglomeraciones de gente y, a partir de estos hechos, analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa: masa y el hombre-masa que la compone’.

(Wikipedia)

Todos sabemos que, efectivamente, las reacciones personales, en las aglomeraciones, no responden a comportamientos psicológicos individuales, si no a comportamientos psicosociales. Y, hasta aquí, me parece correcto el análisis de Ortega y Gasset, pero en absoluto a la ideología que hay detrás, la que sustenta la percepción del autor, que es, cuanto menos, ‘facha’, como veremos. Y, tristemente, es la que predomina en la actual cúpula del poder que tenemos en el reino de España, viéndose, claramente, la herencia franquista.

‘El contexto de la obra:

La rebelión de las masas está escrito y publicado en la época de ascensión del fascismo. Mussolini se hallaba ya en el poder, y desde España se miraba a Italia, desde la derecha radical y sectores de la oligarquía económica (el mundo de las finanzas, la empresa y terratenientes), también desde la burguesía conservadora, se anhelaba la existencia de un partido fascista en España. Al tiempo, en Rusia se había dado ya la revolución bolchevique y Europa vivía el apogeo de los movimientos de masas de izquierdas.

Ortega y Gasset no se pronunció a favor del fascismo, al menos abiertamente, por el contrario, se pronunció en contra de la revolución bolchevique y del fascismo, tratando ambos fenómenos como revoluciones estériles, repetidas ya en la historia, incapaces de hacerla avanzar, teniendo los mismos defectos que esas otras revoluciones históricas, achacándoles su enfrentamiento con las tradiciones.

También es cierto que como liberal conservador defendió públicamente el sistema liberal y el parlamentarismo; no obstante, su concepción elitista de la sociedad, sus ideas, principalmente las expuestas en la obra que nos ocupa, (…) fueron la inspiración para los promotores del partido fascista. Ramiro Ledesma Ramos, discípulo suyo y colaborador en Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset, nunca ocultó su influencia; y José Antonio Primo de Rivera, cofundador de Falange Española, fue su ‘admirador entusiasta’.

(Wikipedia)

Como veremos, las ideas de Ortega y Gasset son filo-fascistas, y parten de una clara confusión, comparando la revolución rusa con el fascismo, poniendo a ambos movimientos en un mismo patrón, error intencionado que, desgraciadamente sigue vigente en la actualidad en la UE, como vimos al comentar la ideología que hay en la configuración del museo de la Casa de la Historia Europea, en Bruselas, creado en el año 2017.

Obviamente, que Ortega considerase que ambos movimientos eran igualmente estériles, es no haber reconocido el verdadero proceso histórico, ya que, realmente, el comunismo (Lenin y Marx) ha influido, y mucho, en la configuración del mundo actual. E, inicialmente, el comunismo tenía unos ideales de igualdad, de distribución de la riqueza, etc., mientras que el fascismo, ya de entrada, se basó en el elitismo, el racismo, el asesinato, etc.

‘Los conceptos ‘masa’ y ‘hombre-masa’:

Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menor regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer.

Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas.

(La rebelión de las masas, párrafo inicial)

Para Ortega y Gasset uno de los males de su tiempo fue el que las clases populares accedieran a los espacios anteriormente reservados a las élites, desde restaurantes y salas de teatro, a la posibilidad de llegar a puestos de toma de decisiones políticas, esto último mucho más grave.

Diferencia entre las élites naturalmente formadas por hombres cualificados y las clases populares, también la burguesía, formadas por ‘individuos sin calidad’; aunque admita que en las clases populares pueden encontrarse ‘almas egregiamente disciplinadas’ y en las élites se esté produciendo el advenimiento de hombres-masa.

Cada grupo social contaría con una minoría selecta de personas, minoría mayoritaria en las élites (que en su actualidad se estaría corrompiendo, poniendo como ejemplo el acceso de ‘intelectuales incualificados, incalificables y descalificados’), y en las clases obreras estarían surgiendo ‘almas egregiamente disciplinadas’.

(Wikipedia)

Evidentemente, esta concepción del hombre trabajador y campesino, como masa amorfa y deforme, es a la que me refería al inicio de este escrito, pues, obviamente, responde a una ideología clasista, que sólo reconoce el posible valor de algunos egregios disciplinados, que no se cuestionan el sistema político, el dominio de los de siempre.

Pero me parece afortunada la crítica a ciertos pseudo intelectuales, que considera ‘incualificados, incalificables y descalificados’, pues todos conocemos a muchos que no paran de aparecer por todas las cadenas de televisión y radios, tertulianos opinando de todo, sea el tema que sea, como si tuvieran la varita mágica del conocimiento.

‘La muchedumbre:

La aglomeración, el lleno, no era antes frecuente. ¿Por qué lo es ahora? Los componentes de esas muchedumbres no han surgido de la nada. Aproximadamente, el mismo número de personas existía hace quince años. Después de la guerra parecería natural que ese número fuese menor. Aquí topamos, sin embargo, con la primera nota importante. Los individuos que integran estas muchedumbres preexistían, pero no como muchedumbre. Repartidos por el mundo en pequeños grupos, o solitarios, llevaban una vida, por lo visto, divergente, disociada, distante. Cada cual -individuo o pequeño grupo- ocupaba un sitio, tal vez el suyo, en el campo, en la aldea, en la villa, en el barrio de la gran ciudad.

Ahora, de pronto, aparecen bajo la especie de aglomeración, y nuestros ojos ven dondequiera muchedumbres.

¿Dondequiera? No, no; precisamente en los lugares mejores, creación relativamente refinada de la cultura humana, reservados antes a grupos menores, en definitiva, a minorías.

La muchedumbre, de pronto, se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas: sólo hay coro’.

(Wikipedia)

Precisamente, a mi modo de ver, este es el núcleo del pensamiento de Ortega y Gasset, pues éste y su clase, la élite, considera que el lugar de los que no pertenecen a su clan, tienen lo que se merecen si se ajustan a su vida, a la vida que tenían hasta principios del siglo XX. Los querían divididos, conformados, sin intereses colectivos, sin saber que su fuera está en su unión. Y, claro, sin que fueran conscientes de sus derechos, de su ética, y de los deberes de la clase dominante, para dejar de robar a la clase dominada, para que dejen de ser una clase desfavorecida.

‘La división de la sociedad

La división de la sociedad en masas y minorías excelentes, no es, por lo tanto, una división en clases sociales, sino en clases de hombres, y no puede coincidir con la jerarquización en clases superiores e inferiores.

Claro está que en las superiores, cuando llegan a serlo, y mientras lo fueron de verdad, hay más verosimilitud de hallar hombres que adoptan el ‘gran vehículo’, mientras las inferiores están normalmente constituidas por individuos sin calidad’.

Este argumento, cuanto menos es tramposo, pues Ortega y Gasset quiere huir de la jerarquización entre clases superiores e inferiores, pero, en realidad, la mantiene y justifica.

Y, tristemente, vemos que en la actualidad sigue vigente esta visión, al menos en el estado español, ya que, por ejemplo, el poder judicial, y Manuel Marchena y Carlos Lesmes, por citar unos ejemplos, se creen en posesión de la ‘verdad’ y nos consideran a todos, especialmente a los independentistas catalanes, como individuos sin ningún tipo de calidad ni de cualidades. Ellos disponen sobre la libertad, el patrimonio y el honor de los ‘ajusticiados’, mera carne de cañón.

‘El hombre-masa:

‘Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas ‘internacionales’. Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre constituido por meros ‘idola fori’; carece de un ‘dentro’, de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa.

Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga -sine nobilitate-, snob’.

Lógicamente, estos comentarios son consecuentes de la peyorativa concepción del hombre colectivizado, que nunca quiso entender Ortega, ya que no aparcó su ideología clasista.

Él comenta que: ‘El labriego chino creía, hasta hace poco, que el bienestar de su vida dependía de las virtudes privadas que tuviese a bien poseer el emperador. Por lo tanto, su vida era constantemente referida a esta instancia suprema de que dependía’

Y esa pasividad es la que añoraba Ortega y Gasset, así como toda su clase, pues querían unas personas carentes de derechos.

Y pasadas las décadas, vemos que, en el fondo, esa ideología sigue igual, ya que los directivos de las empresas, de los partidos políticos, etc., quieren mantener esa distancia abismal entre ellos y nosotros.

Por ejemplo, que los poderes unionistas, desprecien la voluntad de una buena parte de la población que quiere independizarse, es, justamente, el pensamiento orteguiano, que nos considera como hombres vaciados de historia, sin derechos, sólo con obligaciones. Y que deberíamos estar agradecidos al ‘emperador’, como los labriegos chinos.

Asimismo, aquí en Catalunya, los partidos independentistas que disputan por sus mayores o menores cuotas de poder reflejan, asimismo, ese pensamiento, ya que desconsideran la voluntad popular, pues no hacen caso que, en las manifestaciones, generalmente, se acabe pidiendo unidad. Pero ellos como si oyeran llover. Van a la suya. Los votantes sólo contamos en las campañas electorales, y aún, pues si realmente nos tuvieran un mínimo respeto, en las campañas hablarían de sus programas, y después, llegado el caso, lo intentarían cumplir.

Pero, una vez ya se ha votado, ellos se olvidan de la ciudadanía a la que representan, y van a la suya, persiguiendo sus intereses, haciéndonos ver que son los nuestros, pero no es así.

Es inaceptable que ahora, Oriol Junqueras (ERC) diga que toca gestionar el día a día, y que dentro de 10 o 20 años, ya se verá; y que David Fernández (ex Cup) diga que un 52% de los votos no avala una declaración unilateral de independencia. Todo esto está muy bien que lo piensen, sólo faltaría, también pueden pensar que la Tierra es plana. Pero, si fueran honestos, lo habrían dicho en la campaña electoral, lo habrían reflejado en sus programas, y así los votantes lo habrían hecho sin estar engañados.

Y, claro, quieren que nos manifestemos de forma domesticada, no quieren perder el control.

Las manifestaciones multitudinarias y folclóricas de las diadas de Catalunya (11 de setiembre), con las camisetas de rigor, y sin tirar un papel, ya les van bien, pues el enemigo es el estado español.

Pero, cuando aquí nos manifestamos contra ellos, de forma menos domesticada, con consignas más o menos afortunadas o desafortunadas, pero que, en realidad cuestionan su ideología, ya no les parece nada bien, les parece que se han pasado las líneas rojas. Así de fina tienen la piel. Pero, claro, quieren que la nuestra sea dura, para resistir comulgar con las ruedas de molino que les convengan.

Hay muchas personas que nos consideramos sociales, colectivistas, pero no nos consideramos masa, y, por eso, les cuestionaremos todo lo que nos parezca, tanto a los dirigentes políticos de Catalunya, como a los de España. Y lo haremos para que prevalezca la voluntad popular, no los intereses del monarca, los bancos, y estamentos de poder decimonónicos.

Y por suerte, hay muchos jóvenes que tienen las ideas claras, y no se dejan engañar por falsas promesas. Ayer, al corte diario de la avenida Meridiana nos visitó la joven rapera Jbalas99, y sus mensajes fueron claros y contundentes en este sentido. Ella sabe perfectamente el riesgo que corre, pues tenemos ejemplos variopintos de la represión española; pero aún así, se rebela, y anima a la rebelión, a no dejarnos conducir como simples ovejas, en definitiva, a no ser hombres masa.

Sabemos lo que queremos, nos falta el cómo y el cuándo, pero si continuamos en el sofá de casa, mirando la televisión, pasarán décadas y centurias, y seguirá todo igual. Así que ánimo, y a reivindicar todo lo que nos parezca, en las calles, en las redes sociales, cada uno según sus posibilidades, pero haciendo pasos hacia el futuro, pues cada paso suma.