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Maniqueísmo español o, mejor, fariseísmo español.

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

Siguiendo con la idea expuesta en un escrito anterior, no volveré a centrarme en el maniqueísmo, pero sí en el fariseísmo.

‘Los fariseos (etimológicamente, del hebreo ‘pësûshîm’, y éste del arameo përïsayyä, separados de los demás’, ‘poner a parte’) eran gente de la comunidad judeo-hebrea que duró hasta el siglo II de la presente era y se considera sucesora de los asídeos (devotos). Fueron coetáneos de los saduceos, de los esenios y de los zelotes. El grupo tuvo su inicio durante la cautividad babilónica (587-536 a.C.). Después se definieron como partido durante la revolución de los macabeos contra los invasores sirios (167-165 a.C.). Los zelotes, más que un grupo separado en la religión o en la doctrina, eran fariseos que consideraban que la única forma de deshacerse de la dominación romana era a través de una revolución armada, tal como intentaron con fatal resultado. La rebelión acabó con el suicidio colectivo dentro de la asediada Massada (año 73 a.C.).

Los fariseos abogaban por el cumplimiento riguroso del Halacà, la ley oral mosaica, que después fue codificada en el Talmud. Se enfrentaron con la opinión de los saduceos que negaban la validez de la ley oral.

Según los evangelios, su minuciosidad y casuismo les valió la condena de Jesús, que los acusó de respetar más la letra que el espíritu de la ley. Se enfrentaron, rechazando la doctrina de los cristianos primitivos que pregonaban que era el Mesías prometido en la Biblia.

Los fariseos, después de la caída del Templo, tomaron el control del judaísmo oficial, y transformaron el culto. El más alto representante del judaísmo era el Sumo Sacerdote, cargo que, a la destrucción del Templo se volvió innecesario; así el culto pasó a la sinagoga (beit knesset, casa de reunión, en hebreo). De los antiguos fariseos surgió la línea rabínica ortodoxa de los doctores de la ley que fue la que redactó los diferentes Talmuds’

(Wikipedia)

Haciendo un paralelismo, vemos que en el estado español también tenemos esa gente que se considera ‘separada de los demás’, ‘puesta a parte’, ‘especial’, ‘endiosada’, que priman la letra de la ley sobre su espíritu, y que, con el tiempo, a medida que el estado central pueda evolucionar, y abandonar el franquismo, quedarán como figuras inútiles, como ‘pongos’, que deberán desaparecer. Pero, para bien o para mal, eso dependerá de la ciudadanía española; pues la catalana, espero, que antes, ya nos habremos emancipado.

Pero, claro, hasta ese momento, vemos que los fariseos actuales, con los sumos sacerdotes Felipe VI, Carlos Lesmes y Manuel Marchena, se rasgan sus vestiduras delante de las acciones que hacemos los independentistas catalanes; cómo, en su momento, y salvando las distancias, hacían los fariseos de la época, al oír las palabras de Jesús.

Y, los independentistas catalanes sabemos, como los zelotes, que sólo hay una vía para deshacernos del poder dominante (antes, el imperio romano, ahora la ‘cosa’ castellana); pero nosotros somos pacíficos, y lo saben, por más que nos quieran demonizar.

Por todo eso, y dada la situación política española, me parece del máximo interés centrarnos en el pensamiento de Henry David Thoreau, pues bien podría servirnos de guía moral, a todos:

‘Si un hombre se adentra en los bosques por amor a ellos cada mañana, está en peligro de ser considerado un vago; pero si gasta su día completo especulando, cortando esos mismos bosques, y haciendo que la tierra se quede calva antes de tiempo, es un estimado y emprendedor ciudadano. Como si un pueblo no pudiese tener otro interés en un bosque que el de cortarlo’.

‘La ley jamás hizo a los hombres un ápice más justos; y, en razón de su respeto por ellos, incluso los mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia’.

‘¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno?, ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente’.

¿De qué vale una casa si no dispones de un planeta decente donde levantarla?

¿Cuándo comenzaron los hombres a respetar las apariencias?

‘Aférrese a su sueño más indefinido y esquivo’

‘Si mil hombres dejaran de pagar sus impuestos este año, tal medida no sería ni violenta ni cruel, mientras que, si los pagan, se capacita al estado para cometer actos de violencia y derramar la sangre de los inocentes. Ésta es la definición de una revolución pacífica, si tal es posible’. (el autor fue a la cárcel por negarse a pagar determinados tributos).

‘Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución, es decir, el derecho a negar su lealtad y a oponerse al gobierno cuando su tiranía o su ineficacia sean desmesurados e insoportables’ (el autor escribió este pensamiento en su ‘Desobediencia civil’, tras criticar con todas sus fuerzas la guerra que EUA declaró a México, a la que hace referencia este texto)

Henry David Thoreau (1817-1862), autor de ‘La desobediencia civil’ (1848) y ‘Walden. La vida de los bosques’ (1854).

Si los nacionalistas españolistas fueran capaces de hacer una mínima autocrítica, igual que hacemos constantemente los independentistas catalanes, estas reflexiones nos llevarían a buen puerto (a ellos en primer lugar, y allí nos encontrarían, y podríamos realizar una verdadera negociación), y la pedida mesa de diálogo, podría ser fructífera. En caso contrario, se perpetuaría el ‘más de lo mismo’, el ‘café para todos’, que es lo que nos tememos, tal como apunta dicha mesa, con los indultos parciales y reversibles en perspectiva o ya aprobados.

Y nosotros ya estamos cansados de tanta Ítaca, y de tanta Mirmanda imaginaria, queremos soluciones verosímiles, cuanto antes.

El diccionario de la RAE, en su segunda acepción, considera el término fariseo, como el hombre hipócrita; y, desgraciadamente, aquí, en la propia Catalunya, tenemos a muchos de ellos, pues, como podemos leer en el siguiente fragmento, que me parece sumamente interesante y clarificador:

‘Del fanatismo a la barbarie, sólo hay un paso’ (Denis Diderot, 1713-1784)

(…) Por eso no es de extrañar la causa general contra Catalunya y sus ciudadanos, no sólo contra los exiliados, los encarcelados, los detenidos, los procesados, los imputados, etc., sino contra cualquiera que sólo trate de defender su dignidad. Es, como decía Hanna Arent, ‘La banalización del mal’.

Ahora, ante la posibilidad de un indulto parcial a los presos políticos de un gobierno débil y tramposo como el del señor Sánchez -un indulto por delitos imaginarios-, se han movido los fantoches habituales para promover una gran manifestación y una recogida de firmas en contra. Ya lo hicieron contra un estatuto de Catalunya de mínimos (que era una versión light de un Estatuto normal) y lo quieren repetir para demostrar su irracional exuberancia. Ya saben que cuentan con sus colegas del cuerpo de vasallos, siempre dispuestos a urdir cualquier malévola combinación que permita ganar la partida.

Pero, como siempre, lo más llamativo no es únicamente que ese colectivo intermedio marque las líneas a seguir, sino que la gente común haga suyo el mensaje. Yo siempre establezco una distinción entre la psicopatía (que es individual) y la sociopatía (que es un fenómeno colectivo). Y aquí el problema es sociopático. ¿Cómo puede ser que un ciudadano normal, que cumple con sus obligaciones y paga sus impuestos, no se dé cuenta de que el procedimiento contra Catalunya es un gran disparate, y que todo responde al montaje de la cúpula de la pirámide social? ¿O es que hacen como los alemanes no partidarios del régimen nazi que cuando les preguntaron, después de la guerra, cómo no habían reaccionado ante las atrocidades de su gobierno, dijeron que no sabían nada?, ¿O es que sabiendo lo que saben, se manifiestan o firman declaraciones porque creen que así no tendrán problemas?

En el fondo éste es el corazón del contencioso, un problema histórico que nace con Platón y su concepción autoritaria del estado. Esta concepción autoritaria condujo al totalitarismo.

Étienne de la Boetie, el entrañable amigo de Michel de Montaigne, escribió a los dieciocho años un extraordinario y breve ensayo con el título ‘El discurso de la servidumbre voluntaria’. En él se preguntaba, en plena Edad Media, por qué el ciudadano se sometía a la autoridad sin cuestionar ninguna de las instrucciones recibidas. Esa ‘servidumbre voluntaria’, ese extraño comportamiento que nos esclaviza y nos priva de la libertad de pensamiento y acción, acaba afectando a nuestra salud mental. Porque autonomía y libertad no pueden crecer en tierras de servidumbre’

(alfadurancorner.com, 31 de mayo del 2021)

Y, en definitiva, los que queremos la República Catalana, estamos hartos de esa servidumbre, y deseamos que el resto de ciudadanos catalanes, vean ‘la luz’, ‘abran sus ojos’ y se den cuenta que, con su ‘servidumbre voluntaria’ están apoyando, apuntalando, un sistema corrupto, que los utiliza, como meras polichinelas. O, como señala en anterior autor, ¿están satisfechos siendo sus cómplices?

Nosotros, como Thoreau, consideramos que esa futura República, beneficiará a todos los catalanes, independentistas o no, pues:

¿De qué vale una casa si no dispones de un planeta decente donde levantarla?

Y por eso, nos aferramos a nuestras ilusiones:

‘Aférrese a su sueño más indefinido y esquivo’