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Generaciones y políticos ‘conllevantes’.

El sociólogo Salvador Cardús, en su artículo titulado ‘Y tal día hará un año’ comenta:

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

‘(…) Dicen que hay una nueva generación cada veinte o treinta años. Pero como todo se acelera, podría ser que, con quince años, del 2006 al 2021, ya tengamos delante una nueva generación política dispuesta a sustituir a la anterior. Al fin y al cabo, si el cambio de generación se produce a raíz de un suceso que marca de manera disruptiva una determinada manera de ver el mundo, el referéndum del 1 de octubre del 2017 y el marco represivo posterior, podrían explicar esta precipitada renovación generacional -si no por edad, en espíritu- que se está materializando ahora mismo.

La ‘generación autonomía’ nació con la Constitución del 1978 y el Estatut del 1979. Veinticinco años después no solo estaba agotada si no que el modelo se había degradado y se descubría el engaño que se había construido sobre el horizonte autonómico. Sus líderes, del primero -que había procurado tapar sus debilidades- hasta los últimos -que habían intentado reanimarlo con el Estatut del 2006-, fueron expulsados del mapa con un fracaso inapelable.

Fue entonces que empezó a aparecer la ‘generación independencia’. La ocupación del espacio político culminaría con la celebración del referéndum del 1 de octubre del 2017, pero sería dramáticamente expulsada por la brutal intervención unilateral del estado español, con la suspensión del Gobierno, el cierre del Parlament y la posterior represión judicial.

Ahora, con un impresionante despliegue mediático, la mística del diálogo y la concordia, de la gestión y la colaboración, está facilitando la definición de un nuevo tiempo político y puede ser la aparición de una nueva generación. Una generación que nace marcada por la nueva experiencia de una dura represión y que crece en la vieja esperanza de un ‘lo volveremos a probar’ autonomista, en abierta contradicción con aquel ‘lo volveremos a hacer’ soberanista.

No sé como se debería llamar a esta nueva generación que sueñan con apuntarse y apuntalarla. El adversario parece que quiere llamarle ‘generación rendida’, ‘generación arrepentida’ y aún, ‘generación vencida’, tal como explícitamente la han considerado los dirigentes socialistas. Más cortésmente, podríamos llamarla ‘generación resignada’, atrapada por el miedo y el dolor de la represión, desmoralizada por el desconcierto de un fracaso no previsto y, sobretodo, aturdida por la sensación de debilidad delante del estado.

Mi opinión es que no hará falta que pase mucho tiempo por descubrir que las bases de esta esperanza que nace envejecida son ilusorias. No nos acercarán a la amnistía ni a la autodeterminación que promete el nuevo Gobierno. Ni tan solo garantizarán la inversión pública que no se ha hecho nunca, ni disminuirán el respeto a la especificidad lingüística y la diversidad cultural del país. ¿De verdad cree el president Pere Aragonès que conseguirá los avances que no consiguieron todos los anteriores gobiernos en ninguno de esos terrenos?, ¿lo creen los propagandistas que dan soporte a este neoautonomismo?

No sé si el independentismo todavía tiene prisa para poder tratar a España en igualdad de dignidad nacional, o si ya se ha resignado a una espera indefinida. Lo que parece claro es que nadie tiene una estrategia para reprender el camino y que el neoautonomismo le ha tomado la iniciativa. En definitiva, que volvemos al ‘que día pasa, año empuja … y que tal día hará un año’.

(Ara, 8 de junio del 2021)

Estoy totalmente de acuerdo con Cardús, él es el especialista, así que me parece bien esa clasificación de generaciones:

‘generación autonomía’ (de 1978 al 2006),
‘generación independencia’ (del 2006 al 2021)
‘generación rendida’, ‘generación arrepentida’, ‘generación vencida’, ‘generación resignada’ (desde 2021),

pero no hay que olvidar que no son compartimentos estancos, ya que, por ejemplo, el presiden de la Generalitat, Pere Aragonès, a pesar de su juventud (38 años), es transversal, un superviviente de todas esas generaciones; y como él, muchos de los altos cargos del gobierno, desde directores, sudirectores, secretarios, etc. Y ese espíritu de supervivencia denota un espíritu líquido, o, mejor dicho, gaseoso, que no es positivo, que digamos. Pero también representa un bagaje político-histórico nada despreciable, cuanto menos vivencial (cultural, moral o ético ya sería otro cantar).

Asimismo, muchos de nosotros, los ciudadanos independentistas, también hemos pasado por esas fases, asumiendo, en su momento, el autonomismo, y después el independentismo, y ahora, podemos encontrar a independentistas rendidos, arrepentidos, vencidos y resignados, pero, también, a irredentos e irreductibles independentistas, que seguimos manteniendo la llama de la necesidad autodeterminista, y para ello seguimos persistiendo, unos manifestándonos, otros escribiendo, otros en determinadas tertulias, etc., ya que el abanico de actuación es muy amplio, y debería serlo mucho más.

También es preciso destacar que el calendario no lo justifica todo, ya que se puede ser joven en la cuarta edad, y viejo siendo joven. Pero entiendo que Cardús se refiere, exclusivamente, a las personas que se identifican con una de las generaciones citadas, y se quedan anclados en ella.

Volviendo al escrito de Oriol Junqueras, además de los comentarios laudatorios por parte de los personajes del sistema, y de la prensa de derechas que consideran que es un engaño para conseguir el indulto (vaya ‘nivelazo’ que demuestran), es preciso destacar que en el Ara de hoy se publica un artículo titulado ‘El 1 de Octubre no fue un error’, de Jordi Sánchez, secretario general de Junts, también en prisión; y otro artículo, titulado ‘Un futuro sin renuncias’, del grupo parlamentario de la CUP-NCG, en los que se muestra una gran discrepancia y disgusto con el escrito de Junqueras, como no puede ser de otra manera.

Asimismo, en TV3, la televisión catalana, el tertuliano Albano Dante Fachin Pozzi, ex diputado del Parlament, y director del canal ‘Octuvre’ (con ‘v’), ayer criticó duramente la carta de Junqueras, comentando que es muy fácil, ahora que ERC ya tiene la presidencia de la Generalitat, hacer ese gran cambio de rumbo. Y se pregunta, si hubiera publicado ese escrito antes de las elecciones, ¿le hubieran votado?, o si lo hubiera publicado antes de los pactos con la CUP y con Junts, ¿sería presidente Aragonès?  Efectivamente que no.

Asimismo, Dante Fachin se quejó de que el primer acto conjunto del presidente Pedro Sánchez y Pere Aragonès, sea en un acto de los empresarios (Fomento) del ibex35, y para homenajear al conde de Godó, que hizo una defensa de la monarquía. Y que oír discursos de esos personajes sistémicos, pidiendo diálogo, y olvidando, todos, que el 1 de octubre lo dramático y vergonzante fue la actuación agresiva y violenta del estado, con su policía pegando a ciudadanos indefensos.

En esa misma línea, Albano señaló que la ministra de hacienda y portavoz del gobierno central, María Jesús Montero, remarcó, ayer mismo, que el mensaje de Junqueras realmente abría la puerta a un futuro mejor, pasando página a hechos que nunca se hubieran tenido que realizar, y, como muy bien puntualiza Dante Fachin, la portavoz se refiere al hecho de votar, no a la represión aplicada. Y eso es demencial.

Está claro que Junqueras, con su carta titulada ‘Mirando al futuro’, indirectamente da alas a los que ahora normalizan la represión. Y, da la razón a los que, desde el sofá, mirando la televisión, veían cómo pegaban a los votantes; pues, como dijo Dante Fachin, ese blanqueamiento es inmoral.

Y Albano acabó diciendo que a pesar de que la cúpula de ERC haya visto bien la carta en cuestión, con mucha probabilidad, buena parte de las bases de ese partido no compartirán ese nuevo mensaje, y podremos ver, qué pasa, si realmente la censura interna no lo tapa y para todo.

Por lo tanto, ya veremos, todo puede cambiar, es cuestión de esperar, como dice un viejo adagio (chino o árabe): ‘Siéntate a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar’, (o el japonés: ‘si te sientas junto al río el tiempo suficiente, verás flotar el cuerpo de tu enemigo’).

Pero, obviamente, no se trata de enemigos, son compañeros de un mismo viaje; y tampoco se trata de esperar de forma pasiva, ya que, si no nos movilizamos, nadie nos regalará nada, ya que no siempre es cierto el refrán que dice: ‘todo le llega al que sabe esperar’.

Llegado a este momento, me parece muy claro el pensamiento reflejado por Sebastià Alzamora, en su columna de hoy:

‘Pactismo y ‘conllevancia’:

Leyendo el análisis de Antoni Bassas del lunes, me vino a la cabeza la famosa ‘conllevancia’ que Ortega yGasset, con motivo del enfrentamiento político por el Estatut de Catalunya de 1932, recetó como fórmula para afrontar el conflicto entre Catalunya y España. Son días para recordar sus palabras ‘in extenso’: ‘El problema catalán no es un problema para resolver, sino para conllevar, y solo conociendo la autenticidad del problema se le puede aplicar un contraveneno eficaz’. El autor de España invertebrada añadía: ‘Hay catalanes que quieren vivir separados de nosotros, y éste es el problema que no se puede resolver, sino conllevar. Porque si existen estos catalanes hay muchos españoles que sienten a Cataluña como un ingrediente de la Historia de España. Tenemos, pues, dos sentimientos antagónicos; de modo que pretender resolver de una vez para siempre este problema, como se dice, es la mayor insensatez. Sería hacer el problema más insoluble que nunca’ Y concluía: ‘Conllevarnos es nuestro dolido destino. El problema catalán es un factor continuo de la Historia de España. Lo único que podemos hacer es conllevarlo para darle en cada momento su solución mejor’. Las palabras clave, o etiquetas, serían: problema, conllevar, contraveneno, catalanes, Catalunya, Historia de España, sentimientos, insensatez, destino. Cuatro años después estalló la Guerra Civil.

Hay quién sostiene que la ‘conllevancia’ de Ortega estaba en el fundamento de ‘La pell de brau’ (La piel de toro) de Salvador Espriu, pero más bien parece que ‘la limosna recíproca de tolerancia y perdón’ del poeta de Sinera (Arenys de Mar, mi pueblo) salía como una respuesta a la necesidad de no volver a matar centenares de miles de personas. En todo caso, cuando el nacionalismo español de estado decide mostrarse dialogante, recurre -de forma directa o indirecta- a la ‘conllevancia’ de Ortega, y a interpretarla (porque las palabras del filósofo son bastante abiertas y ambiguas) según soplen los vientos de cada momento. Conllevar (aguantar, soportar, sufrir, sobrellevar, es tratar de hacer soportable la existencia de los catalanes, convertirla en una molestia que se pueda aprender a sufrir) puede querer decir cosas diferentes en cada momento. En el presente, llegados al punto al que se ha llegado, es tirar adelante los indultos. Pedro Sánchez está determinado a reemprender la ‘conllevancia’, y de hecho ya se lo aconsejaba, hace un par de años, un informe del Real Instituto Elcano, un think tank con una importante influencia.

El reverso catalán de la ‘conllevancia’ es el pactismo, que forma parte de la tradición, el discurso y la praxis del catalanismo (y, por lo tanto, también del soberanismo, y del independentismo). Pere Aragonès parece un president decidido a practicarlo, y Oriol Junqueras lo avaló con su carta publicada ayer en este mismo diario. El pactismo catalán es el intento de hacer soportable el nacionalismo español, convertirlo -simétricamente- en una molestia que se pueda aprender a sufrir. Pactismo y ‘conllevancia’ no llegan, obviamente, a ninguna solución definitiva (ya lo descartaba Ortega). Pero pueden llevar a períodos de estabilidad’

(Sebastià Alzamora, Ara, 9 de junio del 2021)

Pero muchos ya estamos cansados de esa conllevancia, no queremos vivir aguantando, soportando, sufriendo, sobrellevando o soportando más años el estatus quo impuesto. Estamos cansados de políticos que prolonguen esa situación, ya que, como dice el refrán: ‘Es tan culpable el que mata la vaca como el que la amarra’.

Y estamos hartos de políticos líquidos, gaseosos (Pedro Sánchez, Miquel Iceta, Salvador Illa, etc., por citar a algunos del PSOE-PSC; pero, desgraciadamente, también podría incluir, ahora, a Pere Aragonès, Oriol Junqueras, etc., de ERC), ya que, como apunta Alzamora, la combinación del pactismo y la conllevancia no llegan a ninguna solución definitiva.

Como señala Vicenç Villatoro Lamolla:

‘Unilateral

Cuando hay un conflicto entre dos partes, hay dos maneras genéricas de gestionarlo. Una es que cada vaya haciendo todo aquello que cree que le conviene, a pesar de que perjudique o moleste a la otra, y vayan acumulando fuerzas para ir al choque, a ver quién gana. Con el riesgo que todos tomen mal. Esta sería la vía unilateral. La otra manera de gestionarlo es el pacto: que las dos partes acepten a la vez la vía bilateral. No sólo una. No hay bilateralidad si no juegan por igual las dos. Para pactar hacen falta dos. Si una de las partes renuncia a la unilateralidad, a hacer creer que le convienen aún que no esté pactado, es por que está convencida que existe una vía bilateral que el otro aceptará. Es decir, porque cree que la otra parte también renunciará a actuar unilateralmente (no sólo a decirlo). Parece un lío, pero no lo es: lo que n o tiene sentido es que una de las partes renuncie unilateralmente a la vía unilateral. Sólo tiene sentido si son los dos los que renuncian de manera simétrica. De palabra y de obra’.

(Vicenç Villatoro Lamolla, Ara, 9 de junio del 2021)

Y, como vemos, ERC ya ha desistido a la vía unilateral, sin ninguna garantía de que el gobierno central haga lo propio, más bien, al contrario, sabiendo, por activa y por pasiva, que Pedro Sánchez nunca, y nunca es nunca, aceptará una bilateralidad, pues:

‘El gobierno reafirma su rechazo a un referéndum en Catalunya como respuesta a la protesta de Colón (organizada por la derecha):

(…)

‘Nuestra posición siempre ha sido muy clara, todos los españoles saben cuáles son los límites sobre los que se mueve el gobierno y el que mencionan (el referéndum) es uno de ellos. Lo hemos expresado con absoluta claridad y lo conocen todos los interlocutores’, sentenció este martes la ministra portavoz y responsable de hacienda, María Jesús Montero.

(…)

Las llamadas al diálogo y el reencuentro del ejecutivo, donde no se disimula el alivio que les produjo el escrito de Junqueras, no desembocarán, insisten media docena de ministros preguntados, en un referéndum. La opción preferente del independentismo tras el desafío secesionista de 2017 no cuenta por lo tanto con ninguna opción de producirse. Sobre una vía escocesa, José Luís Ábalos ya recalcó el lunes que el gobierno ‘no está por ese referéndum, sino por la integridad territorial de España (…) el marco que defienden los independentistas debe estar dentro de la legalidad. No pedimos que renuncien a lo que piensan, sino que lo defiendan por la vía de la legalidad’.  

(José Marcos y Elsa García de Blas, El País, 9 de junio del 2021)

Es preciso señalar que, según muchos juristas y catedráticos de derecho, el referéndum catalán tiene cabida en la constitución, sólo es cuestión de voluntad política (que no la hay), y de categoría de estadista (que tampoco la hay). Y, claro, con todos los poderes del estado, desde el rey hasta el nacionalista español de base, no quieren perder el granero español, quieren seguir ordeñando la vaca catalana.

Los independentistas catalanes tenemos muy claro que este momento es crucial, visto lo que tenemos en España y en Catalunya: un prometido diálogo ficticio, un pactismo de pandereta, pero eso sí, vendido por los medios de comunicación subvencionados, como la gran panacea; pero una panacea para las grandes empresas, las que no dudaron en marchar rápidamente de Catalunya, cuando Mariano Rajoy tocó el pito, y el rey borbón, ‘borboneó’, como todos sabemos.

Ahora, todo está entorno a los indultos, como si fuera la piedra filosofal, por eso, para finalizar, me parece interesante reproducir la columna de Antoni Bassas:

‘La retórica empalagosa de los indultos

Los indultos están dando lugar a una retórica empalagosa de la Moncloa en la que no hay frase donde no salgan ‘desgarros’ y ‘reencuentros’. Si es preciso hablar de desgarros, aquí hay una lista corta: la sentencia del Estatut, la violencia policial del 1 de octubre, el discurso del rey y las condenas por sedición que escandalizan a los demócratas, y las prisiones que avergüenzan a la UE. Para todos estos desgarros, el indulto es un reencuentro parcial. Una medida de gracia concedida a nueve personas que no tenga en cuenta a los miles de represaliados y a los exiliados sería un reencuentro insuficiente, pero, además, ¿qué entiende por reencuentro la Moncloa?, ¿ponerse ordenadamente a la cola del ‘café para todos’ como si el tribunal de cuentas no estuviera buscando la ruina de cargos públicos, y todo por vengar un estado que no supo encontrar unas urnas?, ¿o posiblemente considera que la última interlocutoria de los jueces sobre el catalán en la selectividad es una gran invitación al reencuentro?

(Antoni Bassas, Ara, 9 de junio del 2021)

En definitiva, que, como he comentado, estamos en un momento crucial, y lo que sería necesario es que los partidos independentistas fueran a una, que salieran voces de ERC descalificando a Oriol Junqueras, pues esa sería una forma de tener un mínimo de ética, moral, fuerza y credibilidad, en el momento de empezar el diálogo. Pero, claro, esa descalificación sólo la puede hacer Pere Aragonès (matando, metafóricamente, a su padre, quitándose, así su tutela), y hasta ahora sólo ha demostrado ser el monaguillo del obispo Oriol Junqueras, así que…, lo tenemos muy mal, ciertamente.

Y claro, es muy penoso, que los políticos independentistas, que están en una misma cárcel (Lledoners), se hablen mediante escritos a la prensa, denota que entre ellos no se hablan, y no será por falta de tiempo, lógicamente, si eso es, precisamente, lo único que tienen. Pero, ni así. Por eso, los independentistas de base, a los que sólo nos atienden en el momento de votar, nos sentimos desconcertados, y sólo vemos una salida, que es la movilización permanente y generalizada, hasta que esa presión (democrática y pacífica) haga que Pedro Sánchez se vea obligado a dialogar en un plano de igualdad. Pero sabemos que este tahúr no tiene palabra, ni sentido de estado, ni…; así que nosotros debemos persistir mostrando nuestro profundo malestar, no tenemos otra.