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La pérdida de movilidad educativa por la pandemia es desigual entre regiones

●     La pérdida de escolaridad atribuible a la pandemia puede significar que el progreso educativo de las nuevas generaciones respecto a sus padres se reduzca entre 25 y 33%.

●     Los estados con mayores rezagos para implementar el aprendizaje a distancia no son los que presentaron los escenarios más adversos de salud ante la COVID-19.

●     El esquema de regreso a clases no solo debe atender los rezagos, sino priorizar a las entidades federativas que corren mayor riesgo de perder movilidad educativa.

●     Se deben atender las desigualdades estructurales, mismas que, ante el desafío de la pandemia se traducirán en menores opciones de movilidad social en el futuro.

Las secuelas de la pandemia por COVID-19 reducirán en al menos 0.6 años la escolaridad de la población, lo que hará caer el progreso educativo de las generaciones actuales con respecto a las anteriores. Esta reducción en la movilidad educativa puede ser de 25% a 33%.

La pérdida de movilidad educativa en las distintas regiones del país se debe a las adversidades que se presentaron por la educación a distancia y la disrupción que esta tuvo ante la amenaza de la COVID-19. En general, los estados con sistemas educativos más vulnerables no fueron los que sufrieron los mayores contagios.

San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo, Jalisco y Chihuahua son las entidades que más podrían reducir su movilidad educativa dada la combinación de riesgos derivados de la pandemia y la desigualdad de oportunidades provenientes de las condiciones educativas de origen.  La normalización de las clases presenciales y la atención a los rezagos deben dar prioridad a estas entidades federativas.

Si bien el regreso a clases importa, se debe dar mayor importancia a la atención de las entidades federativas con mayores rezagos educativos a causa de la pandemia y que pueden traducirse en una menor movilidad social. Se requiere de acciones remediales y nuevos recursos para cerrar la brecha de rezago educativo que agravó el cierre de las escuelas.

Los recursos destinados al sistema educativo deben asimismo cubrir y ayudar a cerrar las desigualdades estructurales. Estas, ante el desafío de la pandemia, se traducirán en menores opciones de movilidad social en el futuro. La atención a las secuelas educativas de la pandemia, tanto coyunturales como de largo plazo, requieren de un plan que aún no se percibe claramente delineado.