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CIAL Dun & Bradstreet: Monitor Económico

Mercado de vehículos a la baja: se detiene su salida de la crisis

El mercado de vehículos sufre nuevamente los estragos de la escasez de semiconductores. En julio se produjeron 237,040 vehículos (automóviles y camiones ligeros), con una fuerte caída de 21.4% anual (-26.5% en julio). Ya no hay efecto estadístico, ya que hace un año la caída era de 10.7%, por lo que esta industria ha detenido su proceso de recuperación. La crisis de este insumo podría durar hasta el primer semestre de 2022.

Durante enero-agosto, la producción creció 13.3% anual, una recuperación modesta considerando que hace un año caía 30.6%. El rebote es parcial y genera un gran retraso en esta industria. Tras su caída de 19.7% en todo 2020, en este año apenas crecería 2.2%, asumiendo malos números para septiembre-diciembre. Esta industria estará aún 21% por debajo de su máximo histórico de 2017. Suponiendo un crecimiento de casi 7% anual para los siguientes años, esta industria igualaría su nivel de 2017 solo hasta después de 2024. El reto es muy grande.

La inversión cayó 1.8% en junio y retrasa su salida de la crisis

Es indispensable que la inversión acelere su recuperación; sin embargo, esto no está sucediendo, ya que en junio retrocedió 1.8% con respecto a mayo. Se trata de su mayor caída desde el -2.2% de septiembre del año pasado. La inversión hace una pausa por tercer mes consecutivo, donde la caída fue de 2.9% mensual en la construcción y -0.4% en maquinaria y equipo. Sus expectativas son inciertas, ello debido a dos hechos: el repunte de la pandemia (inhibe a la economía) y la relación del gobierno con el sector empresarial.

La inversión está 4.4% por debajo de febrero de 2020, antes de la pandemia. Maquinaria y equipo está arriba en 2.9% y la construcción casi 10% por debajo de esa fecha. La inversión esta hoy 18% por debajo de su máximo histórico de junio de 2018. Tras caer 18.3% en 2020, la inversión crecería 11.5% en 2021, siendo su recuperación solo parcial. Se requiere que la inversión crezca 8% anual para que el PIB lo haga al 4%, la meta de AMLO.

La inflación baja moderadamente, hasta 5.6%

En la segunda quincena de agosto, la inflación se mantuvo en 5.60% anual, similar a la previa. La inflación aún se mantiene alta, ubicándose por sexto mes consecutivo por arriba de la meta de Banxico (entre 2% y 4%). El mismo Banxico, la SHCP y el mercado esperan que la inflación cierre este año cerca de 6%, con expectativas de que veamos un fuerte descenso durante el primer semestre de 2022. Lo anterior está condicionado a que los precios mundiales de las materias primas se estabilicen o moderen su ritmo de manera significativa.

Los precios agropecuarios siguen al alza, con 9.19% anual, una de sus tasas más altas desde principios de 2020. El ritmo de los energéticos sigue a la baja, hasta 7.42%, el más bajo desde la primera quincena de marzo.  El precio del gas se redujo 14.5% vs julio y con una tasa anual de 14.0% vs 35.0% anual de julio. El máximo aumento de precios fue el del chile serrano, con 53.7% anual, mientras que el mayor descenso fue en la piña, con -13.1%.

Los precios mundiales de los commodities hicieron una pausa en agosto y se mantienen relativamente estables en lo que va de septiembre, lo que podría ayudar a la inflación de EEUU y México. Por ejemplo, los precios del petróleo cerraron agosto arriba de 69 dpb y ahora están en 68 dólares. Si estos precios se mantienen relativamente estables durante septiembre, despresurizan el ritmo de otros precios.

La industria manufacturera prácticamente salió de la crisis

En la medida que el proceso de vacunación ha avanzado y se ha sostenido la reapertura de la economía, el sector manufacturero (como el resto de las actividades) ha logrado recuperarse gradualmente, aunque con altibajos. En julio, la producción manufacturera creció 1.41% con relación a junio, dejando atrás las caídas de mayo y junio. De esta manera, el nivel de producción de julio (índice de 100 puntos) se ubica exactamente al mismo nivel que el reportado en febrero del año pasado. Las manufacturas ya salieron de sus crisis.

En este momento, el nivel de 16 de las 21 industrias que conforman las manufacturas están por arriba de la precrisis (febrero de 2020). Equipo de transporte (pesa más de 20% del PIB manufacturero y similar a la industria alimentaria), que sufrió el año pasado el mayor desplome a nivel manufacturero, aún no sale de sus crisis y está 16.3% por debajo de la prepandemia. Tras un avance espectacular, en este año su proceso se ha detenido a causa de la escasez de algunos insumos (chips), que ha afectado a varias industrias.

Después de un año y medio, el sector manufacturero, que tiene fuerte presencia exportadora y pesa 17% del PIB nacional, se prepara para un nuevo proceso de expansión. Sin embargo, este reinicio expansivo sería lento al principio, toda vez que la escasez de chips aún no se resuelve y estaría presenta durante la primera mitad del próximo año. Así las cosas, después de caer 9.9% en 2020, este sector crecería 10.3% en este año, mientras que en 2022 podría crecer más de 5%. Se esperarían nuevas inversiones en el sector.

Programa económico 2022: el crecimiento económico sigue siendo inercial

El paquete económico para 2022 sigue siendo prácticamente inercial, como muchos programas económicos implementados durante las últimas dos décadas. En los inicios del sexenio pasado, como en otros casos, se proponía un escenario básico/inercial para el crecimiento de la economía, donde se pensaba en ritmos alrededor de 3.7% promedio anual para ese sexenio, sin considerar los efectos de una implementación apropiada de las reformas estructurales. Esto significa que, con reformas exitosas, el ritmo podría haber sido hasta de más de 5%.

A nivel macroeconómico, los temas relevantes del paquete 2022 se refieren a la trayectoria estimada por la SHCP para el crecimiento económico. Ahora se estima que el PIB crecería 6.3% en este año, moderándose levemente respecto al 6.5% previsto previamente, aunque bastante mejor que el 4.6% estimado inicialmente. La SHCP estima que nuestra economía crecería 4.1% en 2022, una cifra que difiere del 2.9% esperado por los analistas del mercado y del 3.0% previsto por el Banco de México.

Un hecho de relevancia es que, según la SHCP, en las expectativas a mediano plazo, el ritmo de la economía sería solo inercial y con una tasa decreciente: se estabilizaría en 2.5% después de 2024. El último año de este sexenio cerraría con un 2.8%, muy inferior al 5% anticipado recientemente por el presidente López Obrador. La lectura de estas cifras muy bajas para los siguientes años es que no hay una política deliberada que apunte a reactivar la economía. En ningún momento veríamos un repunte del PIB, lo cual es inédito.

¿Estará el presidente de la república conforme con estas estimaciones? Las cifras son decepcionantes y así ha ocurrido en los años recientes. Pareciera que el gobierno no intenta hacer nada extraordinario para que la economía crezca más. Hay una suerte de conformismo o negligencia respecto al crecimiento futuro. Da la impresión de que no se puede hacer nada o que no es viable una mayor dinámica de la economía. Pareciera que se deja el crecimiento a la inercia o que tal vez Estados Unidos nos impulse en cierta forma.

Recordemos que el presidente tenía inicialmente la meta de un crecimiento de 4% promedio anual durante su sexenio. Lamentablemente la pandemia del año pasado rompe con esa posibilidad y, en función de las cifras estimadas para 2022-2024, el crecimiento de este sexenio sería de solamente 1.2% promedio anual. Está muy claro: el -8.3% de 2020 afecta al promedio del sexenio.

Sin embargo, aun cuando la economía no se hubiera paralizado por la pandemia, las expectativas oficiales para el crecimiento siempre han sido modestas. Por ejemplo, cuando se dio a conocer el Programa económico de 2019 (primer año de AMLO), las estimaciones para 2019-2024 apuntaban a un crecimiento de 2.6% promedio anual, con un máximo esperado de 2.8% para 2024. En realidad, en esta administración nunca se ha intentado crecer a tasas elevadas y siempre se han propuesto tasas inerciales.

Si en el sexenio se creciera solo 1.2% anual, sería un ritmo demasiado distante de la meta inicial del presidente. Si el gobierno deja la economía a la inercia, como parece ser el caso, es lógico que la tasa tenga que ubicarse más cerca del 2% que del 4% deseado.

Solo como referencia histórica: el ritmo de este sexenio sería el más bajo desde el estancamiento del sexenio de Miguel de la Madrid (0.2% anual) y sería el segundo peor sexenio desde la época de la Gran Depresión. El PIB retrocedió 1.0% promedio anual durante el sexenio 1929-1934, cuando gobernaron tres presidentes: Emilio Portes Gil 1928-1930; Pascual Ortiz Rubio 1930-1932; Abelardo L. Rodríguez 1932-1943.

A corto plazo, el sector empresarial tendrá que empezar a invertir

En función del Programa económico, crecer 4.1% en 2022 dependerá de varios factores. Primero, del proceso de vacunación contra la pandemia, donde se muestran avances. Segundo, de las posibilidades de que el sector privado realice inversiones para satisfacer la creciente demanda. Justo desde las elecciones de julio de 2018, la inversión ha tendido a la baja (las razones son evidentes y ampliamente difundidas) y tras el desplome del año pasado, ahora se recuperan sin aún salir de la crisis.

En este momento, la inversión está aún 4.4% por debajo de febrero del año pasado, previo a la pandemia, pero todavía está casi 18% por debajo de su máximo histórico de mediados de 2018. La capacidad de planta utilizada está ahora mismo casi al nivel de la prepandemia (hoy está en 79%) y está a tres puntos de su máximo del segundo trimestre de 2018 (81.5%).

De los 21 subsectores que conforman el gran sector manufacturero (es el gran sector inversionista del país), en 12 de ellos su capacidad utilizada ya está en su máximo histórico o muy cerca de lograrlo. Lo anterior significa que pronto estos sectores tendrán que invertir, aun cuando el ambiente no sea el más propicio. La generación de empleos y el aumento de la demanda presionarán al sector empresarial a ampliar las plantas de producción (inversión).

En algunas industrias, la capacidad utilizada ya es cercana al 90%, lo que significa que posiblemente son las industrias que deben intensificar sus inversiones a fin de evitar “cuellos de botella” en el futuro próximo. Si estas industrias no invierten, la mayor demanda generaría un desbalance vs la producción con el consecuente incremento de precios (se convierte en la variable de ajuste).