El Presidente del Gobierno de Cataluña, Carles Puigdemont, realizó un referéndum de autodeterminación de Cataluña en 2017. A partir de entonces vive exiliado en Bélgica porque no tendría un juicio justo en España. Este 23 de septiembre, se había desplazado a L’Alger para participar en una serie de actos oficiales y ha sido detenido por la policía italiana y trasladado a la cárcel de bancali en Sàsser. El 24 de septiembre ha sido puesto a disposición de la Corte de Apelación de Sàsser, que es la competente para decidir la puesta en libertad o la extradición.
El juez español Llarena había cursado unas euro-órdenes de extradición contra los políticos catalanes exiliados. Sin embargo, las euro-órdenes fueron anuladas porque Puigdemont, Comín y Ponsatí gozaban de inmunidad como diputados catalanes electos. La Justicia española pidió un suplicatorio para que se les suspendiera la inmunidad, España presionó todo lo que pudo y el 9 de marzo, se votó el suplicatorio y se le retiró su inmunidad. Pero el resultado fué más ajustado de lo que suele ser normal, porque un 42% no votaron a favor! Pero el 2 de junio se le volvió a dotar de inmunidad hasta que la resolución fuera firme. Y el 30 de julio, el Tribunal General de la UE anuló la medida cautelar porque no había necesidad de una inmunidad forzada si no había euro-órdenes de detención de Puigdemont. Sin embargo, la sentencia estipulaba que, en caso de que España emitiera nuevas euro-órdenes, se reactivaría de la inmunidad. Al mismo tiempo, el Tribunal Supremo español ha mantenido vigentes las órdenes de detención estatales, por lo que los políticos catalanes han podido viajar por toda la UE, excepto por España.
Todo este lío forma parte de la guerra sucia que el ultranacionalismo español lleva a cabo contra el deseo del pueblo catalán de independizarse de España. Para la minoría nacional catalana salir de España es una cuestión de supervivencia, porque saben que es el único país de la UE donde el fascismo no fue derrotado. En Italia y Alemania, el fascismo sí fue derrotado y pudieron retomar el camino democrático. Al dictador Franco, como no invadió otros países y como era anti-comunista, se le permitió mantenerse en el poder y murió en la cama, dando lugar a una transición, supuestamente democrática, en la que han continuado mandando los mismos bajo una apariencia pseudo-democrática.
Por eso los catalanes exigimos, a Italia y a los demás países europeos, que no presten su ayuda para la represión de los catalanes, que llevan a cabo las estructuras de estado con fundamentos nacionalistas fascistas, sino que ayuden para que la democracia se abra camino. Primero hay que liberar al Presidente Puigdemont y luego los países europeos deberían apoyar al pueblo catalán para que pueda decidir si quiere convertirse en un nuevo socio europeo, en pie de igualdad con España y los demás miembros europeos.
Jordi Oriola Folch
