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Cataluña celebraba el 11 de septiembre, ahora celebramos el 1 de octubre

Cataluña se convirtió en una nación independiente el 935 y un tiempo después fundó la Corona de Aragón, con un sistema político bastante democrático que tuvo el primer parlamento del mundo (anterior al de Inglaterra). En 1479, a través de un matrimonio entre reyes, la Corona de Aragón se unió a la Corona de Castilla formando un estado confederal donde cada corona mantenía sus dirigentes, leyes e impuestos. Pero el 11 de septiembre de 1714, a través de una guerra dinástica, la Corona de Castilla abolió el pacto confederal, eliminó todas las instituciones y leyes de la Corona de Aragón, prohibió el catalán y forjó, a sangre y fuego, una España centralista con capital en Madrid. Por ello, el 11 de septiembre es el Día Nacional de Cataluña en el que rememoramos la pérdida de nuestra libertad.

Desde entonces, han sido 300 años de régimen colonial encubierto, con una sangría económica de 18.000 M€ anuales y, cada cierto tiempo, España ha tenido que aplastar revueltas catalanas contra el expolio económico, contra las imposiciones por parte de Madrid y contra una manera de entender la política muy lejana a la forma de ser catalana, democrática y negociadora. Ya lo había pontificado el general español Espartero: «Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada 50 años». Y es que Cataluña supone, según los intelectuales españoles, un problema crónico que sólo se puede conllevar pero no solucionar.

Desde 2017, preferimos festejar que el 1 de octubre ejercimos la soberanía auto-organizando un referéndum de independencia unilateral porqué el Estado español se negó a negociar una salida democrática en que la sociedad catalana pudiera decidir si quería continuar en España o fundar un nuevo estado miembro de la UE. España envió 10.000 policías para tratar de impedir el referéndum, pegando a la gente que quería votar en urnas! Pero no lo lograron porque los votantes defendieron los colegios electorales con una desobediencia masiva y no-violenta al estilo de Gandhi. Y, aunque la policía sustrajo 770.000 votos, el referéndum, con un juego limpio escrupuloso y bien organizado, se convirtió en el acontecimiento fundacional de la República catalana: 2.286.217 votos válidos (un 43% del censo) con 90,18% a favor de la independencia.

Hay que puntualizar que, desde 2010, el Parlamento de Cataluña ha tenido cinco mayorías absolutas independentistas y que, en las últimas elecciones, hubo un 52% de votos independentistas.

Ser atacados y golpeados por la policía española, y reprimidos a partir de entonces, ha propiciado que los catalanes cortemos totalmente nuestros lazos afectivos y mentales con España. Desde fuera de España, nos proponéis que catalanes y españoles negociemos y superemos el conflicto. Entendemos vuestra buena fe, pero no se si os podéis imaginar que los catalanes, después de estas agresiones, no queremos entendernos con un Estado que no nos quiere, ni respeta, y que no duda en pegar a nuestra gente para imponernos la permanencia en España. Como si pidiéramos a un matrimonio que se reconciliara pese a haber heridas irreversibles que no permitieran desear convivir con el otro. Mejor cada uno por su parte y sin un abuso permanente.

Es sólo una cuestión de tiempo que la independencia de Cataluña llegue a ser una realidad. Y más vale que sea pronto para impedir que España siga maltratando, con la connivencia de Europa, a la minoría nacional catalana.

P.D. Si lo desean, pueden publicar la fotografia que les envio de mi autoría.

Jordi Oriola Folch