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Ataques disfrazados de transformación

Miguel Ángel Sosa
Miguel Ángel Sosa
@Mik3_Sosa

Por donde se le quiera ver, el exceso de poder siempre será peligroso y es por ello que se debe evitar a toda costa. No existen justificaciones para que las personas amasen potestades desproporcionadas ni pretendan sobajar los contrapesos necesarios de una democracia.

Una y otra vez, se encienden las voces de alarma ante medidas que la administración federal anuncia o pone en marcha y que van en sentido contrario de la justicia, la legalidad y el Estado de Derecho.  

Vivimos en un ambiente polarizado en el que la percepción sobre las verdaderas repercusiones de estas intentonas autoritarias, se diluyen entre escándalos y cortinas de humo generadas también por el gobierno.

La venta del avión presidencial, exhibir a periodistas y empresarios en las mañaneras o armar un show explotando a los chivos expiatorios disponibles, son solo algunas de las artimañas para desviar la atención.

Hemos visto con sorpresa la forma de acaparar el presupuesto, sin permitir apoyos para grupos que, por miopía gubernamental y/o egos mal curados, no forman parte del horizonte rentable que se observa únicamente desde los balcones de Palacio Nacional.

La transparencia y el derecho a la información están en riesgo, fuimos testigos hace algunos días del “decretazo” para borrar de un golpe lo que han sido décadas de trabajo en pro de los gobiernos abiertos.

Usted, que lee esto, podrá o no estar de acuerdo con la forma de gobernar del Presidente de la República, pero es de suma importancia no quitar el dedo del renglón en aquellas medidas que pretendan, de cualquier forma, coartar derechos y libertades ya alcanzados.

Los indicadores económicos están al rojo vivo, basta con ver la cotización del dólar, la inflación o la salida de capitales. La canasta básica se encuentra arrollada por un alza constante de los productos que deja a las familias sin margen de maniobra.

Además, en el momento en que mayores efectivos militares y policiacos hay en las calles, el país vive su pico en homicidios y violencia. Mientras tanto, la atención está en el nuevo chiste de la conferencia mañanera, en la nueva estocada al político opositor en turno o en el destape de supuesta corrupción del pasado, paradójicamente, anunciado por el gobierno menos transparente de la historia moderna.

Lo que está en juego no es un asunto de bandos, ni de a qué partido le vas o qué colores prefieres. El ataque frontal, disfrazado de transformación, apunta no solo a las instituciones democráticas y a los órganos autónomos, también a la seguridad jurídica y el respeto a los derechos de las y los mexicanos. Cuidar que no avance el fantasma del autoritarismo, es tarea ciudadana.